Antes del día de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que llegó la hora en que pasara de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, les amó hasta el fin. Y hecha la cena, habiendo ya el diablo inspirado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariotes, que lo entregase, sabiendo que el Padre lo había entregado a su potestad y que de Dios salió y a Dios va, se levanta de la cena y depuso sus vestiduras; y tomando un paño se ciñó con él; después echó agua en una jofaina y empezó a lavar los pies de sus discípulos y a limpiarlos con el paño que se había ceñido. (vv. 1-5)
Teofilacto.
Como el Señor iba a emigrar de la presente vida, explica la amistad que profesaba a los suyos, por lo cual dice: "Antes del día festivo de la Pascua, sabiendo Jesús", etc.
Beda.
Los judíos tenían ciertamente muchas festividades, pero ninguna era tan insigne y celebrada como la festividad de la Pascua, por lo que dice expresivamente: "Antes del día festivo de la Pascua".
San Agustín In Ioannem tract., 3, 55
Pascua no es, como creen algunos, nombre griego, sino hebreo. Y muy oportunamente se da en ambas lenguas, respecto de esta palabra, cierta coincidencia de significación, porque en griego paschein significa padecer, y de aquí que Pascua quiera decir pasión, derivando este nombre de aquel verbo. Y en su lengua, o sea la hebrea, Pascua es tránsito, por la razón de que los judíos la celebraron por primera vez cuando habiendo salido de Egipto atravesaron el mar Rojo 1. Y ahora aquella figura profética se completa en la realidad, porque Cristo es conducido al sacrificio como un cordero, con cuya sangre, pintadas nuestras puertas (esto es, hecho el signo de la cruz en nuestras frentes), somos libres de la perdición de esta vida, como aquellos de la cautividad egipcia. Y verificamos un tránsito en sumo grado saludable, pasando a Cristo desde el poder del diablo, y desde esta vida transitoria a aquel reino lleno de poderío. Por eso el evangelista, queriéndonos dar la interpretación de esta palabra Pascua, dice: "Sabiendo que llegó la hora en que había de pasar de este mundo al Padre"; he aquí la Pascua, he aquí el tránsito.
Crisóstomo In Ioannem hom., 69.
No es que antes no lo supiera, sino desde antes. El tránsito es su muerte.
Cuando había de abandonar a sus discípulos, les demuestra superior amor. Y esto es lo que dice: "Habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el fin"; esto es, no dejó de practicar ninguna de aquellas cosas que debe hacer el que mucho ama. No hizo todas estas cosas desde un principio, pero a fin de aumentar la familiaridad y prepararles el consuelo para las cosas que habían de suceder posteriormente, añadió mayores muestras de amor. Los llama aquí suyos en razón a la familiaridad, porque en razón a la condición llama también suyos a otros. Así, cuando dice ( Jn 1,11): "Y los suyos no lo recibieron". Añade también "que estaban en el mundo", porque había otros suyos difuntos (Abraham, Isaac y Jacob), pero no estaban en el mundo. A los suyos que estaban en el mundo, los amó continuamente, y al fin los amó con dilección perfecta. Esto es lo que significa "al fin los amó".
San Agustín ut supra.
Los amó al final, para que por este amor pasasen de este mundo a El, que era su cabeza. ¿Qué fin es éste sino Cristo? Porque el fin de la ley es Cristo, fin que perfecciona a todo creyente ( Rom 10,4), conduciéndolo a la justicia y no a la muerte. Paréceme, pues, que estas palabras puedan tomarse en significado humano, esto es, que Cristo amó a los suyos hasta el momento de su muerte. Pero no se entienda que este amor termina en la muerte de Aquel que no termina por la muerte. A no ser que se haya de entender así: los amó hasta la muerte, esto es, el amor de ellos lo condujo a la muerte.
Y sigue: "Hecha la cena", esto es, confeccionada y puesta en la mesa para el servicio de los convidados. Lo de hecha la cena no debe tomarse en el sentido de que ya estuviese consumida o terminada, porque todavía se estaba cenando cuando se levantó y lavó los pies a los discípulos; porque después volvió a sentarse y dio al traidor el bocado de pan. Al decir: "Habiendo ya el diablo inspirado en el corazón", etc., si quieres averiguar qué es lo que inspiró en el corazón de Judas, te diré que el hacer entrega de El. Esta tentación espiritual se llama sugestión. El diablo inspira sugestiones y las mezcla con los pensamientos humanos. Estaba ya decidido en el corazón de Judas, por la sugestión del diablo, el entregar a su Maestro.
Crisóstomo ut supra.
Aquí el evangelista, lleno de admiración, introduce en la narración el hecho de que el Señor lavó los pies de aquel que ya había determinado entregarlo. Manifiesta también la maldad del traidor, a quien ni siquiera detuvo la comunidad en la misma mesa, cosa que fue siempre obstáculo para cometer alguna maldad.
San Agustín ut supra.
Habiendo de tratar el evangelista de la humildad del Señor, primero quiso encomiar su grandeza, y a esto se refiere lo que añade: "Sabiendo que el Padre había puesto todas las cosas bajo su potestad", etc. Entre esas cosas estaba el mismo traidor.
San Gregorio Moralium 3, 12
Sabía, por lo tanto, que había recibido bajo su potestad hasta a los mismos perseguidores, a fin de torcer hacia la piedad la malicia de aquellos que El había permitido en contra de sí mismo.
Orígenes In Ioannem tom. 32
Todas las cosas le habían sido entregadas por el Padre bajo su potestad, esto es, bajo su operación y poderío. "Mi Padre, dijo, ha obrado hasta ahora ( Jn 5,17), y yo también obro". El Padre puso bajo su poder todas las cosas, para que todos estuviesen a su servicio.
Crisóstomo ut supra
Aquí, por entregar, se significa la salvación de todos los fieles, y cuando oyereis esta palabra, no la interpretéis en sentido humano. Es aquí la gloria del Padre y su unión con el Hijo, porque así como el Padre le entregó todas las cosas, El se entregó al Padre. Por donde San Pablo dijo ( 1Cor 15,24): "Cuando hubo entregado el reino a Dios y al Padre".
San Agustín ut supra
Sabiendo también que salió del Padre y a Dios va, ni por eso dejó a Dios cuando de El salió, ni a nosotros al volver a El.
Teofilacto
Por lo mismo que el Padre confió a su poder todas las cosas (esto es, la salvación de los fieles), juzgaba conveniente manifestarles todas aquellas cosas que respectan a la salvación. Sabiendo que de Dios salió y a Dios va, no podía de ninguna manera considerar su gloria disminuida con lavar los pies a sus discípulos. Ni tampoco usurpó gloria alguna, porque aquellos que usurpan algún honor, no condescienden con nada, no sea que pierdan lo que usurparon sin derecho.
San Agustín ut supra
Y habiendo puesto el Padre todas las cosas en sus manos, El lavó a sus discípulos, no las manos, sino los pies. Y sabiendo que había salido de Dios y a Dios iba, ejerció los deberes, no de Dios Señor, sino de hombre siervo.
Crisóstomo ut supra
Esto era lo digno, supuesto que salió de Dios y a Dios iba, el destruir toda soberbia. De aquí sigue: "Se levantó de la cena y depuso las vestiduras, y tomando un paño, se ciñó con él; después echó agua en una jofaina y empezó a lavar los pies de los discípulos y a limpiarlos con el paño que se había ceñido". Considérese cuánta humildad manifestó, no sólo lavando los pies, sino en otro concepto; porque se levantó, no cuando estaban para sentarse, sino cuando ya todos se habían sentado. Además, no sólo lavó, sino que dejó sus vestiduras, se ciñó con un paño y llenó la jofaina y no mandó que otros la llenaran, sino que por sí hizo todas estas operaciones, enseñando con cuánto cuidado debían hacerse todas estas cosas.
Orígenes ut supra
En sentido místico, el almuerzo, que es la primera comida, es también conveniente para aquellos que están en los principios de la vida espiritual que se simboliza en la presente vida; mas la cena es la última comida, que sólo se sirve a los que han progresado más en ella. También se puede entender de otra manera, diciendo que el almuerzo es la comprensión de las Escrituras antiguas, y la cena simboliza los misterios que se encierran en el Nuevo Testamento. Paréceme que aquellos que cenan en compañía de Cristo y han de convivir con El en el último día de la vida presente, necesitan ser lavados, no ciertamente en cuanto a las partes (si así puede decirse) primeras del cuerpo y del alma, sino en cuanto a las más inferiores, que necesariamente se ligan a la tierra. Dice que empezó (puesto que después dio la última mano al lavatorio) a lavar los pies de sus discípulos, porque estaban manchados según aquello de San Mateo ( Mt 26,13): "Todos vosotros os escandalizaréis esta noche en mí". Después completó la operación de lavarlos, para purificarlos y que después no volviesen a mancharse.
San Agustín ut supra
Dejó sus vestiduras el que siendo Dios se anonadó a sí mismo. Se ciñó con una toalla el que recibió forma de siervo. Echó agua en la jofaina para lavar los pies de sus discípulos, el que derramó su sangre para lavar con ellas las manchas del pecado. Limpió con el paño los pies que había lavado, el que confortó los pasos de los evangelistas con la carne de que estaba revestido. Y, para ceñirse con el paño, dejó primero las vestiduras que tenía. Mas para tomar la forma de siervo, cuando se humilló hasta la nada, no dejó lo que tenía, sino que tomó lo que no tenía. Para ser crucificado tenía que ser despojado de sus vestiduras; después de muerto envuelto en sábanas, y toda su pasión tenía que servir para purificarnos.
Notas
1. El vocablo pascua viene del hebreo pésaj. La voz se deriva de pásaj: pasar, saltar, que el AT relaciona con el paso del Señor en Egipto. El NT se refiere normalmente a la pascua con el término pasca , que es la transliteración griega del término arameo correspondiente. En el NT aparece junto con el verbo pascein , padecer, en Lc 22,15, aunque no parece haber una relación lingüística directa.