Los que iban y venían blasfemaban de El, meneando sus cabezas y diciendo: "¡Ola! tú que destruyes el templo de Dios, y que le reedificas en tres días, sálvate a ti mismo, bajando de la cruz". De la misma manera, mofándose de El los príncipes de los sacerdotes con los escribas, se decían el uno al otro: "A otros ha salvado, y no puede salvarse a sí mismo. El Cristo, el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que seamos testigos de vista, y le creamos". También los que estaban crucificados con El le ultrajaban. (vv. 29-32)
Pseudo - Jerónimo
Atado a la vid el jumentillo de Judea, y teñido su manto con el sumo de la uva, despedazan los cabritos la viña, blasfemando de Cristo y meneando sus cabezas. "Los que iban y venían blasfemaban de El, meneando sus cabezas", etc.
Teofilacto
Los transeúntes blasfemaban de Cristo, recriminándole como a un sedicioso, y el diablo los inspiraba para que dijesen que descendiera de la cruz. Porque como sabía que era la cruz la que obraba la salvación, se lanzaba de nuevo a tentar a Cristo, porque si hubiera bajado de la cruz, hubiese tenido certeza de que no era verdaderamente Hijo de Dios. Así se hubiera destruido la salvación, que viene por la cruz. Mas como era en verdad el Hijo de Dios, no bajó. De haber tenido que bajar, desde el principio no hubiera subido a ella. Pero como convenía que por este medio se obrase la salvación, soportó su crucifixión, sufrió otros muchos dolores, y perfeccionó su obra. "De la misma manera, mofándose de El los príncipes de los sacerdotes, se decían el uno al otro: A otros ha salvado, y no puede salvarse a sí mismo", etc. Decían esto queriendo borrar sus milagros, como si no los hubiera hecho más que en apariencia, pues obrando milagros salvaba a muchos.
Beda,
in Marcum 4, 44
Así también confiesan sin quererlo que salvó a otros, y se condenan con sus mismas palabras, porque el que salvó a otros pudo salvarse a sí mismo.
"El Cristo, el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz para que seamos testigos de vista, y le creamos".
Pseudo - Jerónimo
Y vieron después resucitar al que no creían que pudiera bajar del patíbulo de la cruz. ¿En dónde, oh judíos, podrá apoyarse ya vuestra incredulidad? Sois vosotros a quienes consulto, y a quienes pido que juzguéis. ¡Cuánto más admirable no es resucitar un muerto, que hacer bajar de la cruz a un vivo! Habéis pedido muy poco al que tenía tanto, pero vuestra incredulidad resistió a pruebas mucho mayores que las que pedisteis: todas han desaparecido, y han sido igualmente inútiles (
Sal 13,3).
"También los que estaban crucificados con El le ultrajaban".
San Agustín,
De consensu Evangelistarum 3, 16
¿Cómo puede ser cierto esto, si, según el testimonio de San Lucas, uno de ellos le afrenta, y el otro lo increpa, y cree en Dios? Preciso es, pues, que admitamos que San Mateo y San Marcos, tocando este punto al paso, han puesto el número plural por el singular.
Teofilacto
O es que los dos lo insultaban al principio, y después, conociendo uno de ellos la inocencia de Jesús, increpa al otro, que sigue insultando.