Y andaba predicando por todas las aldeas del contorno. Y habiendo convocado a los doce, comenzó a enviarlos de dos en dos dándoles potestad sobre los espíritus inmundos. Y les mandó que nada se llevasen para el camino, sino el sólo báculo; no alforja, no pan, ni dinero en el cinto, un calzado de sandalias, y sin muda de dos túnicas. Advertíales asimismo: "Donde quiera que tomareis posada, estaos allí hasta salir del lugar. Y donde quiera que os desecharen, ni quisieren escucharos, retirándoos de allí, sacudid el polvo de vuestros pies, en testimonio contra ellos". De esta suerte salieron a predicar a todos a que hiciesen penitencia, y lanzaban muchos demonios, y ungían a muchos enfermos con óleo, y los sanaban. (vv. 6-13)
Teofilacto
No sólo predicaba el Señor en las ciudades, sino en las aldeas, para que aprendamos a no despreciar lo pequeño, y a no buscar siempre las grandes ciudades, porque también se debe sembrar la palabra de Dios en los lugares pobres y humildes. Por esto dice: "Y andaba predicando por todas las aldeas del contorno".
Beda,
in Marcum, 2,24
Benigno y clemente, nuestro Señor y Maestro no escatima su poder a sus siervos y discípulos, puesto que así como El curaba todo desfallecimiento y toda enfermedad, dio también a sus apóstoles poder para curarlos. "Y habiendo convocado a los doce", etc. Pero hay gran distancia entre dar y recibir. El Señor obra con su propio poder en todo lo que hace, en tanto que sus discípulos, si hacen algo, es confesando su debilidad y el poder del Señor, diciendo: "En nombre de Jesús, levántate y anda"(
Hch 3,6).
Teofilacto
Manda de dos en dos a los apóstoles, para que estén más prontos porque, como dice el Eclesiástico (4,9), mejor es que sean dos juntos que uno sólo. Si hubiese enviado más de dos, no hubiera sido suficiente el número de ellos para ir a tantos lugares.
San Gregorio Magno,
homilia in Evangelia, 17
Manda de dos en dos a sus discípulos a la predicación, porque son dos los preceptos de la caridad, el amor de Dios y del prójimo, y no puede existir ésta si no se da en ambos términos. De este modo nos insinúa que el que no tiene caridad para los demás, no debe de ningún modo tomar a su cargo el oficio de la predicación.
"Y les mandó que nada se llevasen", etc.
Beda,
in Marcum, 2, 24
Tanta debe ser la confianza en Dios del que predica, que ha de estar seguro de que no ha de faltarle lo necesario a la vida, aunque él no pueda procurárselo, puesto que no debe ocuparse menos de las cosas eternas por ocuparse de las temporales.
Pseudo-Crisóstomo,
vict. ant. e cat. in Marcum
El Señor les impuso también este precepto, para que por su parte manifestasen cuán distante de ellos estaba el deseo de riqueza.
Teofilacto
Les enseña igualmente así, que no deben desear ningún presente o regalo, porque viendo que no tienen nada los apóstoles, confíen en ellos los que los oigan predicar la pobreza.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2, 30
O porque añadiendo el Señor, según San Mateo: "Porque el que trabaja merece que le sustenten" (
Mt 10,10), nos manifiesta claramente, por qué no quería que ellos poseyeran o llevasen nada consigo; no porque la vida no tenga sus necesidades, sino porque de este modo los creyentes a quienes anunciasen el Evangelio habrían de proveerlos de lo necesario. De aquí se deduce, que el Señor no dice en este precepto que no deben los evangelistas vivir de otro modo que de lo que les den aquellos a quienes anuncian el Evangelio, sino que les da poder de obrar así, como teniendo derecho a ello; y por esto el Apóstol, aunque pareciendo contravenir al precepto, vivió del trabajo de sus manos. Suele preguntarse cómo han referido San Mateo y San Lucas que el Señor dijo a sus discípulos no llevasen ni báculo, cuando San Marcos dice: "Y les mandó que nada se llevasen para el camino, sino el solo báculo". Y bien, debemos entender que es en un sentido en el que San Marcos habla del báculo que se debe llevar, y en otro en el que hablan San Mateo y San Lucas del que no se debe llevar. Pudo, pues, decir el Señor de un modo abreviado: "No llevéis con vosotros nada de lo necesario, ni el báculo, o sólo el báculo" (
Mt 10,10), para que por ni el báculo se entienda ni la cosa más mínima, y por sólo el báculo que por el poder recibido del Señor, simbolizado en el báculo, no les faltaría nada ni aun de lo que no llevaban consigo. Ambas cosas, pues, dijo el Señor; pero como ningún evangelista ha referido las dos a la vez, se piensa que el que dice que lleven el báculo en un sentido, contradice al que refiere que no lleven ni el báculo en otro sentido. Mas dada ya la razón de esto, queda resuelta la duda. Así, cuando San Mateo dice que no deben llevar calzado, quiere evitar el cuidado que les daría llevarle por el temor de que les faltase si no le llevaban. Lo mismo debe entenderse de las dos túnicas, a fin de que no tenga que cuidarse el apóstol más que de la que lleva puesta, y no de la otra, a la cual se le da derecho. Por esto San Marcos, diciendo que calcen sandalias, advierte que debe darse a este calzado una significación mística, puesto que, no dejando cubierto al pie por arriba ni por debajo desnudo, da a entender que no deben ocultar el Evangelio, ni apoyarse en las comodidades terrenas. Y por lo que hace a no tener ni llevar dos túnicas, ¿qué otra cosa les advierte, sino que deben andar sencillamente y no con doblez? Y si alguno piensa que el Señor no ha podido hablar en sentido propio y figurado a la vez en un mismo discurso, que examine los demás discursos suyos y verá que piensa así temerariamente y por ignorancia.
Beda,
in Marcum, 2, 24
En las dos túnicas veo yo que se manifiesta un doble vestido. De esta manera, no entendemos que debe contentarse con una sola cuando se hable de Scitia, país glacial por la nieve que le cubre, sino que no se ha de conservar otra por el temor de lo que pueda ocurrir.
Pseudo-Crisóstomo,
vict. ant. e cat. in Marcum
O puede entenderse de otro modo: el no llevar calzado ni báculo, según San Mateo y San Lucas, manifiesta un estado de gran perfección, y el llevar una y otra cosa, como dice San Marcos, es una concesión otorgada a la fragilidad humana.
Beda,
in Marcum, 2,24
Por alforja -en sentido alegórico- se ha de entender los trabajos de la vida; por el pan, los placeres temporales; por dinero en el cinto, la sabiduría que se oculta; porque el que ha recibido la sabiduría no debe dejarse agobiar con la carga de los negocios temporales, ni consumirse en deseos carnales, ni ocultar el talento que se le ha dado de la palabra en el ocio de un cuerpo abandonado. "Advertíales asimismo: Donde quiera que tomareis", etc. En estas palabras les da el precepto general de la constancia, para que observen las leyes de la hospitalidad que han de recibir, haciéndoles ver que es ajeno del que anuncia el reino de los cielos el andar de casa en casa.
Teofilacto
Para que no se les acusase de dados a la gula, yendo de unas casas a otras. "Y donde quiera que os desecharen, sacudid el polvo", etc. El Señor les manda que lo hagan así, para que demuestren que han andado un largo camino por ellos y que no les ha aprovechado de nada, o bien para hacer ver que ni aun el polvo han recibido de ellos, sacudiéndose sus pies en testimonio contra ellos, o como reprensión que les hacen.
Pseudo-Crisóstomo,
vict. ant. e cat. in Marcum
O para que sea un testimonio de la fatiga que por ellos han soportado, o un símbolo del polvo de los pecadores que se esparce a su voz. "De esta suerte -continúa- salieron a predicar,
exhortando a todos a que hiciesen penitencia", etc. Sólo San Marcos dice que hubiesen sido ungidos; aunque Santiago en su epístola canónica dice algo semejante (
Stgo 5). El óleo cura las fatigas, y es causa de la luz y de la alegría. El óleo de la unción significa, pues, la misericordia de Dios, el remedio de la enfermedad y la iluminación del corazón, obras todas de la oración.
Teofilacto
Significa también la gracia del Espíritu Santo, por la cual descansamos de los trabajos y recibimos la luz y la alegría espiritual.
Beda,
in Marcum, 2,24
Aquí se manifiesta que esta costumbre de la santa Iglesia de ungir a los endemoniados y a cualquier enfermo con óleo consagrado por la bendición pontifical, fue introducida por los mismos apóstoles.