"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! que limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, y por dentro estáis llenos de rapiña y de inmundicia. Fariseo ciego, limpia primero lo interior del vaso y del plato, para que sea limpio lo que está fuera". (vv. 25-26)
San Jerónimo
Aunque con diversas palabras reprende en el mismo sentido el Salvador a los fariseos porque engañaban y mentían, y porque manifestaban a los hombres exteriormente una cosa y en sus casas obraban de diferente modo. Por esto dice: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!", etc. No dice esto porque hubiese superstición en su copa o plato de comer 1, sino porque manifestaban exteriormente a los hombres cierta santidad, lo cual se da a conocer por lo que añade cuando dice: "Y por dentro estáis llenos de rapiña y de inmundicia".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
También dice esto porque los judíos se lavaban, y lavaban sus vestidos y las cosas de su uso, cuando iban a entrar en el templo u ofrecían sacrificios en los días festivos. Y ninguno se purificaba a sí mismo de sus pecados, siendo así que Dios ni alaba la limpieza del cuerpo, ni condena sus inmundicias. A esto puede añadirse que si el Señor detesta las inmundicias de los cuerpos y de los vasos que por necesidad tienen que ensuciarse con el mismo uso, ¿cuánto más aborrecerá las inmundicias de la conciencia que si queremos podemos conservar siempre limpia?
San Hilario, in Matthaeum, 24
Los reprende también, porque teniendo cierta jactancia de afectación inútil, abandonan el ministerio de las cosas más útiles. El uso de la copa es interior, la cual, si está sucia por dentro, de nada aprovechará que esté limpia por fuera. Por lo tanto, de lo primero que debe cuidarse es del brillo de la conciencia interior, porque las cosas que afectan al cuerpo, se limpian exteriormente. Y por esto añade: "Fariseo ciego, limpia primero lo interior del vaso", etc.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
No dice esto refiriéndose a la copa ni al plato material, sino a la inteligencia, la cual, aun cuando nunca toca al agua, puede estar limpia delante de Dios. Porque si peca, aunque se lave con todas las aguas del mar y de los ríos, estará sucia y será despreciable delante de Dios.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 73,1
Observa que cuando hablaba de los diezmos el Salvador, dijo muy oportunamente: convino hacer esto, y no omitir lo otro (v. 23): el diezmo es una especie de limosna. ¿Cómo podrá decirse que la limosna dañe? Sin embargo, no dijo esto, induciendo a la observancia legal. Aquí, cuando trata de las limpiezas o de las inmundicias, no añade esto, sino que manifiesta la necesidad que hay de que la limpieza exterior acompañe a la interior, lo cual equivale a tener el cuerpo limpio, como se demuestra por medio del vaso y del plato, pero que debe ir unido a lo interior, que es el alma.
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
Estas palabras nos dan a conocer que debemos esforzarnos por ser santos, pero no por aparentarlo. El que desea parecer ser justo, limpia lo exterior, y cuida de lo que se ve, pero no se ocupa de su corazón y de su conciencia. El que se fija en la limpieza de las cosas interiores, esto es, en los pensamientos, se deduce que limpia también el exterior. Pero todos los que profesan falsas enseñanzas son exteriormente como cálices limpiados por una especie de religiosidad que aparentan, pero interiormente están llenos de rapiña y afectación, llevando a los hombres al error. La copa es también un vaso para beber y el plato para comer. Por lo tanto toda palabra, por medio de la que bebemos espiritualmente, o toda narración, por medio de la que nos alimentamos, son vasos de comida y de bebida. Por lo tanto, el que desea decir un discurso rodeado de aparato, más bien que lleno de saludables pensamientos, es la copa limpia por fuera, pero llena de las inmundicias de la vanidad por dentro; y las palabras de la Ley y de los Profetas, son las copas de la bebida espiritual y los platos de las comidas necesarias. Los escribas y los fariseos desean demostrar el sentido exterior de estas palabras limpias; pero los discípulos de Jesucristo se esfuerzan por purificar su sentido moral.
Notas
1. (Reboli) Los fariseos tenían escrupulosas reglas para limpiar la vajilla. Estas ocupan un tratado completo de la Mishna, recopilación ulterior de normas rabino-fariseas.