Y cuando vio el centurión lo que había sucedido, glorificó a Dios, diciendo: "Verdaderamente que este hombre era justo". Y todo el gentío, que asistía a este espectáculo, y veía lo que pasaba, se volvía, dándose golpes en los pechos. Y todos los conocidos de Jesús, y las mujeres que le habían seguido de Galilea, estaban a lo lejos, mirando estas cosas. (vv. 47-49)
San Agustín De Trin. c.13
Como expiró en seguida que dio este grito, todos los presentes se admiraron. Los crucificados, sufrían generalmente una agonía prolongada. Por esto se dice: "Y cuando vio el centurión lo que había sucedido, glorificó a Dios, diciendo: verdaderamente que este hombre era justo".
San Agustín De conc. evang. lib. 3,
cap. 20
No contradice a esto lo que expresa San Mateo al exponer que el centurión se admiró habiendo visto el trastorno natural, ya que San Lucas dice que éste se admiró de que expiró en seguida que dio la voz, manifestando el gran poder que conservaba al tiempo de expirar. San Mateo dice: visto el trastorno natural, y añade: "Y todo lo que sucedía" (
Mt 27,54), de esta manera viene a decir lo mismo que San Lucas, puesto que dice que se admiró al presenciar la muerte del Salvador. Lo cual dice también San Lucas: "Viendo el centurión lo que había acontecido". En estas palabras incluye todos los prodigios que entonces se verificaron, recopilándolos como si fuesen uno solo, como que todos aquellos milagros eran los miembros que formaban un solo cuerpo. En lugar de lo que dice el otro evangelista (
Mt 27,54) que el centurión dijo: "En verdad que este era el Hijo de Dios", San Lucas dijo que era justo, lo cual no debe considerarse como diferente. Debemos creer que el centurión dijo una y otra cosa, o que este evangelista recordó que había dicho una, y aquel la otra; o que San Lucas quiso expresar la frase del centurión, para dar a entender que se refería al Hijo de Dios. Además, el centurión no sabía que el Unigénito sería igual al Padre sino sólo Hijo del Padre, creyéndole justo, del mismo modo que los justos se llaman hijos de Dios. Del mismo modo, San Mateo añadió, a aquellos que estaban con el centurión, y San Lucas no lo citó, y no podemos decir que haya contradicción entre lo que uno dice y otro calla. San Mateo dice (
Mt 27,54): "Temieron mucho", San Lucas no dijo temió, sino glorificó a Dios. ¿Quién no ve en ello que temer a Dios es glorificarle?
Teofilacto
Ahora se ve que produce efecto lo que había dicho el Señor: "Cuando yo sea elevado, todo lo traeré hacia mí" (
Jn 12,32). Una vez elevado en la cruz, atrajo hacia sí al ladrón y al centurión, y a muchos judíos, de quienes se dice: "Y todo el gentío, que asistía a este espectáculo y veía lo que pasaba, se volvía, dándose golpes en los pechos".
Beda
Que herían sus pechos en señal de arrepentimiento y de penitencia, se conoce por dos razones: o bien porque sentían haber crucificado injustamente al que amaron en vida, o bien porque temían que aquella muerte que ellos recordaban haber pedido, había de ser más gloriosa para el Salvador. Debe advertirse que los gentiles, como temían a Dios, le glorificaban, confesándole abiertamente, pero los judíos se volvían tristes a su casa, hiriendo únicamente sus pechos.
San Ambrosio
¡Oh corazones de los judíos, más duros que las rocas! El juez rehusa, el ministro cree, el traidor castiga su propio delito suicidándose, los elementos se alborotan, la tierra tiembla, los sepulcros se abren; y después de todo, la dureza de los judíos permanece inmóvil, en medio del universal trastorno.
Beda
Por ello se da a conocer la fe de la Iglesia por medio del centurión, que publica que Jesús es el Hijo de Dios, cuando la sinagoga lo calla. Se cumple la queja del Salvador respecto de su Padre, cuando le dice: (
Sal 87,19) "Has apartado de mí al amigo y al prójimo, mis conocidos han sido para mí miseria". Por ello sigue: "Y todos los conocidos de Jesús estaban mirando de lejos".
Teofilacto
Pero el linaje femenino, maldecido en otro tiempo, está de pie y ve todas estas cosas. Prosigue: "Y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, veían esto". Por ello fueron las primeras que recibieron la gracia de la justificación o de la bendición que brotó de la pasión y de la resurrección.