Otros tradicionalismos – 2

Sí, el post quedó un poco críptico… pero tampoco Gilson es del todo claro, al menos para mí. Se trata de situar con justeza el papel que juega la «tradición» (y la entrecomillo porque la palabra tiene diversos sentidos) en nuestro conocimiento de Dios, y su relación con las demostraciones (metafísicas, claro; ¿qué si no?) de la existencia de Dios, y con el ateísmo actual.
En todo caso, aclaro que no pretendía ser un dardo para nadie («Escuchen , escuchen»), ni un alegato contra nada. Tema para pensar un poco, nomás.
¿De qué tradicionalismo hablamos? Por un lado, se usa la palabra tradicionalista (y este es el sentido más común) como contrario a progresista: este sentido -que además se diferencia según ponga el acento en la política, la cultura, la moral o la religión- no es el que nos interesa acá… aunque, naturalmente, hay correlaciones. Gilson más bien se refiere al tradicionalismo como una especie de teoría del saber -sea el saber religioso o el saber metafíso: en este sentido, tenemos por ejemplo a tradicionalistas católicos que afirman que nuestro conocimiento de Dios (aun el «natural», es decir, excluyendo la revelación asentada en las Escrituras) proviene de una tradición : una especie de «revelación natural», hecha a Adán, que la humanidad ha ido trasmitiendo -en todas las civilizaciones del mundo- de generación en generación; si no fuera por eso, dicen estos tradicionalistas, el hombre no habría podido llegar, por sus solas facultades naturales, por la razón y la observación, al conocimiento de Dios. Se trata, pues, de privilegiar la trasmisión de un saber originario por sobre la adquisición de un saber por los humanos medios (razón).
Este tradicionalismo, que yo sepa, es casi inexistente dentro del catolicismo; y, en buena medida, fue condenado como herético en el siglo XIX. Otra cosa es que despierte simpatías -más o menos concientes- en algunos espíritus… generalmente «tradicionalistas» en el otro sentido de la palabra. (Aunque, como acota un lector, hay que distinguir: aún dentro de la «derecha católica» -tradicionalistas en el sentido usual de la palabra- hay gente más bien racionalista -los de extracción tomista, por ej- y gente más bien irracionalista -románticos,carlistas-; sólo los segundos pueden -o deberían- simpatizar con aquel tradicionalismo teólogico. Y, para peor, hay muchos progresistas fideístas, y el mismo Lamennais -abanderado del tradicionalismo católico- puede ser considerado tal).

¿Qué está diciendo Gilson entonces? No estoy seguro.
No creo que esté diciendo «La Iglesia se equivocó al condenar el tradicionalismo. Ahí tienen a Aristóteles (y aun a Santo Tomás) reconociendo el papel esencial de la tradición en nuestro conocimiento de Dios».
Si eso quisiera decir, lo diría más claro; y, además de que sería demasiado «comprometedor», afirmar la validez del tradicionalismo de esa manera equivaldría a negar la validez -o la relevancia- de las demostraciones tomistas de la existencia de Dios. Gilson no tiene nada de fideísta, evidentemente.

¿Estará diciendo entonces: «Está bien que condenemos al tradicionalismo, pero no lo hagamos apoyándonos en Aristóteles;. Pues el era tradicionalista»?
Tampoco me cierra. No se ve que Gilson repudie esta opinión de Aristóteles … que además explícitamente conecta con las demostraciones de Santo Tomás.
Más bien me parece que está intentando matizar el repudio del tradicionalismo, mostrando lo que esconde de verdad, o al menos de atendible.
Pero no estoy seguro.
No sé a uds. qué les parece. Copio otros párrafos:
…Ha habido pruebas de la existencia de Dios, de cierto Dios o, en todo caso, de los dioses, pero estas pruebas nunca han pretendido revelar a los hombres la noción de la divinidad; por el contrario, todas presuponen la creencia común en seres sobrenaturales cuya noción requería ser purificada y la existencia demostrada por la filosofía. Su convicción nada tenía en común con revelación alguna en el sentido judío o cristiano de la palabra. Aristóteles es un buen testigo al respecto. […] Aristóteles tiene clara conciencia de operar una metamorfosis que tendrá por efecto transformar una creencia popular espontánea en una certeza científica demostrada. Para Aristóteles, el orden religioso entero es mitológico; es su propia reflexión la que hace de él un sistema de verdades científicas racionalmente demostradas. […] No hay en él tradicionalismo metafísico, pero hay un tradicionalismo religioso.

… Mientras esta noción primitiva de Dios estuvo presente en los espíritus, hubo pruebas eficaces de la existencia de Dios. En sus Nourritures terrestres, ha consagrado Gide un capítulo a lo que irónicamente llamaba «la ronda de las pruebas de la existencia de Dios» En verdad, las pruebas de la existencia de Dios no faltan. […]
El conjunto de estos hechos sugiere una doble hipótesis: en primer lugar, que la certeza de la existencia de Dios es en gran medida independiente de las demostraciones filosóficas que de ella se dan; en segundo lugar, que el fracaso de tales pruebas para convencer a espíritus modernos no tiene que ver gran cosa con la difusión de la ciencia.
[…] me permito sugerir que seguirán siendo inventadas nuevas pruebas de la existencia de Dios en tanto que entendimientos humanos formen en sí mismos espontáneamente, y tengan por digna de atención, esta noción de un ser primero. Carece de importancia alguna el que la educación familiar o la enseñanza de las escuelas o de las iglesias transmita esta noción a los espíritus, pues de todos modos, siempre llega un momento para cada uno en el que la verdad de la noción debe ser reconocida y hecha suya por asentimiento personal.

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