Y habiendo muerto Herodes, he aquí el ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto diciendo: "Levántate y toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque muertos son los que querían matar al niño". (vv. 19-20)
Eusebio de Cesarea,
historia ecclesiastica, 1,8 y 1,9
La justicia divina apremió a Herodes hacia la muerte por el sacrilegio que había cometido contra el Salvador y por el crimen que había realizado contra los niños inocentes. Por lo que -como refiere Josefo- diversas enfermedades invadieron su cuerpo, de manera que, como le fuera dicho por los adivinos, sus suplicios no eran por una enfermedad corporal, sino por justicia divina. Lleno de gran furor él mismo mandó reunir y recluir en la cárcel a los más nobles y principales de toda Judea, mandando que apenas exhalase el espíritu los asesinasen a todos, de manera que toda Judea llore su muerte a pesar suyo. Un poco antes de entregar su último aliento, degolló a su hijo Antípatro, después que había matado a sus dos hijos, Alejandro y Aristóbulo. Tal fue el final de Herodes, quien padeció justos suplicios por el asesinato que en Belén había cometido contra los niños y por las insidias en contra del Salvador. Esto es señalado por el evangelista cuando dice: "Habiendo muerto Herodes".
San Jerónimo
Muchos por desconocer la historia caen en el error de confundir este Herodes, cuya muerte se refiere aquí, con aquel otro Herodes que se mofó del Salvador en su sagrada pasión. Aquel Herodes, que más tarde hizo las amistades con Pilato, fue hijo de este Herodes, y hermano de Arquelao, a quien Tiberio César desterró a Lyón, después de haberle dado por sucesor en el trono a su hermano Herodes, como leemos en Josefo. Después que murió el primer Herodes fue cuando el ángel del Señor se apareció en sueños a José en el Egipto diciendo: "Levántate y toma al niño y a su madre".
Dionisio,
de caelesti hierarchia, 4
Veo que Jesús, colocado por su naturaleza sobre todos los ángeles, después de haber tomado todo lo que es propio de nuestra naturaleza, no rehusó nada de cuanto exigía esta ley humana establecida y aceptada por El, sino que obedientemente se sujeta a Dios, que le habla por medio de los ángeles. Y por ministerio de los mismos ángeles ordena a José la ida a Egipto, y más tarde la vuelta de Egipto a Judea.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 2
Observad que José había sido escogido para servir a María. Porque ¿quién habría podido prodigarle todos los cuidados que Ella necesitaba cuando fue a Egipto y cuando volvió de este país, si no hubiera estado desposada? A primera vista parece que María es la que nutría al niño y José quien le defendía; pero en realidad era el niño quien sostenía a María y defendía a José.
"Y vete a la tierra de Israel". Va, pues, a Egipto como médico para curarlo de las enfermedades del error, pero no para permanecer allí. Su regreso se explica por estas palabras: "Porque han muerto los que querían matar al niño".
San Jerónimo
De aquí debemos deducir que no solamente Herodes, sino también los sacerdotes y los escribas, habían buscado al mismo tiempo la muerte del Señor en ese tiempo.
Remigio
Pero si fueron muchos, ¿cómo pudieron morir en tan poco tiempo? Porque, como se ha dicho, cuando murió Herodes fueron muertas todas las personalidades, que estaban presas en la cárcel.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 2
Dícese que esto fue hecho por consejo de Dios, porque los sacerdotes estuvieron de acuerdo con Herodes en el criminal proyecto de buscar al niño para matarle. Por ello dice el evangelista: "Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él".
Remigio
Ciertamente el evangelista habla aquí usando una figura literaria, y toma a muchos por uno solo. Al decir el
alma del niño, quedan refutados los herejes que dijeron que Cristo no había tomado el alma, sino que en lugar del alma tenía la divinidad.
Beda,
homilia in Nat. innocent
La muerte de Herodes, acaecida poco tiempo después de la matanza de los niños inocentes, y a consecuencia de la cual Jesús, su Madre y José pudieron volver a Israel, significa que todas las persecuciones contra la Iglesia habían de ser castigadas más tarde con la muerte de los perseguidores; que la misma Iglesia gozaría otra vez de paz; y que los justos que se habían visto obligados a estar ocultos volverían a su patria. La vuelta de Jesús a Judea después de la muerte de Herodes significa también que más tarde a la voz de Henoc y de Elías, los judíos se convertirían a la fe y abandonarían su obstinada oposición a la verdad.