Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: "Hemos hallado al Mesías", que quiere decir el Cristo. Y le llevó a Jesús. Y Jesús le miró y dijo: "Tú eres Simón, hijo de Juan: tú serás llamado Cefas", que se interpreta Pedro. (vv. 41-42)
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 18 et 19
Lo que Andrés aprendió de Jesús, no lo retuvo para sí, sino que lleno de alegría corrió inmediatamente a contar a su hermano el bien que había recibido. Por esto sigue: "Este halló primeramente a su hermano Simón y le dijo: hemos encontrado al Mesías, que quiere decir el Cristo".
Beda, in hom 1 de sanct. temp. hiem
Esto en verdad quiere decir encontrar al Señor, encenderse en su amor y cuidar también de la salvación de sus hermanos.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 18
Y en realidad no había dicho el Evangelista lo que Jesucristo dijo a los que le siguieron. Pero puede deducirse por lo que aquí se dice: lo que dijo Andrés lo compendia en pocas palabras, porque le manifiesta la virtud del maestro, que les había persuadido y el deseo que primero ellos a su vez habían demostrado. Vemos, pues, que estas palabras expresan al mismo tiempo la aplicación del que padece por la ausencia, y la alegría después que aparece lo que se esperaba.
San Agustín, in Ioannem, tract.7
La palabra Mesías en hebreo, y Cristo en griego, en castellano significa "ungido". Crisma es la unción y Jesús fue ungido de una manera especial. Así es que todos los cristianos somos ungidos, según lo que se dice en el Salmo: "Te ungió el Señor tu Dios, con el óleo de la alegría, sobre todos tus compañeros" ( Sal 44). Y en verdad todos los santos son sus compañeros, pero Aquél es santo de un modo singular, y fue ungido de una manera particular.
Crisóstomo, ut sup
Por esto no dijo sencillamente Mesías, sino con artículo: el Mesías. Obsérvese también cuánta era la obediencia de San Pedro desde un principio que inmediatamente y sin tardanza corrió a ver al Salvador. Por esto sigue: "Y le llevó a Jesús". No se le reprenda ni critique de ligereza porque sin detenerse a reflexionar creyó en seguida lo que se le había dicho. Es muy probable y fácil de creer que su hermano se lo contaría todo con más pormenores y detenimiento. Pero los evangelistas pasan muchas cosas en silencio en atención a la brevedad. Por otra parte, no se ha dicho que simplemente asintió, sino que lo llevó a Jesús para que lo oyese todo. Y el mismo Señor empezó a enseñarle lo que afectaba a la divinidad, y poco a poco le explicaba todas las cosas por medio de los vaticinios, como también todas las señales que daban las profecías. Y esto es lo que es especialmente obra propia de Dios, y lo que no pueden imitar ni aun los mismos demonios. En los milagros puede haber alguna fantasía o alguna apariencia de verdad, mas el predecir lo futuro con toda certeza únicamente es propio de Aquél cuya naturaleza es incorruptible. Por esto sigue: "Y Jesús lo miró, y le dijo: tú eres Simón, hijo de Joná: tú serás llamado Cephas, que se interpreta Pedro".
Beda, hom. in vig. S.Andreae
Le miró, no sólo con los ojos exteriores sino con la mirada interior de la divinidad, viendo la sencillez de su corazón y la elevación de su alma, en razón de cuyas prendas merecía el primer lugar en toda su Iglesia. Y no debemos buscar en la palabra Pedro otra interpretación, ni en hebreo, ni en sirio, porque lo mismo significa en griego y en latín Pedro, que Cephas en sirio, y en una y otra lengua esta palabra se deriva de piedra. Y se le llama Pedro por la firmeza de su fe con la cual se adhirió a aquella piedra de quien dice el Apóstol: "Mas la piedra era Cristo" ( 1Cor 10,4), que robustece contra las asechanzas de sus enemigos los que esperan en El, y les concede abundancia de bienes espirituales.
San Agustín, in Ioannem, tract. 7
Nada de particular tiene que el Señor dijese de quién era hijo. Conocía los nombres de todos sus santos, a quienes había predestinado desde la constitución del mundo. Lo que sí es grande es que le cambiase el nombre y de Simón lo hiciera Pedro. Pedro viene de la palabra piedra. Piedra es la Iglesia; luego la Iglesia está representada en el nombre de Pedro. ¿Y quién está seguro de su obra sino el que edifica sobre piedra? Y más abajo el Señor despierta tu atención. Y si se hubiese llamado Pedro desde antes no verías el misterio de la piedra, y creerías que por casualidad él se llamaba así y no por disposición de la divina providencia. Cuando quiso que antes se llamase de otro modo, fue para que se conociese la fuerza del misterio por el mismo a cambio del nombre.
Crisóstomo, ut sup
También le cambió el nombre para manifestar que El fue el que ordenó el Antiguo Testamento, dio y cambió los nombres llamando a Abram, Abraham; a Serai, Sara; y a Jacob, Israel. Luego impuso a muchos el nombre desde su nacimiento, como a Isaac, Sansón y otros. A otros los designó con distinto nombre del que le pusieron sus padres, como aquí a Pedro y a los hijos del Zebedeo. Porque aquellos cuya virtud debía brillar desde el principio, desde luego recibieron su nombre. Pero aquellos a quienes después se les debía aumentar, se les puso el nombre después.
San Agustín, De cons. Evang. 3, 17
Y no puede considerarse como pequeña la contradicción de que antes de que Jesús fuese a Galilea desde junto al Jordán, sólo por el testimonio del Bautista le siguieron dos, uno de los cuales era Andrés, el cual trajo a su hermano Simón, siendo entonces cuando recibió el nombre, esto es que se llamase Pedro; mientras que dicen los otros Evangelistas que los encontró pescando en Galilea, y los llamó al apostolado. Pero no debe entenderse que Jesús no los hubiese visto junto al Jordán, y ya se hubiesen unido a El para siempre, sino únicamente que conocieron quién era, y después de admirarle se volvieron a sus propias faenas. Y no se crea que San Pedro recibió el nombre cuando el Señor le dijo: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" ( Mt 16,18), sino cuando se recuerda que le dijo: "tú te llamarás Cephas, que significa Pedro".
Alcuino
No le puso en seguida el nombre, sino que ya designa el que después se le habría de imponer, cuando le dijo Jesús: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Cuando Jesús iba a cambiarle el nombre, quiso demostrar también cuál era el nombre que había recibido de sus padres, porque su significación no carece de misterio. Simón quiere decir obediente, Joanna quiere decir gracias, y Joná, paloma, como diciendo: tú eres obediente e hijo de la gracia, o hijo de la paloma, esto es, del Espíritu Santo. Porque habías recibido la humildad del Espíritu Santo, para que desearas verme en cuanto Andrés te llamase. Y no desdeñó, siendo mayor, seguir al menor, porque no hay razón de edad cuando hay mérito de fe.