Y estando hablando estas cosas, se puso Jesús en medio de ellos, y les dijo: "Paz a vosotros; yo soy; no temáis". Mas ellos, turbados y espantados, creían que veían algún espíritu; y les dijo: "¿Por qué estáis turbados, y suben pensamientos a vuestros corazones? Ved mis manos y mis pies, que yo mismo soy: palpad y ved, que el espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo": y dicho esto, les mostró las manos y los pies. (vv. 36-40)
San Cirilo
Como la noticia de que Jesucristo había resucitado ya se extendía por todas partes y como el afecto de sus discípulos se había encendido en el deseo de verle, vino el deseado y se dio a conocer a los que le deseaban y buscaban. Y se presenta a ellos, no de una manera dudosa, sino con toda evidencia. Por esto dice: "Y estando hablando de estas cosas, se puso Jesús en medio de ellos".
San Agustín De conc. evang. lib. 3,
cap. 25
San Juan también hace mención de esta aparición del Salvador, después de su resurrección gloriosa, pero añade que Santo Tomás no estaba con ellos porque, según San Lucas, era uno de los dos que volvieron a Jerusalén, encontrando reunidos a los once. Esto da a entender que Santo Tomás había salido antes que el Salvador apareciese. San Lucas da ocasión a creer que esto es así, porque mientras hablaban de este modo, salió Santo Tomás y a continuación entró el Salvador. Algunos dicen que no eran aquellos once que ya se llamaban apóstoles, sino que eran otros once del número de los discípulos que se encontraban allí. Pero como añade San Lucas: "Y a los que estaban con ellos", dio a entender de una manera evidente que aquellos once a los que él se refiere eran los apóstoles, con quienes se encontraban los demás.
Pero veamos en virtud de qué misterio había mandado decir el Salvador cuando resucitó, según refieren San Mateoy San Marcos: "Iré delante de vosotros a Galilea; allí me veréis" (
Mt 28,10;
Mc 16,7). Lo cual si bien se cumplió, sucedió después de muchos otros acontecimientos, porque como esto se había anunciado así, parece que debía haber sucedido antes que lo demás, o ser lo único que sucediese.
San Ambrosio
Creo que fue muy conveniente que Jesús anunciase a sus discípulos que le verían en Galilea pero se presentó antes, cuando estaban reunidos, porque tenían miedo.
Griego
Y esto no representa la transgresión de una promesa, sino más bien el cumplimiento adelantado y la manifestación de su bondad, ya que quería animar la pusilanimidad de sus discípulos.
San Ambrosio
Después que hubo fortalecido sus corazones, se dice que aquellos once marcharon a Galilea. Y nada se opone a que pueda decirse que había unos pocos reunidos, y muchos en el monte.
San Eusebio
Dos Evangelistas, esto es, San Lucas y San Juan, dicen que se apareció sólo a los once en Jerusalén, y los otros dos relatan que el ángel y el Salvador ordenaron no sólo a los once, sino también a todos los discípulos y hermanos, que se apresuraran a ir a Galilea, de los cuales hace mención también San Pablo cuando dice: Después se apareció a la vez a más de quinientos hermanos" (
1Cor 15,6). Pero es más probable la primera solución, de que se apareció primero en Jerusalén a los discípulos acobardados, consolándolos, y que en Galilea se apareció no a la pequeña asamblea, ni una ni dos veces, sino que hizo ostentación de su gran poder presentándose vivo a ellos después de su pasión, y en muchas oportunidades, como dice San Lucas en los Hechos de los Apóstoles.
San Agustín De conc. evang. lib. 3,
cap. 25
Lo que dijo el ángel -esto es, el Señor- debe entenderse en sentido profético. Pues el Señor se le aparece en Galilea conforme a la significación de esta palabra que quiere decir transmigración, porque ellos habían de transmigrar del pueblo de Israel a los gentiles, quienes no hubiesen creído en la predicación de los apóstoles, si Jesucristo no les hubiese preparado el camino en el corazón de los hombres. En este concepto se entiende: "Irá delante de vosotros a Galilea" (
Mt 28,7). En cuanto que Galilea quiere decir
revelación
1, da a entender que el Señor se manifiesta ya no en forma de siervo, sino en la que es igual al Padre, y que es la que ha ofrecido a sus escogidos. Cuando le veamos en la verdadera Galilea se nos presentará tal y como es (ver
1Jn 3,2). Ella será la mejor marcha de este mundo a la eternidad, en donde ya no se separará de nosotros cuando venga y habiéndonos precedido, no nos abandonará.
Teofilacto
Cuando el Salvador se encontraba en medio de sus discípulos, disipaba su temor con las palabras de su saludo: "La paz sea con vosotros", dando a entender que El era igualmente su maestro cuando les saludaba con estas palabras que cuando los fortalecía para que fuesen a predicar. Por esto sigue: "Y les dijo: Paz a vosotros; yo soy, no temáis".
San Cirilo
Avergüéncenos el prescindir del saludo de la paz que el Señor nos dejó cuando iba a salir del mundo. La paz es un don y una cosa dulce, que sabemos proviene de Dios, según lo que el Apóstol dice a los Filipenses: "La paz de Dios" (
Flp 4,7), y aquéllo de: "Dios de la Paz" (
2Cor 13,11) y Dios mismo es la Paz, según aquéllo de: "El es nuestra paz" (
Ef 2,14). La paz es un bien recomendado a todos, pero observado por pocos. ¿Cuál es la causa de ello? Acaso el deseo del dominio, o la ambición, o la envidia, o el aborrecimiento del prójimo, o el desprecio, o alguna otra cosa que vemos a cada paso en los que desconocen al Señor. La paz procede de Dios, que es quien todo lo une, cuyo ser es unidad de su naturaleza y de su estado pacífico. La transmite a los ángeles y a las potestades del cielo, que están en constante paz con el Señor y consigo mismos. También se extiende por todas las creaturas que desean la paz. En nosotros subsiste, según el espíritu de cada cual, por medio de la búsqueda y ejercicio de las virtudes, y según el cuerpo, en el equilibrio de los miembros y los elementos de que se forma. Lo primero se llama belleza, lo segundo salud.
Beda
Los discípulos sabían que el Salvador era verdadero hombre, puesto que habían tratado con El por espacio de mucho tiempo. Pero después que fue muerto, no creen que pudiera resucitar del sepulcro en verdadera carne. Por lo tanto, creen que ven el espíritu que salió de El en el momento de expirar. Por esto sigue: "Mas ellos, turbados y espantados, pensaban que veían un espíritu". Aquel terror de los discípulos dio lugar a la secta de los Maniqueos.
San Ambrosio
Pero guiados por los ejemplos de sus virtudes, no creemos que Juan y Pedro pudiesen dudar. ¿Por qué dice San Lucas que estaban espantados? En primer lugar, porque el parecer de unos pocos es absorbido por el parecer de muchos; en segundo lugar, porque aun cuando San Pedro creía en la resurrección, pudo turbarse; sin embargo, pudo asustarse porque de un momento a otro el Señor se presentaba corporalmente, cuando todo estaba cerrado.
Teofilacto
Porque como por medio de la palabra
paz no se tranquilizó la turbación en los corazones de los discípulos, por otra parte les indica que El era el Hijo de Dios que conocía los misterios del corazón; por lo que dice: "Y les dijo: '¿Por qué estáis conturbados y suben pensamientos a vuestros corazones?'".
Beda
¿Qué pensamientos, sino los falsos y recelosos? Jesucristo hubiese perdido todo el fruto de su pasión si no hubiese resucitado verdaderamente. Como si el buen labrador dijese: Lo que allí he plantado lo encontraré, esto es, la fe que baja sobre el corazón porque viene de lo alto. Pero estos pensamientos de los discípulos no bajaban de lo alto, sino que subían a sus corazones del abismo, como brota la mala hierba de la tierra.
San Cirilo vel anonimus in Cat. Graec
Esto fue una señal evidente de que quien ahora veían no era otro que Aquel que vieron muerto en la cruz y colocado en el sepulcro, el que no se ocultaba como hombre a ninguno de los que estaban.
San Ambrosio
Veamos en virtud de qué gracia, según San Juan, vieron y se alegraron los discípulos, pues según San Lucas aparecen como incrédulos. Pero me parece que San Juan -como Apóstol- tiene un conocimiento más alto y sublime cuando expone lo que ha de suceder a la humanidad. Aquél expone en sentido histórico, éste en compendio, pero no puede dudarse de él porque da testimonio de lo que presenció. Por lo tanto consideramos como cierto lo uno y lo otro, teniendo en cuenta que si bien es verdad que San Lucas dice primero que no creyeron, asegura después que sí.
San Cirilo
El Señor queriendo probar que la muerte ha sido vencida y que su naturaleza humana ya había dejado la corrupción, les enseña en primer lugar las manos y los pies y los agujeros de los clavos. Prosigue: "Ved mis manos y mis pies, que yo mismo soy".
Teofilacto
Dijo además que le tocasen las manos y los pies cuando añade: "Palpad y ved; el espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo". Como diciendo: Vosotros creéis que soy espíritu -esto es, fantasma- como suele suceder acerca de muchos muertos alrededor de sus sepulcros, pero entended que el espíritu no tiene ni carne ni huesos, y yo tengo una y otra cosa.
San Ambrosio
El Señor dijo esto para indicarnos la forma en que tendrá lugar la resurrección, porque lo que se toca es cuerpo, y en cuerpo habremos de resucitar. Pero aquél será más sutil, mientras éste es más rudo por estar sujeto todavía a las caídas de la carne. Jesucristo, por lo tanto, no entró en el recinto cerrado porque su naturaleza fuese incorpórea, sino porque su naturaleza humana tenía ya las cualidades de un cuerpo glorioso.
San Gregorio moralyum 13,
51
Nuestro cuerpo no será impalpable en el día de la resurrección general, ni más sutil que el aire -como dijo Eutiques-, sino sutil, por la identificación del poder espiritual, y palpable por la virtud de la naturaleza.
Prosigue: "Y dicho esto, les mostró las manos y los pies".
Beda
En los que se vieron claramente las marcas de los clavos. Pero según San Juan, también les enseñó el costado que había sido abierto con la lanza, para que, viendo las cicatrices de las heridas, pudiesen curar las heridas de sus dudas. Los gentiles suelen juzgar diciendo que el Señor no pudo curar sus heridas. A éstos debe responderse que no hubiera dejado de hacer lo menor quien hizo lo mayor. Pero por sus fines especiales, el que había destruido la muerte no quiso borrar las señales de ella. En primer lugar, para confirmar la fe de la resurrección en sus discípulos; en segundo lugar, para poderlas presentar a su Padre cuando intercediese por nosotros, manifestándole la clase de muerte que había sufrido por nosotros; en tercer lugar, para demostrar siempre a los redimidos con su muerte la gran caridad que con ellos empleó, presentándoles las señales de su pasión; y finalmente, para probar la justicia con que serán condenados los impíos el día del juicio.
Notas