"Y aconteció que cuando murió aquel pobre, lo llevaron los ángeles al seno de Abraham. Y murió también el rico, y fue sepultado en el infierno. Y alzando los ojos cuando estaba en los tormentos, vio de lejos a Abraham y a Lázaro en su seno. Y él, levantando el grito, dijo: Padre Abraham, compadécete de mí y envía a Lázaro, que moje la extremidad de su dedo en agua para refrescar mi lengua, porque soy atormentado en esta llama. Y Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tú bienes en tu vida, y Lázaro también males; pues ahora él es aquí consolado y tú atormentado. Fuera de que hay una sima impenetrable entre nosotros y vosotros: de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros no pueden, ni de ahí pasar acá". (vv. 22-26)
Crisóstomo,
in hom. de divite, ex Luca
Hemos escuchado lo que pasó a uno y otro en esta vida. Veamos ahora su suerte en la otra. Lo que fue temporal ya pasó, pero lo que sigue es eterno. Uno y otro murieron: el pobre es recibido por los ángeles, el rico lanzado a la pena eterna. Dice pues: "Y aconteció que cuando murió aquel pobre, le llevaron los ángeles", etc. Tantas penas se mudaron de repente en inefables delicias. Es llevado después de tantos trabajos, porque ya se encontraba desfallecido y no pudiendo andar era llevado por los ángeles. No era bastante un sólo ángel para llevar al pobre, sino que vienen muchos formando un coro de alegrías, y cada uno de aquellos ángeles se alegraba de llevar aquella carga, como siempre que llevan la de los hombres destinados al cielo. Fue llevado al seno de Abraham para que descansara y se reanimara en él. El seno de Abraham es el paraíso. Los ángeles, pues, sirvieron y llevaron al pobre y le colocaron en el seno de Abraham. Porque aunque había vivido despreciado no se había desesperado, ni blasfemó diciendo: Este rico goza viviendo en la opulencia y no padece tribulación, pero yo no puedo alcanzar el alimento necesario.
San Agustín,
De orig. an. 4,16
Si se cree que el seno de Abraham es corpóreo, temo que no se tome en serio cosa de tanta importancia, porque no es posible creer que el seno de un hombre pueda contener tantas almas y aún tantos cuerpos (hablando en términos materiales) como los ángeles llevan allí según llevaron a Lázaro, a no ser que se crea que únicamente su alma fue la que mereció ser conducida allí. Si no se quiere caer en un error pueril, se ha de entender por seno de Abraham el lugar remoto y misterioso del descanso, en donde está Abraham. Por esto se llama de Abraham, no porque sea únicamente de él, sino porque es el padre de mucha gente y ha sido propuesto como el modelo de fe que debemos imitar.
San Gregorio In Matthaeu,
in Evang hom. 40
En tanto, pues, que existían en el mundo los dos corazones, esto es, el del pobre y el del rico, los contemplaba de lo alto el juez que ejercitaba al pobre para ganar la gloria y soportando al rico, aguardaba su desgracia. Prosigue: "Y murió también el rico".
Crisóstomo,
serm. 2 de Lazaro
Entonces murió según el cuerpo, pero su alma estaba ya muerta, porque no hacía nada que fuese propio del alma. Porque todo el fervor que nace del amor al prójimo había expirado en ella y estaba aun más muerta que el cuerpo. Y no se dice que hubo nadie que sepultase al rico como a Lázaro. Porque después de haber marchado durante su vida por un camino florido rodeado de muchos y obsequiosos aduladores, cuando llegó a su fin quedó privado de todos. Sencillamente, pues, prosigue: "Y fue sepultado en el infierno". Pero también su alma cuando vivía estaba sepultada y hundida en su cuerpo como en un sepulcro.
San Agustín,
De quaest. Evang. 2,38
La sepultura del infierno es lo profundo de las penas, que devoran a los soberbios y a los faltos de caridad después de esta vida.
San Basilio
Es el infierno cierto lugar común en el fondo de la tierra, oscurecido y opaco por todas partes, el cual tiene un orificio que lleva hasta lo profundo, por el que tienen su descenso las almas condenadas a los tormentos
1.
Crisóstomo
Y así como las cárceles de los reyes se encuentran fuera de las poblaciones, también el infierno se encuentra fuera del mundo, por lo que se llama tinieblas exteriores.
Teofilacto
Dicen algunos que el infierno es el tránsito de lo visible a lo invisible y a la deformidad del alma, porque todo el tiempo que el alma del pecador subsiste en el cuerpo es visible por sus acciones, pero cuando sale del cuerpo se hace deforme.
Crisóstomo,
ut sup
Así como era mayor la pena del pobre cuando estaba tendido ante la puerta del rico y veía los bienes ajenos, así después de muerto el rico aumentaba su tormento el ver desde el infierno, donde estaba tendido, la alegría de Lázaro. No sólo sentía la naturaleza de aquellos tormentos, sino el suplicio más intolerable, que le causaba la vista de la gloria de Lázaro. Prosigue: "Y alzando los ojos", etc.
Crisóstomo
Alzó, sí, los ojos para verlo, en vez de bajarlos, porque Lázaro estaba arriba y él abajo, y si muchos ángeles llevaban a Lázaro, infinidad de tormentos afligían al rico. Por esto no dice: "Estando en el tormento", sino en los tormentos, porque todo él se encontraba en ellos. Unicamente le quedaban libres los ojos para que pudiera ver la alegría del pobre. De modo que le quedan libres los ojos para que se atormente más, porque no tiene lo que el otro tiene, pues las riquezas de los demás son un tormento para los que viven en la pobreza.
San Gregorio
Si Abraham no estuviese todavía en aquellos abismos, el rico, entre los tormentos, no podría verlo. Los que han seguido los caminos de la patria celestial han sido depositados después de su salida de la carne en el seno del infierno, no para sufrir un castigo como pecadores, sino para que descansen en aquellos remotos lugares (puesto que aún no había llegado la intercesión del Mediador), en tanto que les impedía la entrada en el cielo la mancha de la culpa original.
Crisóstomo hom. 4 in Epist. ad Phil
Había muchos pobres entre los justos, pero aquel que había estado tendido a la puerta del rico se ofreció a su vista para aumentar su aflicción. Sigue pues: "Y a Lázaro en su seno".
Crisóstomo,
ut sup
De aquí se deduce que todos aquellos que han sido ofendidos por nosotros, se presentarán en su día a nuestra vista. Pero el rico no ve a Lázaro con otro justo, sino en el seno de Abraham, porque éste era caritativo y aquél estaba acusado de crueldad. El uno sentado a su puerta esperaba a los viajeros y los hacía entrar en su casa; el otro rechazaba a los que le pedían asilo.
San Gregorio,
in Evang hom. 40
El que siendo demasiado rico no quiso compadecerse del pobre, sumido en su tormento le busca por protector.
Teofilacto
No dirige su súplica a Lázaro, sino a Abraham, porque quizás se avergonzaba y creía que Lázaro se acordaría de sus males, juzgándolo con arreglo a sí mismo. Por esto sigue: "Y él, levantando el grito, dijo".
Crisóstomo
Las grandes penas hacen que esfuerce la voz. "Padre Abraham", como si dijese: "Te llamo padre, según la naturaleza, como el hijo que perdió su fortuna, aun cuando te he perdido como padre por culpa mía, compadécete de mí". En vano haces penitencia cuando no ha lugar a ella. Los tormentos son los que te obligan a hacerla y no los sentimientos de tu alma. No sé si el que se encuentra en el reino de los cielos puede compadecerse del que está en el infierno. El Creador se compadece de sus criaturas. Un solo médico vino para curar las enfermedades, porque otros no habían podido. "Envía a Lázaro". Te equivocas, miserable: Abraham no puede enviar a nadie, sino recibir. "Para que moje la extremidad de su dedo en agua". No te dignabas mirar a Lázaro y ahora deseas la punta de su dedo. Esto que pides debías haberlo hecho con él cuando aún vivía. Deseas agua cuando antes te cansabas de los manjares más exquisitos. Ve aquí lo que es la conciencia del pecador, que no se atreve a pedir todo el dedo. En esto debemos aprender lo conveniente que es no confiar en las riquezas. He aquí un rico que necesita de un pobre que en otro tiempo tenía tanta hambre. Se mudan las cosas y se da a conocer a todos quién era el rico y quién era el pobre, porque así como en los teatros, cuando todo se acaba y los que representan se retiran y se desnudan el traje, los que antes parecían reyes o pretores aparecen ahora tal y como son con todas sus miserias. Del mismo modo, cuando viene la muerte y se concluye el espectáculo de esta vida, depuestos los disfraces de la pobreza y de las riquezas, sólo por las obras se juzga quiénes son verdaderamente ricos y quiénes pobres, quiénes dignos y quiénes indignos de gloria.
San Gregorio,
ut sup
Este rico, pues, que no quiso dar al pobre llagado ni aun las migajas de su mesa, dentro ya del infierno, llega a buscar hasta lo más pequeño. Porque pidió una gota de agua, cuando no quiso dar las migajas de su mesa.
San Basilio
Digno castigo, pues, el que se dio a aquel rico: el fuego y la pena del infierno, la lengua seca, los gemidos en vez de la lira armoniosa. En vez de bebida, una sed abrasadora. Profundas tinieblas en vez de grandes y lascivos espectáculos, y un gusano siempre despierto en vez de una adulación constante. Por esto sigue: "Para refrescar mi lengua, porque soy atormentado en este fuego".
Crisóstomo,
hom. 2 in Epist. ad Phil
No era atormentado porque había sido rico, sino porque no había sido compasivo.
San Gregorio,
ut sup
De aquí debe deducirse la pena que merece el que malgasta lo ajeno, siendo así que sufre las penas del infierno el que no da lo suyo.
San Ambrosio
Es atormentado también, porque es un gran sufrimiento para el lujurioso el carecer de sus delicias y el agua es el refrigerio del alma atormentada por los dolores.
San Gregorio,
ut sup
Pero ¿por qué en medio de los tormentos en que está sumido desea refrescar su lengua, sino porque el que había pecado por su locuacidad en sus festines, sufría en su lengua un fuego más intenso para pagar lo que debía? Y es así que es mayor la intemperancia de la lengua en los festines.
Crisóstomo
También su lengua había hablado muchas palabras soberbias y donde hay pecado allí hay pena, y porque pecó mucho con la lengua, fue más atormentado en ella.
San Agustín,
De quaest. Evang. 2,38
Quiere refrigerar su lengua, cuando todo él está ardiendo en la llama, significando así lo que está escrito (
Prov 18,21): "La muerte y la vida están en manos de la (propia) lengua, porque por medio de la boca se hace la confesión para obtener la salvación" (
Rom 10,10), lo que no hizo él por soberbia. La extremidad del dedo significa la más pequeña operación, con que ayuda el Espíritu Santo.
San Agustín,
De orig. an. 2,16
Se dirá que aquí se dan miembros al alma, pues habiendo dicho que levantó los ojos, el ojo supone toda la cabeza, la lengua supone las fauces y el dedo la mano. Pero ¿por qué razón estos nombres de miembros, respecto de Dios no nos hacen creer que tenga cuerpo, y han de hacernos creer que los tenga el alma? ¿Acaso se deberán tomar al pie de la letra cuando se habla de la criatura y en sentido metafórico cuando se habla del Creador? Habrá de darnos también alas corporales, porque no el Creador, sino la criatura (esto es, el hombre), dice con el Salmista (
Sal 138,9): "Si tomase mis alas al amanecer". Además, si aquel rico tuvo lengua corporal, puesto que dijo: "Refrigera mi lengua", la misma lengua debe tener manos corpóreas para nosotros en esta vida, puesto que está escrito (
Prov 18,21): la muerte y la vida está en manos de la lengua.
San Gregorio Niceno
Así como los mejores espejos reproducen las imágenes que se colocan delante, imprimiendo en sus facciones la alegría o la tristeza que las anima, así también el justo juicio de Dios se hace semejante a nuestras disposiciones. Por ello el rico que no se compadeció del pobre tendido a su puerta, no es oído cuando necesita de misericordia. Sigue pues: "Y Abraham le dijo: hijo".
Crisóstomo,
serm. 2 et 3 De Lazaro
He aquí la bondad del patriarca. Lo llama hijo -lo que puede expresar su mansedumbre- y sin embargo no presta ningún auxilio al que se había privado de consuelo a sí mismo. Por esto dice: "Acuérdate", es decir piensa en lo pasado y no te olvides que fuiste colmado de riquezas y "que recibiste bienes en tu vida", esto es, aquellos que tú creías verdaderos bienes. No puedes haber reinado en la tierra y reinar aquí; las riquezas no pueden ser verdaderas en la tierra y en el infierno. Prosigue: "Y Lázaro también males", no porque Lázaro los consideraba como males, sino que le decía esto para censurar al rico que consideraba como males la miseria, el hambre y las molestias de la enfermedad. Cuando nos aflige la gravedad de una enfermedad, pensemos pues en Lázaro y recibamos con gusto los males de esta vida.
San Agustín,
De quaest. Evang. 2,38
Todo esto se le dice porque amó los goces del siglo, no estimando otra vida fuera de aquella en que se satisfacía su orgullo. Dice que Lázaro ya había sufrido los males, porque comprendió que la mortalidad de esta vida, los trabajos, los dolores y las tristezas, son consecuencia del pecado, ya que todos morimos en Adán, el cual se hizo mortal por su desobediencia.
Crisóstomo,
serm. 3 De Lazaro
Dice también: "Has recibido bienes en tu vida", como paga. Como si dijese: Si has hecho algo bueno que merezca premio, todo se te ha pagado en el mundo con los festines, las riquezas y la prosperidad de tus negocios. Este, en cambio, si hizo algo malo, todo lo ha pagado con la pobreza, el hambre y las extremas miserias con que fue afligido. Uno y otro habéis venido aquí desnudos: éste de sus pecados, por lo que recibe el consuelo; tú de la justicia, por lo que sufres una pena que no puede mitigarse. Prosigue: "Pues ahora es él aquí consolado y tú atormentado".
San Gregorio,
in Evang hom. 40
Por tanto, si os sucede algo próspero cuando os acordéis de haber obrado bien, temed que la prosperidad que se os concede no sea remuneración del bien que habéis hecho. Y cuando veáis que algunos pobres hacen obras dignas de reprensión, aun cuando se manchan con este ligero resto de corrupción, se purifican por medio de la pobreza.
Crisóstomo,
ut sup
Pero dirás: ¿Y no habrá alguno que alcance gracia aquí y allí? Esto es difícil y pertenece al número de los imposibles, porque cuando la pobreza no aflige, aflige la ambición; si la enfermedad no estimula, inflama la ira; y si las tentaciones no asedian, asaltan muchas veces los malos pensamientos. No es pequeño trabajo refrenar la ira, contener los deseos ilícitos, templar las manifestaciones de la vanagloria, cohibir el fausto o la soberbia y llevar una vida austera. Imposible es, pues, que se salve el que no haga todo esto.
San Gregorio,
ut sup
Puede responderse a esto que los malos son los que reciben bienes en esta vida, porque encuentran toda su dicha en una felicidad transitoria. Los justos, por el contrario, pueden recibir bienes aquí y sin embargo no los reciben como una recompensa, porque como desean otros mejores -es decir, los eternos-, todos los bienes que alcanzan no los consideran como tales.
Crisóstomo,
serm. 4 De Lazaro
Después de la misericordia de Dios, hay que esperar la salvación eterna de nuestros propios esfuerzos y no de los de nuestros padres, de nuestros prójimos o de nuestros amigos. Un hermano no nos libra. Y por esto añade: "Fuera de que entre nosotros y vosotros hay un gran abismo eterno".
Teofilacto
Casma mega,
este 'gran abismo' representa la distancia que hay entre los justos y los pecadores, porque así como los afectos de uno y otro han sido distintos, así sus mansiones son diferentes.
Crisóstomo
Se dice que este abismo está afirmado, porque no puede deshacerse, agitarse ni conmoverse.
San Ambrosio
Hay, pues, un gran abismo entre el rico y el pobre, porque después de la muerte no pueden cambiarse los méritos. Por esto sigue: "De manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no puedan, ni de allí pasar acá".
Crisóstomo
Como diciendo: Podemos veros, pero no pasar a donde estáis. Nosotros vemos de lo que nos hemos librado y vosotros lo que habéis perdido. Nuestras alegrías aumentan vuestros tormentos; vuestros tormentos aumentan nuestras alegrías.
San Gregorio,
ut sup
Como los réprobos desean pasar a donde están los escogidos -es decir, salir de la aflicción de sus suplicios-, así los justos quisieran ir por misericordia a donde están los afligidos y los que padecen tormentos para librarlos de ellos. Pero aun cuando las almas de los justos sean misericordiosas, como ya están unidas a la justicia de su Autor, las domina de tal modo su rectitud por la bondad de su naturaleza, que no sienten ninguna compasión por los réprobos. Así como los injustos no pueden pasar a gozar con los buenos porque han sido condenados a sufrir eternamente, así los justos no pueden pasar a donde están los réprobos, porque ensalzados ya por la justicia del juicio divino, no pueden sentir por ellos ninguna compasión.
Teofilacto
En esto hay un argumento contra los sectarios de Orígenes, que dicen, que las penas habrán de tener término y que llegará día en que los pecadores podrán unirse con los justos y con Dios.
San Agustín,
De quaest. Evang. 2,38
Se da a conocer por la inmutabilidad de la sentencia divina, que la misericordia de los justos no puede prestar ningún auxilio a los pecadores, aun cuando quieran. Por esto aconseja a los hombres que hagan bien en este mundo a todos los que puedan, no sea que si después son bien recibidos en la eternidad, no puedan dispensar socorro a aquellos a quienes aman. Porque lo que está escrito (
Lc 16,9): "Para que ellos os reciban en los eternos tabernáculos", no se refiere a los soberbios y faltos de caridad, sino a los que se hicieron amigos por sus obras de misericordia, a quienes no los reciben los justos por autoridad propia, como recompensándolos, sino por permisión divina.
Notas
1.
Estas figuras tienen como finalidad expresar de forma cercana para los más sencillos la realidad de la pérdida eterna de Dios: El habita en una Luz inaccesible (
1Tim 6, 16) y es la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (
Jn 1,9); estar con El es vivir en la felicidad eterna, celebrando el banquete eterno (
Mt 22,1ss). De allí que el infierno, que es el rechazo total de Dios para siempre por parte del pecador, sea descrito como oscuridad, llanto, rechinar de dientes, e infelicidad sempiterna.