Y he aquí un varón llamado José, el cual era senador, varón bueno y justo, que no había consentido en el consejo, ni en los hechos de los otros, de Arimatea, ciudad de la Judea, el cual esperaba también el reino de Dios. Este llegó a Pilatos, y le pidió el cuerpo de Jesús: y habiéndole quitado, le envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro labrado en una peña, en el cual hasta entonces nadie había sido puesto. Y era el día de Parasceve, y ya rayaba el sábado. Y viniendo también las mujeres, que habían seguido a Jesús desde Galilea, vieron el sepulcro y cómo fue depositado su cuerpo. Y volviéndose, prepararon aromas y ungüentos: y reposaron el sábado conforme al mandamiento. (vv. 50-56)
Griego
José había sido discípulo del Salvador, aunque oculto. Pero últimamente, rompiendo el lazo del temor y volviéndose más atrevido, bajó el cuerpo del Salvador, que pendía de la cruz de una manera ignominiosa, obteniendo así aquella preciosa joya, con la humildad de sus ruegos. Por esto dice: "Y he aquí que un hombre llamado José, el cual era senador".
Beda
Se llamaba senador o decurión
1, porque pertenecía a la curia
2, llenando los deberes de curial, cuyo nombre proviene de cuidar de los bienes generales. José era muy solícito en atender a los hombres, pero obtuvo un gran mérito respecto de Dios. Prosigue: "Varón bueno y justo, de Arimatea, ciudad de la Judea", etc. Arimatea era la misma Ramata, ciudad de Helcana y de Samuel (
Sam 1).
San Agustín De conc. evang. lib. 3,
cap. 22
San Juan dice que era discípulo del Señor; por esto añade: "el cual esperaba también el reino del Señor". Llama la atención que aquél que era un discípulo oculto, se atreviese a pedir el cuerpo del Salvador, o que no se había atrevido ninguno de los que le habían seguido en público. Prosigue: "Este llegó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús". Debe creerse que lo hizo así, confiado en su autoridad, en virtud de la cual podía presentarse a Pilato con toda confianza. Cuando cumplía con aquel triste cargo, no se cuidó de los judíos, según parece, aunque acostumbraba oir al Salvador, evitando sus enemistades.
Beda
Por lo tanto, por la justicia de sus méritos pudo conseguir el sepultar al Señor, como pudo pedirlo por la nobleza de su poder. Por esto sigue: "Y habiéndole quitado, lo envolvió en una sábana". Se condena la vanidad de los ricos en la sencillez de la sepultura del Señor, los que, ni aun en las tumbas quieren carecer de sus riquezas.
San Atanasio in vita S. Antonii sub finem
Obran muy mal aquellos que ocultan los cuerpos de los muertos -aun cuando sean santos- y no los entierran. ¿Qué cuerpo hay más santo que el cuerpo del Señor? El cual continuó en el sepulcro hasta el tercer día en que resucitó. Por ello sigue: "Lo puso en un monumento labrado".
Beda
Esto significa, de una sola piedra, porque si lo hubiere hecho de muchas, se hubiera podido decir, después de la resurrección, que había sido robado minando el sepulcro. Y sigue: "En el cual nadie hasta entonces había sido puesto". Para evitar que después de la resurrección, quedando otros cuerpos allí, se dudase si habría sido el del Salvador el que había resucitado. Como el hombre había sido creado en el sexto día el Señor quiso ser crucificado también en el sexto día, terminando así la gran obra de nuestra regeneración. Por lo que sigue: "Y era el día de Parasceve", que quiere decir
preparación. Con este nombre se designa el sexto día, porque en él preparaban lo necesario para el sábado. Y como el séptimo día Dios descansó de todas sus obras, así Jesús descansó el sábado en el sepulcro. Por lo que sigue: "Y ya rayaba el sábado". Antes hemos leído que estaban todos los conocidos de Jesús a lo lejos, como también las mujeres que le habían seguido. Después de haber sepultado el cadáver, habiendo regresado a sus casas los conocidos, sólo las mujeres que más le amaban le seguían llorando y deseando ver el lugar donde lo ponían. Prosigue: "Y viniendo también las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea, vieron el sepulcro, y cómo fue depositado su cuerpo", sin duda con el fin de poderle ofrecer los respetos de su devoción.
Teofilacto
A pesar de que las mujeres aún no tenían la fe suficiente y sólo consideraban al Salvador como un puro hombre, le preparaban los aromas y los ungüentos según se acostumbraba hacer tales honores a los difuntos entre los judíos. Por ello sigue: "Y volviéndose, prepararon ungüentos y aromas", etc.
Beda
Después de sepultado el Señor, en cuanto se pudo trabajar -esto es en cuanto se puso el sol- se ocuparon en preparar los aromas y ungüentos. Estaba mandado que durante el sábado se guardase un profundo silencio -el descanso de vísperas a vísperas-. Prosigue: "Y reposaron el sábado conforme al mandamiento".
San Ambrosio
En sentido espiritual puede decirse que el hombre justo sepulta el cuerpo de Jesucristo. Tal fue la sepultura del Salvador que no llevó consigo ninguna clase de fraude ni engaño. Con razón dice San Mateo que este hombre era rico: siendo rico; no podía conocer la pobreza de la fe, y siendo justo, cubre con una sábana el cuerpo de Cristo. Cubre tú también el cuerpo de Cristo con su propia gloria para que seas justo, y si lo crees muerto, cúbrelo con la plenitud de su divinidad. La Iglesia también se viste con la gracia de la inocencia.
Beda
También envuelve a Jesús en una sábana limpia quien le recibe con corazón puro.
San Ambrosio
No en vano dice un evangelista que el sepulcro era nuevo, y otro, que el sepulcro era de José, porque se prepara un sepulcro a los que viven bajo la ley de la muerte, pero el que es vencedor de la muerte, no tiene sepulcro propio. ¿Qué relación puede haber entre Dios y el sepulcro? El fue encerrado solo en un sepulcro, porque la muerte de Cristo, aun cuando le era común con los hombres en cuanto a la naturaleza humana, era especial en cuanto a la divina. El cuerpo de Jesús fue depositado muy oportunamente en el sepulcro de un justo, porque así descansa en la habitación de la justicia. El justo había abierto este sepulcro en la piedra de la dureza gentilicia, para que en él descansara el Divino Verbo, así pudo pasar la gracia de Cristo a todas las naciones, después que la piedra fue apartada divinamente. El que encierre en su corazón a Cristo con las debidas disposiciones, guárdelo con atención, no sea que lo pierda, y la perfidia tenga entrada en él.
Beda
En cuanto a que el Señor fue crucificado en el sexto día, y que descansó en el sepulcro el séptimo, se da a conocer que nosotros padeceremos en la sexta edad del mundo y necesariamente seremos como crucificados al mundo, y que en la séptima (esto es después de la muerte), los cuerpos descansarán en el sepulcro y las almas con Dios. Pero hasta ahora, las santas mujeres (esto es, las almas humildes enfervorizadas por el amor) quieren venerar la pasión del Señor; y por si pueden imitarle, se proponen completarla en la forma que deben, y según el orden establecido. Por esto, una vez sabida, oída o recordada, se vuelven a preparar sus obras de virtud -en las que Cristo se complace- para que una vez terminada la Parasceve de la presente vida, puedan salir al encuentro de Cristo, con los aromas de sus buenas acciones.
Notas
1.
Jefe de diez ciudadanos o de una tropa de diez soldados entre los romanos.
2.
Subdivisión de la sociedad romana.