Sonría, lo están filmando

El doctor Anselmo T. Galván Castro, integrante de la sociedad del barrio de Flores «Nueva Historia» (cuyos fines, según consta en las narraciones de Alejandro Dolina, era «registrar la totalidad de los sucesos humanos», minuciosa y debidamente documentados) apoyó con entusiasmo la propuesta del cineasta húngaro Lazlo Martok («experto en filmes documentales que había abandonado su país huyendo de las persecuciones, auque el hombre no recordaba quién lo perseguía ni por qué») de filmar la vida entera de las personas, para que la posteridad no se perdiera nada. Entre las dificultades que oponían los negativos de siempre, los Refutadores de Leyendas objetaban que el sistema sería demasiado molesto e invasivo; decían ellos:
«Las personas cambian su actitud cuando se hallan frente a una cámara. Si se filma la vida entera de la gente, todos nos pareceremos a Santiago Gómez Cou».
Galván Castro confesó entonces su fervorosa admiración por Santiago Gómez Cou y declaró que el hecho de saberse filmado obligaría a todo ciudadano a llevar una vida digna y sin tapujos.
Por su lado, dicen que el general decía: «La gente es buena; pero si se la vigila… es más buena».
Pero no es indispensable hablar de vigilar; en la mayoría de los casos, basta con saber que te están mirando.

Y bien, ya adivinarán adónde vamos.
Ciertamente, Dios te está mirando … ¿no? Más: podríamos decir que te está filmando; con un esmero y una infalibilidad que don Lazlo Martok no podría menos que envidiar.
Podria objetarse, a su vez, que esto también es una imagen poética; que —aun para un creyente— su realidad o su utilidad es problemática. Que, en todo caso, los hombres caídos no podemos tener una «certeza habitual» de semejante cosa. Y, sobre todo, que no debemos hacer esfuerzos para formarnos esa conciencia, que no es por ahí como vamos a tornarnos más bondadosos o más creyentes. Y aun que hacer jugar a Dios Padre el papel del Gran Hermano tiene algo de siniestro y blasfemo.

No sé, miren…
(continuará)

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