Desde entonces empezó Jesús a predicar y decir: "haced penitencia, porque se acerca el reino de los cielos". (v. 17)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 6
Debe predicar la justicia de Jesucristo el que pueda mortificar su estómago, el que desprecia las cosas del siglo y el que no desea la vanagloria. Por ello se dice: "Desde entonces empezó a predicar". Esto es, desde que tentado venció el hambre en el desierto, despreció la avaricia en el monte e hirió la vanagloria en el templo; empezó a predicar, desde que San Juan fue encerrado en la prisión. Porque si hubiese empezado a predicar cuando predicaba San Juan, hubiese quitado mérito a la predicación de éste, la cual hubiese aparecido como superflua, comparada con la de Jesucristo. Así sucede con el sol y el lucero de la mañana, que apareciendo juntos, el fulgor del sol oscurece la hermosura del lucero.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 14,1
Por ello no predicó hasta que San Juan fue hecho prisionero: porque temió que se dividiese el auditorio. No habiendo hecho ningún milagro el Bautista, toda la gente se hubiese marchado con el Salvador.
Rábano
En esto manifiesta también que nadie debe despreciar la predicación de un inferior. De donde dice el Apóstol: Si alguno habla estando sentado, calle el superior 1.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 6
Así, pues, se propuso (Cristo) con mucha sabiduría, empezar su predicación en esta época, no para confundir la doctrina de San Juan, sino para confirmarla más y más y para demostrar que era un testigo verdadero.
San Jerónimo
En esto mismo demuestra que El era Hijo del mismo Dios, de quien el Bautista había sido profeta y por ello dice: "Haced penitencia".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 6
No realizó en seguida la predicación de la justicia que todos conocían, sino la penitencia que todos necesitaban. ¿Quién se atreverá a decir: quiero ser bueno y no puedo? La penitencia es la represión de la voluntad; y si los males no os aterran (para que hagáis penitencia), al menos que os deleiten los bienes. Y prosigue. Se acerca, pues, el reino de los cielos, esto es, la felicidad del reino de Dios, como si dijese: "Preparaos por medio de la penitencia", porque se acerca el tiempo de vuestro premio.
Remigio
Y nótese que no dice: se acerca el reino de los cananeos, ni de los jebuseos, sino el reino de los cielos. La ley ofrecía los bienes temporales, pero el Señor ofrecía el reino de los cielos.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 14,1-2
Véase que en esta predicación nada dice de sí mismo; lo cual en verdad, era muy conveniente, porque aún no se habían podido formar una opinión de El. Empezando, pues, no dijo nada grave como lo había hecho el Bautista: que el hacha estaba preparada para cortar el árbol y otras cosas por el estilo, sino que en el principio habló de cosas agradables evangelizando el reino de los cielos.
San Jerónimo
También puede decirse en sentido místico, que una vez preso el Bautista, Cristo empezó a predicar, porque terminada la ley en seguida nació el Evangelio.
Notas
1. Ver 1Cor 14,30.