Y había un enfermo llamado Lázaro, de Betania, aldea de María y Marta su hermana. Y María era la que había ungido al Señor con ungüento, y limpiado sus pies con sus cabellos, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo. Enviaron, pues, sus hermanas a decir a Jesús: "Señor, he aquí el que amas está enfermo". Y cuando lo oyó Jesús, les dijo: "Esta enfermedad no es para muerte, sino para gloria de Dios, para que sea glorificado el Hijo de Dios por ella". Y amaba Jesús a Marta, y a María su hermana, y a Lázaro. (vv. 1-5)
Beda
El evangelista había dicho que el Señor había ido a la otra ribera del Jordán; entonces es cuando aconteció que Lázaro enfermó. "Y había un enfermo llamado Lázaro, de Betania". De aquí es que en algunos ejemplares se encuentre colocada la conjunción copulativa
et para que se enlacen las palabras siguientes con las que preceden. Lázaro significa
ayudado
1, y en efecto, entre todos los muertos resucitados por el Señor, éste fue el más ayudado, pues no sólo lo resucita muerto, sino cuatro días después de muerto.
San Agustín In Ioannem tract.,49.
La resurrección de Lázaro es el milagro que más se publica entre todos los que hizo el Señor. Pero si nos fijamos en quién lo hizo, más bien debemos alegrarnos que admirarnos. Resucitó al hombre el que hizo al hombre, y más es crearlo que resucitarlo. En Betania había enfermado Lázaro; por eso dice: "De Betania, aldea de María y de Marta", etc., cuya aldea estaba próxima a Jerusalén.
Alcuino.
Y como había muchas mujeres con este nombre, a fin de no errar, nos la señala por una acción muy conocida: "Y María era la que había ungido al Señor con ungüento", etc.
Crisóstomo In Ioannem hom., 61.
Es preciso notar que ésta no fue aquella meretriz de que nos hace mención San Lucas; pues ésta fue honesta y diligente en recibir a Cristo.
San Agustín De cons. evang., 2,
79
O bien al decir esto San Juan apoya a San Lucas, que refiere que este hecho tuvo lugar en casa de un cierto fariseo llamado Simón. Ya María había hecho esto; mas esto mismo que hizo en Betania por segunda vez, no lo cuenta San Lucas, pero lo refieren a la vez los otros tres evangelistas.
San Agustín De verb. Dom. serm., 52.
Una enfermedad mortal se había apoderado de Lázaro. El fuego abrasador de la fiebre devoraba de día en día el cuerpo de este desgraciado. Las dos hermanas estaban al lado del que se debilitaba, y llorando su desgracia no se separaban un momento del lecho del joven enfermo. Por eso dice de ellas el texto sagrado: "Enviaron, pues, sus hermanas a decir a Jesús: Señor he aquí que el que amas está enfermo".
San Agustín In Ioannem tract., 49.
Ellas no dijeron, ven y sánalo; ni se atrevieron tampoco a decir: mándalo desde ahí y aquí se hará la curación. "He aquí que el que amas está enfermo"; como diciendo: basta que lo sepas, porque no amas y abandonas.
Crisóstomo ut supra.
Por este medio ellas intentaban mover a compasión a Cristo, porque todavía lo miraban como hombre. Por eso no acudieron a El como el centurión y el funcionario, sino que envían a uno, porque por la mucha familiaridad que tenían con El tenían gran confianza. Además, la pena las retenía en casa.
Teofilacto.
Y porque eran mujeres, a las cuales no conviene salir de casa con frecuencia. Las palabras: "He aquí que el que amas está enfermo", expresan una gran piedad y gran fe. Creían que había un poder tan grande en el Señor, que parecía extraño que la enfermedad hubiera podido atacar a un hombre a quien El tanto amaba. "Y cuando lo oyó Jesús, les dijo: esta enfermedad no es para muerte".
San Agustín In Ioannem tract., 49.
Porque la misma muerte no era para la muerte, sino para hacer un milagro, mediante el cual los hombres creerían en Cristo y evitarían la verdadera muerte. Por eso el Señor añade: "Sino para gloria de Dios", en donde indirectamente el Señor se llama a sí mismo Dios, contra los herejes que dicen que el Hijo de Dios no es Dios. Escucha las palabras que siguen, y que se refieren a la gloria de este Dios: "Para que sea glorificado el Hijo de Dios por ella", esto es, por la enfermedad.
Crisóstomo ut supra.
Aquí la partícula
ut no es de causa, sino de efecto
2; pues la enfermedad tenía otra causa, y Jesús se valió de ella para procurar la gloria de Dios.
"Y amaba Jesús a Marta, y a María su hermana, y a Lázaro".
San Agustín ut supra.
El enfermo, ellas tristes, todos amados. Tenían, pues, esperanza, porque eran amados de quien es el consuelo de los afligidos y la salud de los enfermos.
Crisóstomo ut supra.
Aquí el evangelista nos enseña que no debemos afligirnos si vemos enfermos a los virtuosos y amigos de Dios.
Notas