Un tiempo para hablar

Los ashanti (o asante) son un pueblo de Africa occidental; fueron estudiados por el etnólogo cap. Rattray, durante la década de 1920. Entre sus ritos tradicionales tenían una especie de saturnales, unos días del año en que las normas se aflojaban, las clases sociales se confundían (o incluso se invertían) y todo estaba permitido. Así le explicaba al inglés un sacerdote del pueblo el sentido de esa costumbre [*].
Tú sabes que cada uno tiene un alma que puede ser herida y herida y puede enfermar y, de esa manera, hacer que también el cuerpo enferme. Puede haber otras razones, pero frecuentemente la enfermedad es causada por la malevolencia y el odio que otro tiene contra ti en su cabeza. También tú tendrás odio en ti contra algún otro, porque te habrá hecho algo; y también este odio ensombrecerá tu alma y la hará enfermar.
Nuestros antepasados sabían esto, y por eso fijaron un tiempo durante el año durante el cual todos, hombres y mujeres, libres y esclavos, están autorizados a decir sin cortapisas lo que tienen en sus cabezas, a decir a sus vecinos lo que piensan de ellos y de sus actos; y no sólo a sus vecinos sino también al jefe y al rey. Cuando un hombre ha podido hablar con tanta libertad, sentirá su alma fresca y tranquila, y también el alma del otro contra quien él ha hablado tan abiertamente quedará tranquilizada. Puede que el rey haya matado a tus hijos, y que tú lo odies. Esto ha hecho que él enferme, y tú también, por no poder decirle en la cara lo que pensabas; por eso los dos no tenéis sino ventajas.
Por eso es que el rey de Ashanti, hace mucho tiempo, hacía llamar a la reina de Nkoranza cuando enfermaba, para que ella pudiera insultarlo, aun fuera del tiempo determinado para ello. Esto le hizo bien y fue causa de que viviera más tiempo.
* Según cita D. Wörfel en «Cristo y las religiones de la tierra», edición dirigida por F. König.

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