Envió Jesús a estos doce, dándoles las instruccines siguientes: "No vayáis a donde están los gentiles, no entréis en las casas de los samaritanos; id principalmente a las ovejas perdidas de la casa de Israel; id y predicadles que el reino de Dios está próximo; curad los enfermos; resucitad los muertos; limpiad los leprosos, y arrojad los demonios; dad gratuitamente lo que gratuitamente recibisteis". (vv. 5-8)
Glosa
Como toda manifestación del Espíritu es concedida, según expresión del Apóstol (
1Cor 12) para utilidad de la Iglesia, el Salvador, después de conceder su poder a los Apóstoles, los envía a que ejerzan ese poder en provecho de los demás hombres, según aquellas palabras: "Jesús envió a estos doce".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 32,3
Mirad la oportunidad de la misión: los envía precisamente después que vieron resucitar a un muerto, increpar al mar y otras obras parecidas y después que recibieron de palabra y de obra una demostración suficiente de la divinidad de Jesús.
Glosa
Al mismo tiempo que los envía, les enseña por dónde deben ir o lo que deben predicar y lo que deben hacer; por eso les ordena y les dice: "No vayáis por los caminos de los gentiles ni entréis en las casas de los samaritanos, sino id principalmente a las ovejas perdidas de la casa de Israel".
San Jerónimo
No es contrario este precepto al que les impone después: "Id y enseñad a todas las naciones" (
Mt 28,19), en atención a que les fue impuesto este último después y el otro antes de la resurrección. Convenía que se anunciase primero el Evangelio a los judíos, a fin de que no se excusasen diciendo que el Señor los había alejado de El enviando a sus Apóstoles a los gentiles y a los samaritanos.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 32,2
Los envía el Señor primeramente a la Judea, como a una escuela, para que, ejercitados en ella, aprendieran a luchar contra todas las naciones y por eso los trata como a débiles pajarillos a quienes excita la madre al vuelo.
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 4,1
O también quiso ser predicado primero sólo a los judíos y después a los gentiles, para parecer se dirigía a los pueblos gentiles como a extraños, por haber sido rechazado por los suyos propios. Había entonces ciertamente entre los judíos algunos que debían ser llamados y entre los gentiles algunos que ni debían ser llamados ni merecían ser devueltos a la vida, y, sin embargo, no deberían ser juzgados con más severidad por haber despreciado la predicación.
San Hilario,
in Matthaeum, 10
La Ley debía tener la preferencia del Evangelio, e Israel debía ser menos excusado con respecto a su crimen, por cuanto él había sido con más frecuencia y diligencia exhortado a la corrección.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 32,3-4
Para que no creyeran los judíos que Jesús les tenía odio por haberle ellos ultrajado y haberle llamado poseído del demonio, tuvo El particular empeño en corregirles, prohibiendo a sus discípulos cualquier otro ministerio y enviándoles médicos y doctores. No sólo prohibió a sus discípulos el que anunciaran el Evangelio a otros antes que a los judíos, sino que ni les permitió el que viajaran por los caminos que van a donde estaban los gentiles, por las palabras: "No vayáis por los caminos de los gentiles". Y aunque los samaritanos eran más fáciles de convertir al Evangelio, sin embargo, porque eran enemigos de los judíos no quiso que se predicase el Evangelio a los samaritanos antes que a los judíos. "Y no entraréis, dice, en las ciudades de los samaritanos"
Glosa
Los samaritanos eran aquellos gentiles que el rey de Asiria dejó en Israel después de haberlos hecho cautivos. Cediendo ellos a la presión de multitud de peligros, se convirtieron al judaísmo (
2Re 17), admitieron la circuncisión y los cinco libros de Moisés y se opusieron constantemente a todo lo demás; ésta es la razón por la que no querían mezclarse con ellos los judíos.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 32,4
Separando él sus discípulos de los samaritanos y mandándoles a los hijos de Israel, a quienes llama ovejas que perecen y no ovejas que se separan, nos significa el Señor cómo El puso en juego todos los medios para perdonarles y atraerlos.
San Hilario,
in Matthaeum, 10
Aunque El los llama ovejas, ellos, sin embargo, se ensañaron contra Cristo con sus lenguas y sus mordeduras, como si fueran lobos o víboras.
San Jerónimo
En sentido figurado se nos manda a nosotros, que somos tenidos como cristianos, el que no vayamos por el camino de los gentiles o de los herejes y puesto que estamos lejos de ellos por nuestras creencias, lo estemos también con nuestra conducta.
Glosa
Después de haber enseñado a sus discípulos el camino por donde deben ir, les dice lo que deben enseñar: "id y predicad diciendo que se aproxima el reino de los cielos".
Rábano
Se dice aquí que se aproxima el reino de los cielos, no por algún movimiento de los elementos, sino por la fe que se nos ha dado de un Criador invisible. Con razón se llaman santos del cielo los que poseen a Dios por la fe y le aman por la caridad.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 32,4
Vosotros veis la grandeza del ministerio; veis la dignidad de los apóstoles; no les manda, como a Moisés y a los profetas que nos anuncien cosas sensibles, sino cosas nuevas y fuera de la opinión de los hombres. Porque aquellos anunciaron los bienes de la tierra y éstos el reino del cielo y cuantos bienes se encierran en él.
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 4,1
Fue dado a los apóstoles el poder de hacer milagros, a fin de que el brillo de este poder diera más crédito a sus palabras y pudieran acompañar con obras nuevas la nueva doctrina que predicaban. Por eso se les dice: "Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos, arrojad a los demonios".
San Jerónimo
Les da la potestad de hacer milagros, para que todos creyeran a aquellos hombres campesinos, sin gracia ni elocuencia, ignorantes y sin letras que prometían el reino de los cielos; a fin de que la grandeza de las obras fuera una prueba de la grandeza de las promesas.
San Hilario,
in Matthaeum, 10
Todo el poder del Señor pasa a los Apóstoles, a fin de que todos los que estaban prefigurados en Adán y en la semejanza de Dios, consiguiesen ahora la imagen perfecta de Cristo y corrigiesen ellos mismos por la comunicación del poder divino todos cuantos males había introducido el instinto de Satanás en el cuerpo de Adán.
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 29,4
Estos milagros fueron necesarios en el principio de la Iglesia, a fin de que la semilla de la fe creciera y se desarrollara con ellos.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 32,7
Pero después que el respeto a la fe se extendió por todas partes, fueron, si efectivamente los hubo también después, menos y más raros. Dios suele hacer esos prodigios cuando los males han adquirido toda su manifestación, porque entonces es cuando hace ver su poder.
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 29,4
Sin embargo, la Santa Iglesia hace todos los días espiritualmente lo que entonces hacían los Apóstoles corporalmente. Y son ciertamente esos milagros tanto mayores, cuanto que por ellos resucita el espíritu y no el cuerpo.
Remigio
Los enfermos son los indolentes, que no tienen fuerzas para hacer buenas obras; los leprosos son los sucios o por sus acciones, o por sus deleites carnales; los muertos los que practican obras de muerte; endemoniados los que están sujetos al imperio del demonio.
San Jerónimo
Y puesto que los dones sobrenaturales pierden su valor cuando media alguna recompensa temporal, por eso condena la avaricia en los términos siguientes: "Dad gratuitamente lo que gratuitamente recibisteis; yo vuestro maestro y Señor, os he repartido todos estos dones sin recompensa; luego dadlos también vosotros sin recompensa".
Glosa
Dice esto para que Judas, que llevaba la bolsa, no tratara, valiéndose de este poder, de aumentar el dinero y lo dice también con el objeto de condenar aquí la perfidia herética de la simonía.
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 5
Preveía que no faltarían algunos que mirando el don del Espíritu Santo y el poder de hacer milagros como objetos de comercio, se servirían de ellos para satisfacer su avaricia.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 32,4
Ved aquí, cómo el Señor atiende a las costumbres no menos que a los milagros, para darnos a entender que sin las costumbres, de nada valen los milagros y cómo abate el orgullo de sus discípulos con las palabras: "Recibisteis gratuitamente y os mando que estéis limpios de toda afición al dinero". O también para demostrarles que ellos nada dan de sí mismos, les dice: "Recibisteis gratuitamente", que es como si dijera: "Nada dais vosotros de lo vuestro en aquello que distribuís, porque no lo habéis recibido ni por vuestro trabajo, ni como por salario vuestro y puesto que es una gracia mía, dadla como tal a los otros, porque no es justo recibáis por ella precio alguno".