La mujer le dijo: "Señor, veo que tú eres profeta: nuestros padres, en este monte adoraron, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar en donde se debe adorar". Jesús le dijo: "Mujer, créeme que viene la hora en que ni en este monte, ni en Jerusalén, adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis: nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salud viene de los judíos. Mas viene la hora, y ahora es cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque el Padre también busca tales que le adoren. Dios es espíritu, y es menester que aquéllos que le adoran le adoren en espíritu y verdad". (vv. 19-24)
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 31
Aquella mujer, reprendida por Jesucristo, no se afligió, ni abandonándole se marchó. Sino que se admiraba y se detenía y perseveraba. Por esto sigue el Evangelista: "La mujer le dijo: Veo, Señor, que tú eres profeta". Como diciendo: como me has demostrado lo que yo tenía oculto, me has dado a conocer que eres un profeta.
San Agustín,
In Ioannem tract., 15
Aunque empezaba a venir a ella su marido, aun no había venido del todo. Ya consideraba al Señor como a un profeta, y en realidad que lo era. Pero, refiriéndose a sí mismo, el Señor dice que ningún profeta es criticado en ninguna parte más que en su patria (
Mt 13,57).
Crisóstomo,
ut supra
Además, como ella había sospechado esto, no le preguntó cosa alguna, ni mundana ni temporal, ni que perteneciese a la vida de la tierra. No le hablaba de la salud del cuerpo, ni de dinero, ni de abundancias, ni de riquezas, sino únicamente de doctrinas; porque la que antes era molestada a causa de la sed, ahora andaba solícita de otra cosa: a saber, de la doctrina.
San Agustín,
ut supra
Y empieza a preguntar lo que más le llama la atención, diciendo: "Nuestros padres, en este monte adoraron, y vosotros decís que en Jerusalén está el sitio donde es menester adorar". Había disentimientos entre los samaritanos y los judíos, porque los judíos adoraban a Dios en el templo levantado por Salomón y, por lo tanto, se creían mejores. Mas los samaritanos decían a esto: ¿cómo os jactáis vosotros de que tenéis un templo que nosotros no tenemos? ¿Acaso nuestros padres, que ayer agradaron a Dios, le adoraron en aquel templo? Mejor rogamos nosotros en este monte a Dios, porque nuestros padres le adoraron en él.
Crisóstomo,
ut supra
Cuando dice "nuestros padres" se refiere a aquellos que vivieron en el tiempo de Abraham, porque dicen que allí ofreció a su hijo.
Orígenes,
ut supra
Los samaritanos creían que era santo el monte que se llama Garizim (junto al que vivió Jacob), y en él adoraban a Dios; mas los judíos creían que el monte Sión era sagrado, y que aquél era el sitio elegido por Dios. Mas así como los judíos, de quienes procedía la salud, servían de modelo para los que hablaban en el sentido recto, los samaritanos servían para los que opinaban de diferente modo. Por esto es que muy oportunamente los samaritanos se daban a conocer en el monte Garizim, que quiere decir "distinción" o "división", mas los judíos en el monte Sión, que quiere decir "lugar de observación".
Crisóstomo,
ut supra
Mas Jesucristo no resuelve la cuestión en seguida, sino que lleva a aquella mujer al conocimiento de cosas más elevadas, de las que no le había hablado antes, hasta que ella le confesó como profeta, para que oiga con gran certeza lo que habría de decirle en adelante. Por esto sigue: "Jesús le dijo: Mujer, créeme", etc. Y le dice "créeme", porque en toda ocasión nos es necesaria la fe, como madre de todos los bienes, puesto que ella es la medicina de la salvación, sin la que nada grande puede alcanzarse. Mas los que tientan se parecen a aquellos que sin nave alguna intentan atravesar el mar, porque como saben nadar un poco, creen que con esto es bastante; pero cuando han avanzado algo quedan sumergidos.
San Agustín,
ut supra
Con razón, estando ya presente el marido, oye aquella mujer: "créeme". Ya hay en ti quien crea. Empezaste a tener conocimiento, mas si no creyereis, no entenderéis (
Is 7,9).
Alcuino
Cuando dice "que viene la hora" se refiere al tiempo de la predicación del Evangelio (que ya estaba próximo). Porque en esta época, habiendo desaparecido ya la sombra de las figuras, podría la verdad ilustrar con su luz pura las inteligencias de los que creyesen.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 32
Era inútil que Jesucristo explicase el por qué los padres adoraban en el monte y los judíos en Jerusalén. Por lo tanto, nada dijo acerca de esto, sino que únicamente manifestó que los judíos eran más dignos de consideración, no por el lugar, sino por la inteligencia. Por esto añade: "Vosotros adoráis lo que no sabéis, pero nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salud viene de los judíos".
Orígenes,
In Ioannem tom., 14
Cuando dice vosotros, por la significación material de la palabra se entiende los samaritanos. Y en cuanto al sentido de analogía, se entiende aquellos que opinan de diferente modo respecto de las Sagradas Escrituras, o creen cosas diversas de lo que nosotros creemos y, por lo tanto, viven en el error. La palabra "nosotros", en su significado literal, designa a los judíos. Y en cuanto a la alegoría, al Verbo divino y a todos aquellos que han sido conformados por El en la verdad, obteniendo la salvación mediante las tradiciones judías.
Crisóstomo,
ut supra
Los samaritanos adoraban lo que no conocían, creyendo que Dios estaba circunscrito a ciertos sitios y que era un Dios particular, no teniendo formada de El otra opinión que la que tenían formada de los ídolos. Y, por tanto, confundían el culto de Dios con el culto de los demonios. Mas los judíos estaban libres de este error porque sabían que Dios era el dueño de todo el Universo. Por esto dijo: "Nosotros adoramos lo que sabemos". Se cuenta a sí mismo en el número de los judíos, hablando según la opinión de la mujer, que le creía un profeta de los judíos. Por esto dijo: "Adoramos", siendo así que es bien sabido que El es adorado por todos. Y cuando dice: "Porque la salud viene de los judíos", no manifiesta otra cosa que de allí habría de salir para todo el mundo todo lo más saludable y puro. Allí comenzó a conocerse a Dios y a detestarse a los ídolos. Y de allí nacieron otros dogmas. También allí tuvo principio lo que es para nosotros, y fue para los judíos, motivo de adoración. Llamó "salud" a su presencia, cuando dice que procede de los judíos, según aquellas palabras del Apóstol: "De quienes procede Jesucristo, según la carne" (
Rom 9,5). Véase cómo alaba el Antiguo Testamento, al que considera como el fundamento de todos los bienes, demostrándose a sí mismo en todas las ocasiones como no contrario a la Ley.
San Agustín,
ut supra
Mucho había concedido a los judíos, de quienes dijo: "Nosotros adoramos lo que sabemos". Pero no refiriéndose a la persona de los judíos malvados, sino a aquéllos de quienes procedían los apóstoles, como habían sido los profetas, y como fueron todos aquellos santos que pusieron a los pies de los Apóstoles el íntegro de todas sus cosas (
Hch 4).
Crisóstomo,
ut supra
Así pues, los judíos os aventajan ¡oh mujer! en el modo de adorar, pero también este modo de adorar ha de tener su fin. Por esto añade: "Mas viene la hora (y ahora es), cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad". Y como los profetas habían predicho ya mucho tiempo antes lo que habían predicho, dice: "Y ahora es", para que no se crea que esta profecía era de las que habían de cumplirse después de mucho tiempo. La cosa ya apremia y está a la puerta. Y en otro lugar dijo también: "Los verdaderos adoradores", para distinguirlos de los falsos. Porque hay algunos que son falsos adoradores, como son los que piden cosas temporales y caducas en la oración, o aquéllos que empiezan a obrar de un modo diferente a como eran antes.
Crisóstomo,
ut supra
Cuando dice: "Verdaderos", excluye a los judíos con los samaritanos. Porque aun cuando los primeros eran mejores que los segundos, sin embargo, para los que habían de venir habrían de ser mucho menores, como lo es la figura respecto de la verdad. Son, pues, verdaderos adoradores los que no circunscriben el culto de Dios (o sea su adoración) a lugar alguno, y adoran a Dios en espíritu. Por esto San Pablo dice: "A quien sirvo en mi espíritu", etc. (
Rom 1,9).
Orígenes,
ut supra
Se dice por dos veces: "Viene la hora". Primeramente, se dice de un modo sencillo, "Viene", y no se añade: "y ahora es"; mas en el segundo lugar, se dice: "Y ahora es". Y yo creo que primero se hace conocer la adoración que, despojados del cuerpo, hemos de dar a Dios en la perfección; mas en el segundo lugar se habla de aquella adoración que sucede ahora en la vida presente, en cuanto lo permite la naturaleza humana. Mas cuando llegue la hora de la que habla el Señor, debe prescindirse del monte de los samaritanos, y Dios debe ser adorado en Sión, que es donde está Jerusalén, de la que Jesucristo dice que es la del excelso príncipe. Y ésta es la Iglesia en donde la oblación sagrada y las víctimas espirituales son ofrecidas en la presencia de Dios por aquellos que comprenden la Ley en sentido espiritual. Y cuando venga la plenitud de los tiempos no podrá pensarse que el verdadero culto dado en Jerusalén (esto es, en la presente Iglesia) pueda seguirse practicando, porque los ángeles no adoran al Padre en Jerusalén. Mas cuando llegue esa hora todo hombre se presentará como hijo al Padre. Por ello no dijo adoraréis a Dios, sino adoraréis al Padre. Mas al presente, adoran al Padre en espíritu y en verdad los verdaderos adoradores.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 32
Dice esto respecto de la Iglesia, en la que se presta a Dios la adoración verdadera y conveniente. Por esto añade: "Porque el Padre también busca a aquellos que le adoran". Y aun cuando ya en otro tiempo quería a esos tales, permitió que se quedasen entre los antiguos y les concedió que sirviesen de figura. Hizo esto únicamente condescendiendo con aquellos, para que por este medio viniesen al conocimiento de la verdad.
Orígenes,
In Ioannem tom., 14
Mas si el Padre busca, busca por medio de Jesús, quien vino a buscar y a salvar lo que había perecido, y a quienes, instruyéndolos, convirtió en verdaderos adoradores. En cuanto a lo que añade: "Dios es espíritu", creo que se refiere a aquello que nos lleva a la verdadera vida, porque aun en la vida corporal somos vivificados por el espíritu.
Crisóstomo,
ut supra
También indica que Dios es incorpóreo. Conviene, por tanto, que su culto sea también incorpóreo, esto es, que nos ofrezcamos a El por medio del alma y por la pureza de intención. Por esto añade: "Y es menester que aquellos que le adoran, le adoren en espíritu y en verdad". Y como los samaritanos y los judíos despreciaban el alma y se cuidaban mucho del cuerpo, procurando limpiarle de toda inmundicia, por tanto dice que no por medio de la limpieza del cuerpo, sino por medio de lo incorpóreo que existe en nosotros (esto es, por medio del entendimiento, al cual denomina espíritu), Dios incorpóreo es adorado.
San Hilario,
De Trin. l. 2
Cuando enseñó que Dios espíritu debe ser adorado en espíritu, manifestó la libertad y la ciencia, como también la infinidad de los que habrían de adorarle, según aquellas palabras del Apóstol: "Donde está el espíritu de Dios, allí está la libertad" (
2Cor 3,17).
Crisóstomo,
ut supra
Conviene adorar a Dios en verdad, porque las primeras adoraciones eran figuras, como eran la circuncisión, los holocaustos y los perfumes; mas ahora sólo hay verdad.
Teofilacto
Pero hay muchos que creen que ellos adoran a Dios en espíritu (esto es, por el alma), sin que tengan de Dios ideas rectas, como son los herejes. Por esto añade: "Y en verdad". Acaso alguno dirá que se indica en lo dicho los dos ámbitos del conocimiento que existen en nosotros, a saber: la acción y la contemplación. Y así por medio del espíritu se indicaría la actividad según aquellas palabras del Apóstol: "Los que obran según el espíritu de Dios", etc. (
Rom 8,14). Por medio de la verdad se referiría a la contemplación. O de otra manera: creían los samaritanos que Dios sólo estaba en un lugar determinado y que allí debía adorársele, contra los que dicen que los verdaderos adoradores no adoran en un lugar determinado, sino en el espíritu. Para los judíos, todo se encontraba bajo figura y en sombra. Y por tanto se dice que los verdaderos adoradores no adorarán en figura, sino en verdad. Y como Dios es espíritu, busca adoradores espirituales; siendo El la verdad, busca a los verdaderos.
San Agustín,
ut supra
Buscabas, acaso, un monte para orar con el fin de estar más cerca de Dios. Pero el que habita en lo alto se acerca a los humildes; luego, desciende para que asciendas. Ascensiones son en su corazón, dijo el salmista, las ascensiones del que llora en el valle de lágrimas, que representa la humildad. ¿Quieres orar en el templo? (
Sal 83,6). Pues ora en ti, mas primero sé templo de Dios.