Durante la mesa, tomó Jesús pan, y bendiciéndole, le partió y diósele, y les dijo: "Tomad, éste es mi cuerpo". Y cogiendo el cáliz, dando gracias, se lo alargó y bebieron todos de él, y al dársele, díjoles: "Esta es la sangre mía, el sello del nuevo Testamento, la cual será derramada por muchos. En verdad os digo, que de hoy más no beberé de este fruto de la vid, hasta el día en que le beba nuevo en el reino de Dios". (vv. 22-25)
Beda,
in Marcum 4, 43
Terminadas las ceremonias de la antigua Pascua, pasó a la nueva, es decir, sustituyó la carne y sangre del cordero con el sacramento de su cuerpo y sangre. "Durante la mesa, tomó Jesús pan", etc., para mostrar que El era el mismo a quien el Señor había hecho este juramento: "Tú eres Sacerdote sempiterno, según el orden de Melquisedec" (
Sal 109,4).
"Y bendiciéndole, le partió".
Teofilacto
Esto es, le partió dando gracias; lo que hacemos nosotros, añadiendo algunas oraciones.
Beda,
in Marcum 4, 43
Partió el pan que dio a sus discípulos para manifestar que la fracción de su cuerpo había de ser por su voluntad o su cuidado, y le bendijo porque había llenado la naturaleza humana, que había tomado para padecer, de una virtud divina con su Padre y el Espíritu Santo. Bendijo y partió el pan, porque se dignó librar de la muerte la humanidad que había asumido, a fin de hacer ver que en El existía el poder de la inmortalidad divina, y que resucitaría rápidamente a esta humanidad.
"Y diósele y les dijo: Tomad, éste es mi cuerpo".
Teofilacto
A saber, éste que os doy ahora, y que ahora tomáis vosotros. Porque el pan, no solamente es figura del cuerpo de Cristo, sino que se convierte en este mismo cuerpo, según ha dicho el Señor: "El pan que yo os daré es mi misma carne" (
Jn 6,51), pero no vemos la carne de Cristo a causa de nuestra enfermedad. El pan y el vino son alimento al que estamos acostumbrados, y si viésemos la carne y la sangre, no podríamos tomarlos. Por esto el Señor, acomodándose a nuestra enfermedad, conserva las especies del pan y del vino, pero los convierte en la realidad de su carne y su sangre.
San Crisóstomo,
in serm. De Pass
Y todavía hoy está allí Cristo, quien adornó aquella mesa, y consagra también ésta, porque no es el hombre quien convierte estas ofrendas en el cuerpo y sangre de Cristo, sino el mismo Cristo que fue crucificado por nosotros. De los labios del presbítero salen las palabras, pero son el poder y la gracia de Dios los que las consagran. Las palabras: "Este es mi cuerpo", son las que consagran las ofrendas, y como aquella voz que dice: "Creced y multiplicaos, y llenad la tierra" (
Gén 1,22), fue dicha una sola vez y no obstante, produce su efecto en todo tiempo para la generación en toda la naturaleza, así igualmente esta voz pronunciada una vez presta firmeza al sacrificio en todos los altares de la Iglesia hasta hoy y hasta la venida de Cristo.
Pseudo - Jerónimo
En sentido místico, trasfiguraba el Señor en pan su cuerpo, que es la Iglesia actual. Este se recibe en la fe, se bendice en el número de sus miembros, se parte en las pasiones, se da en el ejemplo, se toma en la enseñanza; y se convierte en su sangre en el cáliz en la mezcla del agua y del vino, para que con uno lavemos nuestras culpas y con otro nos redimamos de la pena. Con la sangre del cordero se protegen las casas de la persecución del ángel y el agua del mar Rojo destruye a lo enemigos: misterios ambos de la Iglesia actual. "Y cogiendo el cáliz, dando gracias, se lo alargó". Porque Dios nos ha salvado por su gracia, y no por nuestros méritos.
San Gregorio Magno,
Moralium 2, 37
Al aproximarse la pasión, da gracias después de tomar el pan. Dio, pues, gracias El que recibió el azote de la iniquidad ajena, y El que jamás hizo nada digno de castigo, bendice lleno de humildad en la pasión. De este modo nos enseña lo que cada cual debe hacer en castigo de sus propias culpas, soportando con tranquilidad el castigo de las ajenas. Del mismo modo, dando gracias en su pasión al Padre, a quien era igual, nos muestra lo que debe hacer el siervo cuando es corregido.
Beda,
in Marcum 4, 43
Y como debemos permanecer nosotros en Cristo, y Cristo en nosotros, se mezcla con agua el vino del cáliz del Señor: siendo las aguas, según San Juan (
Ap 17,15), los pueblos. Y nadie debe ofrecer agua sola, ni vino solo, para que no signifique tal ofrenda la separación de la cabeza y de los miembros, o que Cristo haya podido padecer sin el amor de nuestra redención, o que nosotros sin su pasión podemos salvarnos o ser ofrecidos a Dios.
"Y bebieron todos de él".
Pseudo - Jerónimo
¡Feliz embriaguez! ¡Saciedad saludable! Que cuanto más abundante, más sobriedad se digna dar al hombre.
Teofilacto
Algunos dicen que Judas no fue partícipe de los misterios, sino que salió antes de que el Señor los diera a los discípulos; otros dicen que le dio de ellos.
San Juan Crisóstomo,
in serm. De Pass
Cristo ofrecía su sangre al que le vendió, para que alcanzase el perdón de sus pecados, si impío no hubiera persistido en ellos.
Pseudo - Jerónimo
Bebe Judas y no queda satisfecho, ni puede apagar la sed del fuego eterno, porque recibe indignamente los misterios de Cristo. Su sacrificio no purifica a los que un insensato pensamiento conduce al pecado, y se enlodan en las heces de la crueldad.
San Crisóstomo,
in serm. De Pass
Que ninguno sea Judas en la mesa del Señor. Este sacrificio es un alimento espiritual; porque, así como hace daño el alimento corporal en un estómago ocupado por humores contrarios, así también sucede con el alimento espiritual, que, si encuentra a uno manchado de malignidad, causa su pérdida, no por la naturaleza del alimento, sino por el vicio del que le recibe. Que el alma sea, pues, pura en todos y puro el pensamiento, porque puro es este sacrificio. "Y al dársela, díjoles: Esta es la sangre mía, del nuevo testamento".
Beda,
in Marcum 4, 43
A diferencia de la antigua alianza, que era consagrada con la sangre del macho cabrío y del becerro, diciendo el legislador durante la aspersión (
Ex 24,8). "Esta es la sangre del testamento que os mandó Dios". Y continúa: "la cual será derramada por muchos".
Pseudo - Jerónimo
Porque no a todos purifica.
"En verdad os digo que de hoy más no beberé".
Teofilacto
Es como si dijese: No beberé de este vino hasta la resurrección, porque llama su reino a la resurrección, puesto que entonces reinará contra la muerte. Pero después de la resurrección bebió y comió con los discípulos, manifestando así que era el mismo que había padecido. El vino que bebió entonces era nuevo, porque le bebió de nuevo y de diferente modo, no teniendo ya un cuerpo sensible que necesitara alimento, sino un cuerpo inmortal. He aquí cómo debe entenderse este pasaje: la viña es el Señor, el fruto los misterios y las inteligencias ocultas que concede Aquél que da la ciencia al hombre (
Sal 92). En el reino de Dios, es decir, en el futuro siglo, beberá con sus discípulos los misterios y la sabiduría, enseñándonos y revelándonos cosas nuevas que tiene ahora ocultas.
Beda,
in Marcum 4, 43
O de otro modo: Isaías afirma que la vid o la viña del Señor es la sinagoga, diciendo: "La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel" (
Is 5,7). Fue, pues, al ir a la pasión cuando dijo el Señor: "De hoy más no beberé de este fruto de la vid". Es como si dijera: No me deleitaré ya con las carnales ceremonias de la sinagoga, entre las que tienen el primer lugar las sagradas del cordero pascual: porque llega el tiempo de mi resurrección, llega aquel día en que, colocado en el reino de Dios, esto es, elevado a la gloria de la vida inmortal, me inundaré de gozo con vosotros por la salvación del mismo pueblo regenerado en la fuente de la gracia espiritual.
Pseudo - Jerónimo
Es de considerar que el Señor cambia aquí tan sólo el sacrificio, pero no su momento, a fin de que nunca celebremos la cena del Señor antes del día décimocuarto de la luna. El que celebra la resurrección el día décimocuarto, deberá celebrar la cena el undécimo; lo que nunca se ha hecho en el antiguo ni en el nuevo Testamento.