Sueltos

Los artículos de Slashdot, por cuestión profesional más que nada, suelen interesarme; pero no puedo decir que sintonicemos —que comulguemos— a menudo. Uno de los pocos ejemplos: Un quinto de la población del mundo no puede ver la Vía Láctea de noche. Bien por la preocupación, bien por los que compartieron las experiencias («Confieso que la primera vez que vi la Vía Láctea fue durante un campamento, a los 30. Lo primero que dije fue ‘¿Qué demonios es eso?’» «En nuestras últimas vacaciones mi hijo de cuatro años se pasó más de 30 minutos mirando el cielo estrellado con la boca abierta…»), menos bien por la expresión «Contaminación lumínica» (pero bueno, hacen falta esas expresiones, supongo), y mal por los que argumentan que lo preocupante de que la gente no mire las estrellas es que haya pocos incentivos para impulsar la tecnología espacial.

Hablando de progreso y naturaleza: Short history of America.

Pseudópodo revisita, a propósito de una película nueva, el caso Hipatia; también los cientificistas tienen sus mitos, faltaría más. Otro aspecto gracioso, señalado en los comentarios, es que el coro de alabanzas científico-feministas no puede evitar caer en el tópico sexista de la indispensable belleza femenina (no vaya alguien a creer que por ser intelectual era fea, ¿eh? la inteligencia importa, pero la belleza también). La cuestión, a pesar de su ridiculez, tiene su lado profundo y misterioso, creo. Y el santoral católico no está libre de pecado, por decilo así. Recuerdo en particular el caso de Santa Teresita, con sus hermanas retocando sus fotografías para hacerla más linda… según los criterios de las estampitas sulpicianas. Lo inquietante es que la falsificación, se diría, tuvo éxito, al menos momentáneo.

Iré a ver Up, seguramente, aunque Pixar hace rato que ha dejado de cautivarme. Quién podrá reinyectar por ahí algo de libertad creativa, algo de sorpresa y de locura… Yo quisiera menos perfección, menos previsibilidad, menos talento incluso, a cambio de lo otro. Releía estos días unas viejas y humildísimas Pi-pío … por ejemplo el discurso de Ovidio acá (¡mortal!) y me da un placer, una admiración y una ternura…

Algunos blogs literarios, con comentarios de libros, un poco al tuntún:
delibrosqueleo.blogspot.com/loslibrosdeteresa.wordpress.com/librosmiticos.blogspot.com/www.pasenylean.com/xqnoleer.blogspot.com/meencantanloslibros.blogspot.com/tuquelees.blogspot.com/wineruda.blogsome.com/elsuresnorte.blogspot.com/

Siempre me fastidió que los mercaderes me ofrecieran el producto «que usted se merece». Si ni sé yo lo que merezco, qué van a saber estos. Está bien, comprendo que esa adulación es inocente, por evidentemente falsa; una mera convención publicitaria. (Pero que unos tipos por la radio me prometan «el artesanal lavado que sus alfombras merecen» … me parece que es llevar esas convenciones demasiado lejos.) En todo caso, estaría bueno que nos dedicáramos a merecer antes de consumir.

Y a ver si nos ponemos de acuerdo: «Restobar», es perdonable. «Multiespacio», no.

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