Tomás le dice: "Señor, no sabemos a dónde vas: ¿pues cómo podemos saber el camino?" Jesús le dice: "Yo soy el camino, y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí: si me conocieseis a mí, ciertamente conocierais también a mi Padre. Y desde ahora lo conoceréis y lo habéis visto". (vv. 5-7)
Crisóstomo In Ioannem hom., 72.
Los judíos que querían separarse de Cristo deseaban saber a dónde iba. Mucho más sus discípulos, que deseaban no separarse jamás de El, estarían ansiosos de saberlo. Y le preguntaban con mezcla de temor y de amor: "Díjole Tomás: Señor, ignoramos a dónde vas".
San Agustín 69.
Jesús había dicho que sabían ambas cosas. Este asegura que las ignora ambas, pero no sabe que falta a la verdad. Luego sabían, e ignoraban que sabían. Jesús los convenció de que sabían esto. "Díjole Jesús: Yo soy el camino, y la verdad y la vida".
San Agustín De verb. Dom. serm., 54.
Como diciendo: ¿Por dónde quieres ir? Yo soy el camino. ¿A dónde quieres ir? Yo soy la verdad. ¿En dónde quieres permanecer? Yo soy la vida. Todo hombre comprende la verdad y la vida, pero no todos encuentran el camino. Hasta los mismos filósofos del mundo vieron que Dios es la vida eterna, y que es la verdad digna de saberse. Mas el Verbo de Dios, que con el Padre es verdad y vida, se hizo el camino tomando la humanidad. Camina por esta humanidad para llegar a Dios, porque preferible es tropezar en este camino, a marchar fuera de la vía recta.
San Hilario De Trin. lib. 7.
Aquel que es el camino, no puede llevarnos por lugares extraviados, ni engañarnos con falsas apariencias el que es la verdad, ni abandonarnos en el error de la muerte el que es la vida.
Teofilacto.
Cuando te dediques a la vida activa, sea Cristo tu camino; y cuando a la contemplativa, sea para ti la verdad. Tanto para los ejercicios activos como para los contemplativos es la vida. Y conviene que marchemos y prediquemos para alcanzar los bienes futuros.
San Agustín ut supra.
Sabían el camino, porque conocían al mismo que es el camino. ¿Para qué, pues, añadir lo de verdad y vida sino porque sabido ya por dónde se debía marchar, convenía también saber a dónde se había de marchar? ¿Quiso decir que iba a la verdad y a la vida? Iba a sí mismo por medio de sí mismo. Pero ¿acaso, Señor, para venir a nosotros te habías separado de ti mismo? Porque yo sé que recibiste la forma de siervo y viniste en carne mortal, permaneciendo donde estabas, y a este lugar tornaste sin dejar tampoco aquél al que habías venido. Luego si por esta vía volviste y por ella tornaste, fuiste camino, no sólo para que nosotros fuéramos a ti, sino también para tu venida y tu vuelta. Cuando, pues, te dirigiste a la vida, que eres tú mismo, llevaste tu propia carne de la muerte a la vida. Y así, en tanto que la carne pasa de la muerte a la vida, Cristo viene a la vida. Mas como el Verbo es la vida, Cristo vino a sí mismo. Porque Cristo es una y otra cosa, a saber: el Verbo es carne en la unidad de la persona. Dios había venido a los hombres por medio de la carne; la verdad había venido a los mentirosos. Porque Dios es la verdad, y todo hombre mentiroso. Al separarse, pues, de los hombres para irse allí donde nadie miente, levantando su carne, El mismo se dirigió, en cuanto el Verbo se hizo carne (
Jn 1,14), por sí mismo, esto es, por su carne, a la verdad que es El mismo. Verdad que logró mantener intacta aún después de su muerte entre los mentirosos. Ved cómo, al hablaros cosas que entendéis, me dirijo a vosotros en cierto modo, sin dejarme a mí mismo. Cuando dejo de hablar, vuelvo a mí en cierta manera, y permanezco con vosotros si conserváis los preceptos que habéis escuchado. Si esto puede la imagen que Dios hizo, ¿qué no podrá la imagen nacida del mismo Dios? De aquí que Cristo va a sí por sí mismo, y por sí mismo al Padre, y nosotros por El vamos a El y vamos al Padre.
Crisóstomo ut supra.
Si, pues, dice: "Yo soy el Señor del que ha de ir al Padre, y a El iréis", etc., no siendo posible ir por otro camino, y habiendo dicho antes: "Nadie puede venir a mí, si mi Padre no lo trajere", diciendo ahora que nadie puede llegar al Padre sino por mí, iguala consigo al que lo engendró. Manifiesta la razón que tuvo al decir: "Sabéis a dónde voy, y sabéis el camino" (
Jn 6,44), con estas palabras: "Si me conocieseis a mí, conoceríais también a mi Padre". Como diciendo: Si conociereis mi sustancia y dignidad, conoceríais también la de mi Padre. Porque aunque lo conocían no era como convenía, hasta que después, con la venida del Espíritu Santo, lo conocieron de una manera perfecta. Por esta causa continúa: "Ahora le conocéis (se refiere a la cognición intelectual), y le habéis visto" (por mí), manifestando que quien a El ve, ve al Padre. Pero lo vieron no en su esencia pura, sino velada por la carne.
Beda.
Ahora debe preguntarse: ¿cómo es que dice el Señor "si me conocieseis", etc., cuando poco antes había dicho "sabéis a dónde yo voy, y sabéis el camino"? Parece deducirse que había algunos que sabían y otros que ignoraban, entre los cuales está Tomás.
San Hilario De Trin. lib. 7.
Siendo el Hijo el camino para ir al Padre, conviene inquirir si es por la enseñanza de su doctrina o por la fe en su naturaleza. Por ello busquemos el sentido correcto de estas palabras: "Si me conocieseis a mí, conocierais también a mi Padre". Así pues, el Señor ha mantenido este orden confirmando que en el sacramento del cuerpo que ha asumido se encuentra la naturaleza de la divinidad del Padre. Y ha distinguido el tiempo de la visión del tiempo del conocimiento, porque asevera que ya ha sido visto el que ha de ser conocido, para que adquiriesen desde el momento mismo de esta revelación el conocimiento de la naturaleza que ya habían visto.