La vieja trinidad

… Dostoyevsky lanzó la enigmática observación: «La belleza salvará al mundo». ¿Qué significa eso? Por mucho tiempo me pareció tan sólo una frase. ¿Cómo sería eso posible? En la sangrienta Historia ¿cuándo la belleza salvó a alguien de algo? Ennoblecido, enaltecido, sí — pero ¿a quién ha salvado?

Sin embargo, existe cierta peculiaridad en la esencia de la belleza, una peculiaridad en la sustancia del arte: es que el poder de convicción de una auténtica obra artística es completamente irrefutable y obliga a la rendición hasta a un corazón opositor. El discurso político, el publicismo pujante, el programa de vida social y el sistema filosófico, pueden aparentemente contruirse con suavidad y elegancia, tanto en el error como en la mentira. Lo que está oculto, lo tergiversado, no se volverá inmediatamente obvio.

Y vendrá luego un discurso, un artículo, un programa de signo opuesto; una filosofía diferentemente construida llama a la contradicción – todo exactamente igual de elegante y suave; y la cosa funciona igual. Que es la razón por la cual se confía y también se desconfía de todo aquello.

Es en vano afirmar lo que no llega al corazón.

La obra de arte, en cambio, lleva en sí misma su propia verificación. Los conceptos inventados o forzados no soportan la prueba de las imágenes; se derrumban todos, aparecen enfermizos y pálidos, no convencen a nadie. Pero las obras que nacen de la verdad, y nos la han presentan como una fuerza viviente – ésas se adueñan de nosotros, nos exigen; y nadie jamás, ni siquiera en las siglos futuros, podrá refutarlas.

Tal vez, al fin y al cabo, la vieja trinidad de Verdad, Bien y Belleza no sea simplemente la fórmula vacía y vetusta que supusimos en los días de nuestra confiada y materialista juventud. Si las copas de estos tres árboles convergen, como lo afirmaban los escolásticos, y si los ramas demasiado rectas de la Verdad y del Bien han sido mutiladas, impedidas de abrirse paso; entonces, quizás los fantásticos, los impredecibles, los inesperados retoños de la Belleza emergerán y ascenderán hasta el mismo lugar, cumpliendo así el trabajo de los tres…

Alexander Solyenitzin – 1918-2008
(Discurso de recepción del premio Nobel – 1970)

Yo justo estaba releyendo «El primer círculo»… Calculo que el día de su muerte yo leía esta página, donde el nuevo preso sin juicio, sin comunicación y sin derechos (hasta ayer respetable funcionario soviético) recuerda las frases epicúreas que había estado leyendo esos días…
«La fe en la inmortalidad nació de la codicia de seres insatisfechos… El hombre sabio sabe que la duración de su vida es suficiente para completar el círculo de los placeres alcanzables»

Pero ¿se trata en verdad de placeres? Él había tenido dinero, buena ropa, estima, mujeres, vino, viajes… pero en este momento habría mandado al infierno a todos eso a cambio de justicia y verdad… nada más.

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