"En aquella hora, el que estuviere en el tejado y tuviere sus alhajas dentro de la casa, no descienda a tomarlas; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Todo aquel que procurare salvar su vida, la perderá; y quien la perdiere, la vivificará". (vv. 31-33)
San Ambrosio
Como es necesario que en este mundo los buenos padezcan aflicciones de corazón y de ánimo a causa de los malos, para que así puedan obtener mayor premio en lo futuro, el Señor les da algunos consejos cuando dice: "En aquella hora, el que estuviere en el tejado, etc.". Esto es, si alguno ha subido ya a lo más alto de su casa en la práctica de las virtudes, no vuelva a caer en la práctica de las cosas de la tierra.
San Agustín, De quaest. Evang. 2,41,42
Está en el techo el que, sobreponiéndose a las cosas de la tierra, vive espiritualmente y como respirando un aire saludable. Los muebles de la casa son los sentidos carnales, acerca de cuyo uso se equivocan con frecuencia los que buscan la verdad, que se encuentra por el espíritu. Vigile, pues, el hombre espiritual, no sea que en el día de la tribulación vuelva a la vida carnal que se alimenta por los sentidos corporales y descienda por el deseo de alcanzar los goces de este mundo. Prosigue: "Y el que está en el campo asimismo no vuelva atrás".
El que trabaja en la Iglesia plantando, como San Pablo y regando, como Apolo, no se fije en la esperanza mundanal a que renunció.
Teofilacto
San Mateo dice que todo esto fue dicho por el Señor con motivo de la toma de Jerusalén, porque cuando viniesen los romanos los que estaban en sus casas no podrían bajar a coger ni aun lo más indispensable; sino que tendrían que huir con prontitud, y los que estuviesen en el campo no habrían de volver a su casa. Y consta en verdad que sucedió esto en la toma de Jerusalén, y que volverá a suceder cuando venga el Anticristo y especialmente en aquel tiempo en que todo concluirá, puesto que entonces la calamidad será inmensa.
San Eusebio
Dio a conocer de este modo que se levantaría una gran persecución por el hijo de perdición contra los fieles de Cristo. Llama día al tiempo que precederá al fin del mundo, en el que quien huya, no volverá ni se cuidará de los bienes que pierde ni imitará a la mujer de Lot, que después de haber salido de la ciudad de Sodoma, volvió la cara y quedó muerta y convertida en estatua de sal. Por esto sigue: "Acordaos de la mujer de Lot".
San Ambrosio
La que por haber mirado atrás, perdió su naturaleza. Cuando se mira atrás se vuelve al demonio, como cuando la mujer de Lot miró atrás hacia Sodoma. Por tanto, huye de la destemplanza, prescinde de la lujuria y acuérdate que de aquel que no se fija en estudiar lo que pasó, puede decirse que salió de su casa y se vino al monte. Aquella mujer, como miró atrás, no pudo ser ayudada por su marido para que llegase al monte, sino que se quedó allí.
San Agustín, De quaest. Evang. 2,42
La mujer de Lot significa a aquellos que en el día de la tribulación retroceden y se apartan de la esperanza de las promesas divinas, por lo que se convirtió en estatua de sal. Así advirte a los hombres que no obren de aquel modo para que, con la sal, preserven sus corazones de la corrupción.
Teofilacto
A continuación añade las consecuencias de sus promesas diciendo: "Todo aquel que procurase salvar su vida, la perderá". Como diciendo: nadie se cuide en las persecuciones del Anticristo, de salvar su vida, porque la perderá. En cambio el que se entregue a los sufrimientos y a los peligros, se salvará. Y prosigue: "Mas todo aquel que la perdiere, la vivificará" no sujetándose de ningún modo al tirano por amor de la vida.
San Cirilo
Cómo puede perderse la vida para salvarla, lo manifiesta San Pablo diciendo de algunos ( Gál 5,24): "los que sacrificaron su carne con sus vicios y con su concupiscencia", esto es, combatiendo a sus verdugos con la paciencia y la caridad.