Y dicho esto, fue y llamó en secreto a María su hermana, y dijo: "El Maestro está aquí y te llama". Ella, cuando lo oyó, se levantó luego y fue a El. Porque Jesús aún no había llegado a la aldea; sino que se estaba en aquel lugar en donde Marta había salido a recibirle. Los judíos, pues, que estaban en la casa con ella, y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado apresurada, y había salido, la siguieron, diciendo: "Al sepulcro va a llorar allí". Y María, cuando llegó a donde Jesús estaba, luego que le vio, se postró a sus pies y le dice: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto". (vv. 28-32)
Crisóstomo In Ioannem hom., 61.
Entre tanto, las palabras de Cristo tuvieron la virtud de poner fin al dolor de Marta, porque su misma devoción para con el Maestro no la dejaba sentir en su presencia lo que podía recordar la causa de su dolor. "Y dicho esto", etc.
San Agustín In Ioannem tract., 49.
Debe notarse que el evangelista llama silencio a la voz baja, porque ¿cómo es que calló cuando añadió, diciendo: "El Maestro está aquí y te llama"?
Crisóstomo In Ioannem hom., 62.
Por eso llama a su hermana en secreto; porque si los judíos hubieran sabido que Cristo venía, se habrían retirado y no habrían sido testigos del milagro.
San Agustín ut supra.
Debe notarse también, que el evangelista no dice dónde, cuándo y cómo el Señor llamara a María, a fin de hacernos comprender por las palabras de Marta lo que El omitiera en fuerza de la brevedad de la narración.
Teofilacto.
O juzgó ella la presencia de Cristo como un llamamiento hecho a su hermana, como si dijera: no puedes excusarte de ir a su encuentro estando El ahí.
Crisóstomo ut supra.
Estando todo el mundo allí, ella llorando y llena de aflicción, no esperó a que el Maestro viniese hacia ella, ni se ocupó de su dignidad propia, ni el llanto la detuvo; sino que, levantándose, al punto le salió al encuentro. "Ella, cuando lo oyó, se levantó luego y se fue a El".
San Agustín ut supra.
Donde se ve que Marta no se le habría anticipado si ella hubiera sabido la llegada de Jesús.
"Jesús aún no había llegado a la aldea", etc.
Crisóstomo ut supra.
Marchaba sin prisa, para que no pareciera que buscaba con afán la ocasión de hacer el milagro, sino para que fuera pedido por ellos. Y esto es lo que el evangelista parece que quiere insinuar; o bien porque ella caminaba de prisa para anticipársele. No vino sola, sino trayendo consigo a todos los judíos, de donde se sigue: "Los judíos, pues, que estaban en la casa con ella, la siguieron", etc.
San Agustín ut supra.
Al evangelista le tocó decirnos esto, a fin de enseñarnos por qué motivo había allí muchos judíos cuando Lázaro fue resucitado, y era para que hubiese muchos testigos de un milagro tan grande como fue la resurrección de un muerto de cuatro días.
Prosigue: "Y María, cuando llegó a donde Jesús estaba, luego que le vio se postró a sus pies".
Crisóstomo ut supra.
Esta era más ferviente que su hermana: ni se avergonzó de la muchedumbre, ni temió nada de lo que muchos de ellos, que eran enemigos de Cristo, pudieran sospechar de El. Y menospreciando los respetos humanos se entregó por completo a la gloria de su Maestro, que allí estaba.
Teofilacto.
Aunque parece que se empequeñece con estas palabras: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto".
Alcuino.
Mientras estuviste con nosotros, ningún mal, ninguna enfermedad osó aparecer en vuestra presencia, porque conocieron que teníamos por huésped y por habitante la vida misma.
San Agustín De verb. Dom. serm., 52.
¡Oh concierto desleal! ¡Tú estás aún sobre la tierra y el amigo Lázaro muere! ¿Si muere el amigo, qué sucederá al enemigo? Poco es que sólo las alturas no te obedezcan; he aquí que los infiernos han arrebatado a tu amado.
Beda.
No dijo María tanto como Marta había dicho, porque como es habitual en los que lloran, no pudo ella decir todo lo que quería, todo lo que tenía en su alma.