Dijo la madre de El a los que servían: "Haced cuanto os dijere". Y había allí seis hidrias de piedra, conforme a la purificación de los judíos, y cabían en cada una dos o tres cántaros. Y Jesús les dijo: "Llenad las hidrias de agua": y las llenaron hasta arriba. Y Jesús les dijo: "Sacad ahora y llevad al maestresala". Y le llevaron. Y luego que gustó el maestresala el agua hecha vino, y no sabía de dónde era, aunque los que servían lo sabían porque habían sacado el agua, llamó al esposo el maestresala y le dijo: "Todo hombre sirve primero el buen vino; y después que han bebido bien, entonces da el que no es tan bueno; mas tú guardaste el buen vino hasta ahora". Este fue el primer milagro que hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria, y creyeron en El sus discípulos. (vv. 5-11)
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 21
Aunque había dicho "no es llegada mi hora", al fin hizo lo que su Madre le había pedido. Y así prueba suficientemente que no estaba sujeto a horas. Pues si lo hubiese estado, ¿cómo hizo esto cuando aun no había llegado la hora debida? Además, por honra de su madre, a quien no creía oportuno contradecir, ni quería avergonzar delante de todos; pues ésta le había traído a los que servían para que la petición se hiciese por muchos. Por esto sigue: "Dijo la madre de El a los que servían: Haced cuanto El os dijere".
Beda
Como diciendo: Aunque parece que se niega, lo hará sin embargo. La madre sabía, pues, que era bueno y caritativo. Prosigue: "Y había allí seis hidrias de piedra", etcétera. Se llaman hidrias a unos cántaros a propósito para llevar agua, del griego udwr que significa agua.
Alcuino
Los vasos que tenían para llevar agua con el fin de que se purificasen los judíos eran los que tradicionalmente empleaban los fariseos, que también tenían esta costumbre, y que con frecuencia se lavaban.
Crisóstomo, ut sup
Mas como Palestina era escasa de agua, y ésta no se encontraba en muchos sitios por haber pocas fuentes y pozos, llenaban las hidrias de agua para no tener que volver muchas veces, porque en cuanto se manchaban tenían cerca el medio de purificarse. Y para que los infieles no sospechasen que de los restos que habían quedado en el fondo de los vasos, después de haber introducido el agua, hizo aquel vino tan exquisito, por eso dice el Evangelista: "Conforme a la purificación de los judíos"; manifestando que aquellas hidrias nunca habían estado destinadas a contener vino.
San Agustín, in Ioannem, tract. 9
Con la palabra metretas significa ciertas medidas, como si dijera urnas o cántaros, o algo por el estilo; la palabra medida en griego es metron; de aquí el que se llamen metretas.
Beda
Y cuando dice las palabras "dos o tres", no quiere decir que en unas urnas cupiesen tres y en otras dos medidas, sino que todas ellas servían indiferentemente para dos o para tres medidas.
Prosigue: "Jesús les dijo: Llenad las hidrias de agua. Y las llenaron hasta arriba".
Crisóstomo, ut sup
Pero ¿por qué no hizo el milagro antes que las hidrias fuesen llenas de agua? Porque hubiese sido mucho más admirable si hubiese sacado aquella sustancia de la nada y hubiese brillado mucho más el milagro, toda vez que allí no hubo otra cosa que el cambio de una esencia en otra. Esto, en verdad, hubiera sido más prodigioso; pero muchos, en cambio, no lo hubiesen creído. Por esta razón se abstiene muchas veces de hacer milagros estupendos, queriendo hacer más creíble lo que hacía, y con esto destruía las malas doctrinas. Y como hay algunos que dicen que hay otro Creador del mundo, El hace muchos milagros con las sustancias que le están sometidas; pues si el que ha creado el mundo fuera contrario al Salvador, éste no se valdría de medios ajenos para probar su propia virtud. Pero no las llenó El mismo de agua y mostró después el vino, sino que mandó a los que servían para que fuesen testigos de lo que acontecía. Por esto sigue: "Y Jesús les dijo: Sacad ahora, y llevad al maestresala".
Alcuino
La palabra Architriclino quiere decir jefe del triclinio, y triclinio quiere decir una fila de tres asientos, del griego klinh ; esto es, el primero de los convidados, que, según se acostumbraba antiguamente, se recostaba 1 en el primer lugar. Alguno entiende por architriclino a alguno de los sacerdotes de los judíos, que podía asistir a las bodas para que instruyese a los esposos acerca de éstas.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 25
Otros creen que, como los convidados podían estar embriagados, era fácil que creyesen que se habían trastornado las cosas, y que no supieran si era agua o vino lo que bebían; mas aquellos a quienes estaba confiado el cuidado de los que asistían al convite, vigilaban mucho para que nada faltase y todo estuviese a punto y en orden. Por lo tanto, en testimonio de lo que sucedía, dijo el Señor: "Llevad al maestresala", porque era quien tenía el cuidado. Y no dijo: servid a los convidados.
San Hilario, De Trin., 1, 3
He aquí que se echó agua en las hidrias y de ellas se sacó vino, que se vaciaba en las copas. Así sucede que la opinión de los que echaron el agua difiere de la opinión de los que bebían. Los que las llenaron creían que saldría agua, mas los que las vaciaban veían que salía vino. Por esto sigue: "Y luego que gustó el maestresala el agua hecha vino, y no sabía de dónde era (pero los que servían sabían muy bien que habían echado agua), llamó al esposo el maestresala". Y en ello no hubo mezcla, sino creación; faltó la sencillez del agua, y apareció el sabor del vino. No acontece que por la mezcla de un líquido de inferior calidad se obtiene otro superior, sino que realmente desaparece lo que era y aparece lo que no existía.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 21
El Señor quería que sus milagros fuesen conocidos poco a poco, y por lo tanto ni El revelaba lo que había hecho, ni el maestresala llamó a los sirvientes (porque no se les hubiera creído, si ellos hubiesen dado tal testimonio de alguien a quien se consideraba un mero hombre), sino que llama al esposo, que era quien podía haber visto lo que había sucedido. Y Jesucristo no hizo vino sencillamente, sino un vino exquisito. Por esto sigue: "Y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino", etc. Tales son los milagros de Jesucristo, que todo lo que hace es mucho más útil y hermoso que lo que se hace por la naturaleza. Por lo tanto, tuvo por testigos a los sirvientes, de que en realidad era agua lo que se había convertido en vino, y de que el vino era bueno, al maestresala y al esposo. Y es probable que el esposo respondería, pero el Evangelio nada dice de esto, ocupándose únicamente de lo que era necesario saber; esto es, que el agua se había convertido en vino. Por lo que añade en seguida: "Este fue el primer milagro que hizo Jesús en Caná de Galilea".
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 22
Entonces era necesario hacer milagros, porque los discípulos ya estaban reunidos y atentos, fijándose en todas las cosas que sucedían claramente. Mas si alguno dijese que esto no era razón suficiente sobre que era el principio de los milagros -porque el Evangelista añadió "En Caná de Galilea", como significando que ya se habían hecho primero en otra parte-, diremos lo que ya antes hemos advertido: que dijo San Juan haber él venido a bautizar para darlo a conocer en Israel ( Jn 1,31). Y si hubiera hecho milagros en su niñez, los israelitas no hubieran necesitado de otro que se lo manifestase. Y el que en poco tiempo brilló tanto por sus muchos milagros, que su nombre fue conocido de todos, mucho más lo hubiera sido si hubiera hecho milagros desde sus primeros años, porque los milagros que se hubiesen hecho por El siendo niño, hubieran sido más portentosos por proceder de un infante, y había además más tiempo para que se extendieran. Muy convenientemente no empezó a hacer milagros en la primera edad, porque hubiesen creído que la Encarnación era sólo aparente, y lo hubieran crucificado antes del tiempo oportuno, acosados por la envidia.
San Agustín, in Ioannem, tract. 9
Este milagro del Señor, por el que convirtió el agua en vino, no llama la atención a los que conocen que es Dios el que lo hace; el mismo que hizo el vino en las hidrias es el que todos los años lo está haciendo en las viñas. Pero esto, por suceder siempre, ya no causa admiración. Y así el Señor se reservó el hacer ciertas cosas que no suceden con frecuencia, para excitar la admiración de los hombres que duermen e inducirlos a la adoración que le deben. Por lo que sigue: "Y manifestó su gloria".
Alcuino
El es el Rey de la gloria, quien transforma también los elementos como Señor de ellos.
Crisóstomo, ut sup
Y esto en cuanto a su poder. Y si entonces no lo conocieron muchos, sin embargo, después todos habían de oír hablar del milagro. Por esto sigue: "Y creyeron en El sus discípulos". Estos debían creer con más facilidad y atender diligentemente a todo lo que hacía.
San Agustín, De cons evang. 2, 17
Mas si entonces creyeron en El, todavía no eran discípulos suyos cuando fueron convidados a las bodas. Mas se dijo así, de a la misma manera que solemos decir que el apóstol San Pablo nació en Tarso de Cilicia, pues cuando nació aún no era apóstol. A semejanza de esto, cuando oímos decir que los discípulos del Señor fueron convidados a las bodas, debemos entender que no eran discípulos aún, sino que lo serían con el tiempo.
San Agustín, ut sup
Véanse los misterios que se encierran en estos milagros del Señor. Convenía que se cumpliese en Jesucristo lo que se había escrito acerca de El. Aquélla era agua, pero del agua hizo vino cuando les iluminó sus inteligencias y les explicó las Escrituras. Así tuvo sabor lo que no lo tenía, y embriagó lo que no embriagaba.
Beda
Cuando el Señor apareció en carne mortal, la suavidad del conocimiento de la Ley, parecida al vino, poco a poco empezó a corromperse por la interpretación material que le daban los fariseos, alejándose de su primitiva virtud.
San Agustín, ut sup
Si hubiese mandado quitar el agua y hubiese introducido vino, puesto que conoce los secretos de la creación humana, hubiese parecido que desaprobaba las antiguas Escrituras 2. Mas como convirtió el agua en vino, nos dio a conocer que la Escritura antigua le pertenecía, porque en virtud de su mandato se llenaron las hidrias. Mas aquella Escritura no tiene sabor, si no se comprende en ella a Jesucristo. Sabemos también que la Ley data desde los primeros tiempos, esto es desde el principio del mundo, desde donde hasta nuestros días se cuentan seis edades: la primera data desde Adán hasta Noé; la segunda, desde Noé hasta Abraham; la tercera, desde Abraham hasta David; la cuarta, desde David hasta la trasmigración de Babilonia 3; la quinta, hasta el Bautista (San Juan Bautista), y la sexta desde aquí hasta el fin del mundo. Aquellas seis hidrias representan estas seis edades, en las cuales nunca faltó alguna profecía. Y cuando se cumplieron las profecías se llenaron las hidrias. Y ¿qué representa aquello de que cabían dos o tres cántaros? Si solamente hubiese dicho que cabían tres, nuestra imaginación no hubiese creído otra cosa sino que se refería al misterio de la Trinidad. Pero ni aun así debemos separarnos de esta idea, porque dijo dos o tres, en atención a que una vez nombrado el Padre y el Hijo, debe entenderse, como consecuencia, el Espíritu Santo. Conviene, por lo tanto, entender, el amor del Padre y del Hijo (que es el Espíritu Santo). Pero también puede entenderse otra cosa; por dos metretas se entienden las dos clases de hombres; esto es, los judíos y los griegos. Y por tres, los tres hijos de Noé.
Alcuino
Los servidores son los doctores del Nuevo Testamento que explican las Escrituras a otros en sentido espiritual. El maestresala es algún doctor de la Ley, como Nicodemo, Gamaliel o Saulo. Cuando se confió a éstos la predicación del Evangelio, que se ocultaba en la letra de la Ley, representaban al maestresala, a quien se le daba a gustar el vino hecho del agua. Y en la casa de las bodas había tres clases de hombres recostados, como en la Iglesia hay tres clases de fieles, a saber: casados, continentes y doctores. Pero el Señor reservó el vino exquisito para el final; esto es, el Evangelio, que llegó en la sexta edad.
Notas
1. Se recostaban para comer.
2. El Antiguo Testamento.
3. La deportación de Babilonia.