"Mas ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegando al primero, le dijo: Hijo, ve hoy, y trabaja en mi viña. Y respondiendo él, le dijo: no quiero. Mas después se arrepintió y fue. Y llegando al otro, le dijo del mismo modo; y respondiendo él, dijo: Voy, señor, mas no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?" Dicen ellos: "El primero"; Jesús les dice: "En verdad os digo, que los publicanos y las rameras, os irán delante al reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros en camino de justicia, y no le creísteis. Y los publicanos y las rameras le creyeron, y vosotros, viéndolo, ni aun hicisteis penitencia después, para creerle". (vv. 28-32)
San Jerónimo
Después de lo dicho, Jesucristo ofrece una parábola en la que hace resaltar la impiedad de los que le preguntaban, y les da a conocer que el reino de Dios pasará a los gentiles, diciéndoles: "¿Mas qué os parece?"
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Desea a los que considera como reos que sean jueces en su propia causa, para que los que se condenan a sí mismos no merezcan ser absueltos por nadie. Grande es la confianza de la justicia cuando se confía al enemigo su propia causa. A aquellos los representa en parábolas para que no comprendan que se sentencian a sí mismos. Sigue, pues: "Un hombre tenía dos hijos", etc. ¿Quién es aquel hombre sino Dios, que ha criado a todos los hombres? El, siendo dueño por naturaleza, prefiere ser amado como padre, a ser temido como señor. El hijo mayor era el pueblo gentil y el menor el pueblo judío, pues los gentiles procedían de Noé y los judíos de Abraham. Prosigue: "Y llegando al primero, le dice: hijo, ve hoy", etc. Hoy, esto es, mientras dura el tiempo de esta vida. Habló no a la cara como un hombre, sino al corazón como Dios, penetrando hasta la inteligencia por medio de los sentidos. Trabajar en su viña, es obrar bien, no sé si alguno de los hombres podrá trabajarla toda.
San Jerónimo
Primeramente se dice al pueblo gentil, por medio de la ley natural: "Ve y trabaja en mi viña". Esto es, lo que no quieras hacer para ti, no lo quieras para otro (
Tob 4), pero él responde con soberbia. Por esto sigue: "Y respondiendo él le dijo: no quiero".
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Los gentiles, habiendo dejado desde el principio a Dios y su justicia, y pasando a adorar los ídolos y al pecado, parece que responden en su interior: No queremos hacer la voluntad de Dios.
San Jerónimo
Después cuando vino el Salvador, el pueblo gentil, habiendo hecho penitencia, trabajó en la viña de Dios, y enmendó con su trabajo la oposición que había presentado con la palabra. Esto es lo que da a entender cuando dice: "Mas después se arrepintió y fue".
Prosigue: "Y llegando al otro, le dijo del mismo modo; y respondiendo él, dijo: voy, Señor".
San Jerónimo
Este segundo hijo es el pueblo judío que respondió a Moisés: "Haremos todo lo que nos mande el Señor" (
Ex 24,3).
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Pero arrepentidos, después mintieron a Dios, según aquellas palabras del Salmo: "Hijos extraños me mintieron" (17,46). Y esto es lo que dice: "Mas no fue". Pregunta por lo tanto el Señor: "¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Dicen ellos: el primero." Observa, por lo tanto, cómo se sentencian a sí mismos, diciendo que el primero de los hijos hizo la voluntad del padre (esto es, el pueblo gentil). Porque más vale no ofrecer a Dios obrar bien y hacerlo, que ofrecérselo y mentir.
Orígenes,
homilia 18 in Matthaeum
De esto se desprende que el Señor habló en esta parábola a aquéllos que ofrecen poco o nada, pero que lo manifiestan con sus acciones, y en contra de aquéllos que ofrecen mucho y que nada hacen de lo que ofrecen.
San Jerónimo
Debe saberse que en los ejemplares auténticos no se encuentra
novísimo (último) sino
primum (primero), para que se condenen por su propio juicio. Y si nosotros queremos leer
novísimo, como algunos dicen, la explicación será clara, y diremos, que los judíos conocen la verdad, pero que se empeñan en tergiversarla. No quieren decir lo que sienten, como no habían querido decir que el bautismo de Juan procedía del cielo, siendo así que lo sabían.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
El Señor confirma completamente el juicio de ellos. Por esto sigue: "Jesús les dice: En verdad os digo, que los publicanos y las rameras os irán delante al reino de Dios". Como si dijese: No sólo es mejor que vosotros el pueblo gentil, sino también los publicanos y las rameras.
Rábano
Puede entenderse también el reino de Dios, por el Evangelio y la Iglesia presente, en que los gentiles preceden a los judíos, porque han querido creer más pronto.
Orígenes,
homilia 18 in Matthaeum
Mas por esto no puede decirse que el pueblo judío no entrará alguna vez en el reino de Dios, sino que cuando hayan entrado todos los gentiles, entonces entrará el pueblo de Israel (
Rom 2,25-26).
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Yo creo que en los publicanos están representados todos los hombres pecadores y en la persona de las rameras todas las mujeres pecadoras. Pues la avaricia abunda en los hombres y la fornicación en las mujeres. Como la mujer está siempre descansada en la casa le atormenta más la fornicación que nace de la ociosidad. El hombre, como está asiduamente ocupado en varias cosas, suele caer más fácilmente en el pecado de la avaricia, pero en la fornicación no cae con tanta facilidad, a no ser que sea muy lascivo. Porque la ocupación de los hombres suele contrariar a la voluptuosidad, por esto la lascivia es propia de hombres jóvenes que en nada se ocupan. Por lo tanto les manifiesta la causa de ello, diciendo: "Porque vino Juan a vosotros en camino de justicia, y no le creísteis".
Rábano
San Juan vino predicando el camino de la justicia, porque señaló a Jesucristo con el dedo diciendo que era la consumación de la ley.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40.
También vino en el camino de la justicia de una manera tan evidente que con su trato respetable conmovía los corazones de los pecadores. Por esto sigue: "Y los publicanos y las rameras le creyeron". Considera cómo el buen testimonio del predicador da poder a la predicación para someter aun los corazones indómitos. Prosigue: "Y vosotros viéndolo, ni aun hicisteis penitencia después para creerle", como si dijese: aquéllos hicieron lo que es más creyendo, en cambio éstos ni siquiera hicieron penitencia, lo cual es menos. En esta exposición que hemos desarrollado, según explican muchos, me parece que hay alguna contradicción. Porque si por los dos hijos deben entenderse aquí los judíos y los gentiles, después que los sacerdotes respondieron que el primer hijo fue el que hizo la voluntad de su padre, concluyendo Jesucristo la parábola debió expresarse así: en verdad os digo, que los gentiles os precederán en el reino de Dios. Sin embargo dice que los publicanos y las rameras os precederán en el reino de Dios, con lo que más se refiere a la condición del populacho que a la de los gentiles. A no ser que comprendamos -como se ha dicho antes- que el pueblo de los gentiles agrada más a Dios que vosotros, por lo que los publicanos y las rameras son más aceptables a Dios que vosotros.
San Jerónimo
Por esto creen algunos que esta parábola no se refiere a los gentiles ni a los judíos, sino simplemente a los pecadores y a los justos. Porque aquéllos se negaron a servir a su señor, obrando mal contra él y después recibieron de San Juan el bautismo de la penitencia, mientras que los fariseos, que llevaban por delante la justicia de Dios y se jactaban de cumplir la Ley, menospreciando el bautismo, no cumplieron la voluntad divina.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Ahora dice esto, porque los sacerdotes no le habían preguntado para aprender, sino para tentarle: "¿Con qué poder haces esto?" Muchos del pueblo habían creído, por eso expone la parábola de los dos hijos, manifestándoles por medio de ella que son mejores las gentes del pueblo que desde el principio profesan la vida seglar, que los sacerdotes que hacen profesión de servir a Dios desde el principio. Pues las gentes del pueblo, una vez arrepentidas, se vuelven a Dios; mientras que los sacerdotes, como impenitentes, nunca dejan de ofender a Dios; por lo tanto, el primer hijo es el pueblo, porque no es el pueblo para los sacerdotes, sino los sacerdotes para el pueblo.