Episcopado comprometedor

—Bien, bien, me gusta cómo quedó… sobre todo lo de «irradiar tus mismos sentimientos». Creo que ya está, ¿no?
—A mí me parece que está faltando algo… A ver… ¡Compromiso! ¡Se nos olvidó la palabra «compromiso»!
—Sí… y yo agregaría también «ternura», aunque no sé muy bien dónde. Ya saben, lo del Dios tierno y bondadoso…
—Tienen razón, che. A ver… qué les parece … «Jesús, que nos convocas con tu ternura al gran desafío del compromiso y la disponibilidad…»
—Suena bien, pero… «convocar» y «disponible» ya la usamos en la «Oración por la patria»…
—Además, monseñor pidió que no pasaran de 150 palabras, estamos al límite, eso lo alargaría demasiado.
—Es verdad, y sería una pena recortar algo… ¿se les ocurre algo?…
—…
—¿Y si en vez de «que no sean indiferentes a tu mirada» ponemos «que no sean indiferentes a tu mirada tierna y comprometedora»?
—¡Genial!
—¡Muy lindo!
—¡Garpa, garpa!
—Muy bueno, Juan. ¿Vieron, vieron para qué sirve saber de poesía, zanguangos? ¡Y yo cuando lo veía hace tiempo a este con los libros de Benedetti lo cargaba, que eso era sólo para levantar minas, ja, ja!
—No hay nada que hacerle, el que sabe, sabe.
—Sí señor. Con esto creo que superamos a la «Oración por la patria». A Monseñor le va encantar. ¡Saaaaale con fritas!

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