Fue un hombre enviado de Dios, que tenía por nombre Juan. Este vino en testimonio, para dar testimonio de la luz, para que creyesen todos por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. (vv. 6-8)
San Agustín, in Ioannem, tract. 2, sparsim
Todo lo que se ha dicho hasta ahora, se refiere a la divinidad de Jesucristo, quien vino a nosotros bajo la forma humana. Y como era hombre en quien Dios se encontraba oculto, fue enviado antes de El un hombre grande, por cuyo testimonio se supiese que era más que hombre. ¿Y quién es éste? "Fue un hombre".
Teofilacto
No un ángel, para que nadie sospechase.
San Agustín, ut sup
¿Y cómo podía este hombre decir la verdad de Dios? "Fue enviado por Dios".
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 5
No creas que hay algo humano en aquello que es dicho por él, porque no dice lo que es de él, sino lo que es de parte del que lo envía. Por esto es llamado ángel por el profeta, cuando dice: "Yo envío a mi ángel" ( Mal 3,1). Es propiedad del ángel no decir cosa alguna de sí mismo. Cuando dice: "Fue enviado", no se refiere a su ser, sino al ministerio que traía. Y así como Isaías fue enviado desde el mundo, y fue hacia el pueblo luego que vio al Señor sentado sobre un solio elevado y excelso, así San Juan fue enviado desde el desierto para bautizar. Por esto dice: "El que me envió a bautizar me dijo: Sobre aquél que veas, etc.".
San Agustín, ut sup
¿Quién era el llamado? "El que tenía por nombre Juan".
Alcuino
Esto es: gracia de Dios, o en quien habita la gracia, y que dio a conocer al mundo, el primero y con su propio testimonio, la gracia del Nuevo Testamento, esto es, a Jesucristo. Juan quiere decir: "ha sido dado", porque le fue donado por la gracia de Dios no sólo ser precursor sino también bautizar al Rey de los reyes.
San Agustín, in Ioannem, tract. 2
¿Para qué vino? Vino en testimonio, para dar testimonio de la luz.
Orígenes, in Ioannem, tom. 5
Algunos se esfuerzan en desaprobar los testimonios de los profetas, respecto de Jesucristo, diciendo que el Hijo de Dios no necesita de testimonios, porque tiene en sí suficientes motivos para hacer creer, tanto por sus saludables palabras como por sus milagros. Y el mismo Moisés mereció ser creído por su palabra y sus milagros, no necesitando de otros testimonios. Responderemos a esto que, existiendo muchas causas para creer, los que no se mueven por una demostración, se admiran por otra. Y puede Dios dar muchas pruebas también a los hombres, para que crean en El, que se ha hecho hombre por todos los hombres. Consta, además, que algunos se han visto obligados a admirar a Jesucristo por los testimonios de los profetas, asombrándose de que fueran tantos los que anunciaron con su voz, antes de su venida, el lugar de su nacimiento y otras cosas por el estilo. También debe advertirse, que las prodigiosas virtudes de Jesucristo podían impulsar a creer a los que vivían en su tiempo, pero no del mismo modo hubiesen podido ser atraídos a la misma fe si hubieran vivido después de mucho tiempo. Porque entonces hubiesen podido considerar como fábula lo que acerca de ello se les refiriese. Porque cuando los milagros han pasado, alienta más la fe su consonancia con las profecías. También es preciso decir que algunos han sido honrados por este testimonio dado a Dios. Quiere, pues, privar al coro de los profetas de una gran gloria el que dice que no convenía que ellos diesen testimonio de Jesucristo. Y a éstos debe agregarse San Juan, que da testimonio de la luz.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 5
No porque necesitase testimonio de la luz, sino para dar razón de su venida, nos enseña Juan diciendo: "Para que creyesen todos por él". Así como se hizo carne para que no se perdiesen todos los hombres, así envió delante un mensajero para que oyendo una voz que conociesen, acudiesen con mayor facilidad.
Beda
Pero no dice: para que todos creyesen en él -porque es maldito aquel hombre que confía en el hombre ( Jer 17,5)-, sino "para que todos creyesen por él", esto es para que creyesen en la luz por testimonio suyo.
Teofilacto
Y así, si algunos no creyesen, él quedaría suficientemente excusado. Porque así como cuando alguno entra en una casa tenebrosa y no recibe los rayos del sol no debe culpar de ello al mismo sol, así San Juan fue enviado para que creyesen todos; pero si esto no sucede, no es él quien será la causa de ello.
Crisóstomo, ut sup
Como entre nosotros es mayor el que da testimonio que aquél de quien lo da, y más digno de ser creído, para que nadie sospechase esto de San Juan, dice: "No era él la luz, sino que dio testimonio de la luz".
Pero si no repitió con intención las palabras "para dar testimonio de la luz", sería inútil lo que dice, y más bien repetición de la palabra que explicación de doctrina.
Teofilacto
Pero se dirá: luego no podemos decir que San Juan, ni ninguno de los santos, es o ha sido luz. Y si queremos decir que alguno de los santos fue luz, digámoslo sin artículo 1 para que si nos preguntan si San Juan es luz, lo concedamos seguramente, sin artículo. Porque si se nos pide con artículo, debemos negarlo, en atención a que San Juan no es la luz principal, sino que se llama luz porque es en virtud de la participación con la verdadera luz que tiene luz.
Notas
1. El artículo "la", en "la luz".