Respondió Nicodemo y le dijo: "¿Cómo puede hacerse esto?" Respondió Jesús y le dijo: "¿Tú eres maestro en Israel y esto ignoras? En verdad, en verdad te digo, que lo que sabemos, eso hablamos: y lo que hemos visto, atestiguamos, y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenas y no las creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?" (vv. 9-12)
Haymo
Mas Nicodemo no puede comprender lo que oía del Señor y por lo tanto, busca la razón de ello, sin negarlo. Y por esto pregunta al Señor con afecto propio del que pregunta y no a manera del que cuestiona. Por esto dice: "Respondió Nicodemo y le dijo: ¿cómo puede hacerse esto?"
Crisóstomo,
ut supra
Y como aún permanecía en la vileza judía, a pesar del ejemplo ya dicho, le pregunta otra vez, por lo que el Señor le contesta con aspereza. Por esto sigue: "Respondió Jesús y le dijo: ¿Tú eres maestro en Israel y esto ignoras?"
San Agustín,
ut supra
¿Y qué creemos? ¿que el Señor quiso insultar a ese maestro de Israel? Quería en realidad que naciese del Espíritu, porque ninguno nace del Espíritu si no es humilde, en atención a que la humildad es la que nos hace nacer del Espíritu. Mas Nicodemo, enorgullecido con su magisterio, se creía a sí mismo persona de importancia porque era doctor de los judíos. Mas el Señor le hace bajar de su soberbia para que pueda nacer del Espíritu.
Crisóstomo,
ut supra
No reprende la necedad de aquel hombre, sino su insensatez y su ignorancia. Pero dirá alguno: ¿qué tiene que ver este nacimiento de que habla Jesucristo con las doctrinas de los judíos? Ciertamente el hecho de que el primer hombre fuera creado y que la mujer fuera hecha de una costilla suya y que engendrasen las que habían sido estériles y que se realizasen milagros por medio del agua, tiene que ver algo. Y respecto a que Eliseo sacase hierro del agua, que los judíos pasasen el Mar Rojo, y que el sirio Naaman fuese purificado en el Jordán, digo que todo esto prefiguraba el nacimiento espiritual y la purificación que habría de realizarse. Y todo lo que se había dicho por los profetas prefiguraba de modo oculto este modo de nacer, como se dice en el salmo: "Tu juventud se renovará como la del águila" (
Sal 102,5); y en otro salmo: "Bienaventurados aquellos cuyas culpas sean perdonadas" (
Sal 31,1). Mas Isaac también es figura de este nacimiento. Recordando esto el Salvador dijo a Nicodemo: "¿Tú eres maestro en Israel e ignoras esto?". Además le hace creíble todo cuanto le ha dicho, condescendiendo con su torpeza, cuando añade: "En verdad, en verdad te digo: que lo que sabemos, eso hablamos, y lo que hemos visto atestiguamos, y no recibís nuestro testimonio". Entre nosotros, la vista es la que nos cerciora mejor que los demás sentidos. Y si queremos hacer creer a alguno, le decimos que lo hemos visto con nuestros propios ojos; por lo tanto, Jesucristo, hablando a Nicodemo de un modo sensible, consigue que le dé fe; mas no le cita ningún objeto sensible, sino que le habla de un conocimiento certísimo, y no por otra cosa le habla; por lo tanto, dice esto (esto es, lo que sabemos), o de El solo, o de El y del Padre.
Haymo
Se pregunta por qué dice en plural: "lo que sabemos eso hablamos", a lo que debe contestarse que el Unigénito de Dios era el que decía esto, pero manifestando cómo el Padre está en el Hijo, y el Hijo en el Padre, y el Espíritu Santo, indivisible, procede del uno y del otro.
Alcuino
Habla en plural, como si dijese: yo y aquellos que han sido renacidos hace poco tiempo en el Espíritu, conocemos lo que hablamos. Y lo que hemos visto en secreto respecto del Padre lo decimos exteriormente en el mundo; mas vosotros, que sois carnales y soberbios, no recibís nuestro testimonio.
Teofilato
Esto no lo decía por Nicodemo, sino por los judíos en general, que permanecieron en su perfidia hasta el fin.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 25 y 26
Sus palabras no son propias de quien está turbado, sino de quien manifiesta su mansedumbre. Y en esto nos da a entender que cuando hablemos con otros y no logremos convencerlos, no nos entristezcamos ni nos incomodemos, sino que procuremos hacer creíbles nuestras palabras, no sólo no incomodándonos, sino también bajando la voz. Se grita cuando hay motivo de ira; mas Jesús, aunque debía explicar los misterios más elevados, se detiene muchas veces, por no ser adecuada a ellos la debilidad de los que oyen. Y lejos de adoptar aquel tono y profundidad que corresponden a tan elevados misterios, prefiere la sencillez de la condescendencia. Por esto añade: "Si os he dicho cosas terrenas y no las creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?".
San Agustín,
ut supra
Esto es: si no creéis que puedo levantar el templo derribado por vosotros, ¿cómo creeréis que puedo regenerar a los hombres por medio del Espíritu Santo?
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 26
No te admires de que llame terrenal al bautismo, porque se confiere en la tierra y porque en comparación de su nacimiento extraordinario, que procede de la esencia del Padre, es terreno el nacimiento en su gracia. Y muy oportunamente no dijo no entendéis, sino no creéis. Porque al que no alcanza a conocer alguna cosa por su propio entendimiento, se le considera como un loco o como un ignorante; mas cuando alguno no acepta lo que únicamente debe conocer por medio de la fe, no debe acusársele de loco, sino de infiel. Se decían estas cosas aun cuando no eran creídas, porque las creerían los que vinieran después.