Música en la City

Camino por Florida (para los de afuera: es una calle peatonal de Buenos Aires, en el microcentro, donde se concentra la actividad comercial-laboral; oficinas, comercios y bancos; mucha gente), y paso frente a varios músicos instalados en la calle.

Uno de ellos (un grupo que toca algo que pretende ser folklore puneño, con timbres new-age) ostenta un cartel «Colabore con la cultura«.
Curioso prestigio el de esa palabra, pienso; al punto que, es de creer, el público está más dispuesto a colaborar con la cultura que a darle una moneda a un prójimo.

A pocos pasos, un cantor sentado en el suelo, con su guitarra, y voz que trata de imponerse -sin mucho éxito-al tumulto. Alcanzo a oir, distraídamente, algunos versos de una canción melódica… «…que tu cuerpo sea mi cuerpo, que mi sangre…« … Nunca falta un puñado de sensualidad, eso siempre gusta, pienso (es un decir; pensamientos reflejos….)… estos letristas, no pueden escribir una canción romántica sin mentar «tu cuerpo»… y … Pero, esa canción, la conozco… ¿no? … me suena.. ¿de dónde? ¿de quién ? … (me pasan por la cabeza algunos cantores populares más o menos románticos y más o menos respetables)… pero… un momento… aahhhh ! (aaagghhh!)…. ¡no puede ser! …. ¡es un canto de misa!
Mezcla de emociones: me hace reír mi «gaffe», me espanta (por enésima vez) la calidad de las canciones de misa, y -sobre todo- me desconcierta la elección del cantor (en muchos años, nunca había escuchado algo así).
A este, al menos, no se le habrá ocurrido colgarse el cartel de «colabore con la cultura», supongo. Aunque, si se le ocurrió cantar eso, se le pudo ocurrir cualquier cosa.

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