Y cuando llegó Jesús a la casa del príncipe y vio a los flautistas, y a las turbas que se agolpaban, les dijo: "Retiraos; porque no está muerta la niña, sino dormida". Y ellos se burlaban de El. Y después que hubo sido echada fuera la muchedumbre, entró y cogió la mano de la niña, y dijo: "Niña, levántate". Y resucitó la niña. Y se extendió el rumor de este prodigio por toda aquella tierra. (vv. 23-26)
Glosa
A la curación de la mujer que padecía el flujo, sigue la resurrección de la niña difunta, según aquellas palabras: "Y habiendo llegado Jesús a la casa del príncipe".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 31,2
Debemos considerar en este pasaje, lo mucho que se detiene Jesús hablando con la mujer curada, con el objeto de dar tiempo a que muriera la niña y resaltara más la señal de su resurrección. Lo mismo hizo con Lázaro, que permaneció muerto hasta el tercer día. Sigue: Y cuando vio a los flautistas y a la muchedumbre que se agolpaba, prueba evidente de la muerte.
San Ambrosio, in Lucam, 6,62
Según costumbre antigua solían asistir a los entierros hombres que iban tocando flautas a fin de mover al llanto.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 31,2
Pero Cristo arrojó a todos los flautistas, e hizo entrar a los parientes de la niña, a fin de que no pudieran atribuir a causas diferentes la resurrección de la niña. Antes de la resurrección, los anima a que tengan esperanza con estas palabras: "Retiraos; porque no está muerta la niña, sino dormida".
Rábano
Como si dijera: Para vosotros está muerta, pero para Dios, que puede resucitarla, tanto en el cuerpo como en el espíritu, está dormida.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 31,2
Estas palabras, que levantaron una gran agitación en los que se hallaban presentes, demuestran lo fácil que es para Cristo el resucitar a los muertos: como sucedió con Lázaro : "Nuestro amigo Lázaro duerme" ( Jn 11,11). Nos enseñan, además, que no debemos tener miedo a la muerte. El mismo había de morir también y valiéndose de la muerte de otros hombres inspira confianza a sus discípulos y les enseña a sufrir con valor la muerte. Porque desde su venida, la muerte no es ya más que un sueño. Al oír los que se hallaban presentes este lenguaje del Señor se burlaban de El. Pero Jesús despreció esta burla, a fin de que la misma burla de los flautistas y los demás circunstantes fuera una prueba evidente de la realidad de la muerte. Muchas veces no creen los hombres en los milagros y se les convence con sus mismas contestaciones: como aconteció con Lázaro cuando dijo Jesús: "¿Dónde le pusisteis?" ( Jn 11,34), a lo que contestaron ellos: "Ven y ve cómo ya huele (porque ya han pasado cuatro días)" ( Jn 11,39). Ante esta confesión, no podían menos de creer que efectivamente estaba muerto y que resucitó a un muerto.
San Jerónimo
No eran dignos de presenciar el hecho misterioso de la resurrección aquellos que cubrían de oprobios y de injurias al que tales cosas hacía. Por eso se dice: "Y como hubiese echado fuera a las turbas, entró, tomó la mano de la niña y ésta resucitó".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 31,2
El no le da una nueva vida, sino que le devuelve la misma que había perdido y la saca como de un sueño, para de este modo prepararla a que creyera (como si lo viera) en su resurrección. Y no sólo resucita a la niña, sino que, como dicen otros evangelistas, mandó que le dieran de comer, con el objeto de que vieran no era una ilusión lo que acababa de hacer. Y sigue: "Y se extendió su fama por todo el país".
Glosa
A fin de que no se tuviera por una ficción la grandeza y la novedad de este milagro y que su realidad se extendiera entre el público.
San Hilario
En sentido místico, entra el Señor en casa del príncipe (es decir, en la sinagoga), en el momento en que los cantores cantaban el himno del duelo según prevenía la ley.
San Jerónimo
Hasta hoy permanece en la casa del príncipe la niña difunta y los que parecen maestros, no son más que músicos de flauta que tocan composiciones fúnebres. La turba de los judíos no es la del pueblo que cree, sino la del pueblo que se agita; pero una vez que hubieren entrado todas las naciones, todo Israel conseguirá su salvación ( Rom 11).
San Hilario, in Matthaeum, 9
A fin de que podamos comprender que era limitado el número de los creyentes, fue arrojada toda la muchedumbre que burlándose con sus palabras y sus acciones se hizo indigna de asistir a la resurrección, a pesar de que el Señor deseó salvarla.
San Jerónimo
Y tomó la mano de la niña y ésta se levantó; porque no se levantará la sinagoga, que es un cadáver de los judíos, hasta que éstos no purifiquen primero sus manos, que están llenas de sangre ( Is 1).
San Hilario, in Matthaeum, 9
La fama que se extendió por todo aquel país, nos hace ver que Cristo fue elegido para dar la salud y publica de un modo claro sus dones y sus obras.
Rábano
En sentido moral, la niña difunta en su casa figura al alma muerta en sus pensamientos. Y dice el Salvador, que la niña no hace más que dormir; porque los que pecan en esta vida, aun pueden resucitar mediante la penitencia: los tocadores de flauta no hacen más que adular y ensalzar a la muerta.
San Gregorio Magno, Moralia, 18
Con el objeto de resucitar a la difunta, echa fuera a la muchedumbre. Porque no resucitará el alma que interiormente está muerta, si no arroja antes de lo más íntimo de su corazón la multitud de cuidados temporales.
Rábano
La niña es resucitada en su casa en presencia de unos cuantos testigos, el hombre joven fuera de la puerta y Lázaro delante de mucha gente; porque el que falta públicamente necesita dar una reparación pública y al que comete una falta ligera, se le puede borrar con una penitencia suave y oculta.