Fe y religión

En un hilo de los foros ETF alguien preguntaba si «fe cristiana» (o católica) quiere decir lo mismo que «religión cristiana«.
Naturalmente, todo es una cuestión de acepciones: y las dos palabras (fe y religión) tienen distintas acepciones.
En cuanto a la palabra «religión«, la acepción más popular hoy día se aproxima a la primera del diccionario: «Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales».
En cuanto a la palabra «fe«, suele significar «lo que se cree«, o sea la primera parte de la anterior definición. Así entendidas las expresiones, habría que decir que la religión no es lo mismo que la fe, sino que más bien la incluye: o sea, que la religión (católica) contiene el depósito de la fe, como dice Andrea en el segundo post.
Lo cual no prohibe que, por extensión del concepto, a veces se use la expresión «fe cristiana» como sinónimo de «religión cristiana».
(Aunque, aun admitida esa extensión, quedaría por ver cuán aplicable es esto a religiones no cristianas… «Sin darnos cuenta, suponemos que ‘religión’ y ‘fe’ son lo mismo y que todas las religiones pueden definirse también como ‘fe’. Pero esto es sólo verdad en cierto sentido, ya que muy a menudo otras religiones no se denominan así, y gravitan en torno a otros puntos», Ratzinger )

Pero, en realidad, las dos palabras «fe» y «religión» tienen en la teología acepciones más precisas y «técnicas», que conviene conocer. Es lo que hace Abel en dos largos posts … que conviene leer. Resumo libremente:

En la teología, «fe» y «religión» son dos cosas distintas: son virtudes, y por lo tanto involucran actos humanos.
La fe, una de las tres virtudes teologales, es un acto en el que damos asentimiento a realidades que no vemos.
En este contexto (escolástico, digamos), «religión» quiere decir algo mucho más restringido y humilde: es la virtud que nos hace ordenar nuestros actos hacia Dios, en particular los «actos religiosos» (oración, culto); derivada de la virtud (no teologal sino cardinal) de la justicia. Algo más afín a lo que hoy llamamos «religiosidad».
Todo esto nos lleva bastante lejos de la pregunta inicial. Y acaso no interesaría demasiado, si no fuera que estas cuestiones tienen derivaciones importantes, si uno las mira con una mirada viva. Veamos.

En primer lugar, hay que hacer alguna salvedad al decir que la fe involucra un acto humano (el acto de creer); porque la clasificación de «virtud teologal» no es meramente encomiástica. La virtud teologal (o teológica) no sólo tiene por objeto especial a Dios, sino que también (y sobre todo) es infundida especialmente por Dios. Por eso, bien aclara Abel:
Normalmente tenderíamos a decir que la fe es el acto por el cual deposito mi confianza (vital, voluntaria, intelectual, afectiva) en un poder que me excede. Pero para el cristianismo, ese acto lo realiza el propio Dios en nosotros.
De allí que se haga imprescindible distinguirlo de la religión, que es un acto por completo humano.
Tampoco se trata de que la fe corresponda a lo interior-individual y la religión a la exterior-social. No pasa por ahí la distinción. Viene viene la cita de Ricoeur glosada por Abel, que no conocía:
La Fe (cristiana) es un acto interior a la persona, es su experiencia vital de Dios, su contacto íntimo (él dice literalmente «la experiencia vivida» ), mientras que la religión es el código humano, el lenguaje, con el que damos cuenta, ante nosotros mismos, ante los demás y ante el propio Dios, de esa experiencia vivida.
¿Y qué consecuencias prácticas tiene todo esto? Muchas, y nada académicas. Algunas citas del mismo hilo de discusión darán algunas pistas de por qué terrenos (difíciles y pantanosos, pueden decirlo) va la cosa:
La religión distingue y separa, para poder encontrar aquellos elementos del mundo que le permitan expresar con mayor adecuación una experiencia que excede lo mundano.
… la religión no sólo cambia, sino que debe cambiar permanentemente, al menos desde el punto de vista del cristianismo, porque como su misión no es llegar a Dios sino expresar un encuentro con Dios que es previo a la religión, si quedara fijada, si no se moviera, terminaría confundiendo el lenguaje con la cosa nombrada, terminaría confundiendo lo que usamos para dar cuenta de nuestra experiencia de lo sagrado, con lo sagrado mismo. […]

La religión también es un lenguaje, un lenguaje donde las palabras son los símbolos que utilizamos para expresar el poder de lo sagrado en nuestra vida: determinadas horas y determinados días tienen más «peso» que otros, determinadas personas están «más cerca» o «mas lejos» de lo sagrado que otras, determinadas acciones son mejor respuesta que otras al reclamo de lo sagrado… etc.
Como es un lenguaje, depende de una educación, una costumbre y una tradición, y pretende lograr que el hombre exprese eso que llevamos en el fondo de nuestro ser y que es tan difícil de decir: que nuestra vida no proviene de nosotros mismos. […]

Desde ese punto de vista, desde el punto de vista de la religión como realización humana, como respuesta del hombre al reclamo de Dios, todas son equivalentes. Sí, todas, desde la católica hasta la última religión perdida en una tribu del Amazonas, todas no son más que un balbuceo humano para tratar de decir a Dios, de manera independiente a si un hombre logra eso con incienso o sacrificando una lagartija. […]

Ahora bien, si lo que da absolutez al cristianismoes la fe y no la religión, ¿querrá Dios a la religión cristiana?
… creo que debemos mantener siempre una distancia crítica, una tensión interior en nosotros mismos, en cada creyente, que nos permita ir cada día depurando nuestro deseo de apoderarnos de Dios, de convertirlo en una palabra puramente humana.
Yo estoy convencido que el mensaje de Jesús fue un sí a todo lo humano, incluido lo religioso […] Dentro de lo que dijo que sí, está que Dios dijo sí a los balbuceos humanos para hablarle a él: dijo que sí a los galleados cantos de Misa, al blanco de las solemnidades y verde del tiempo ordinario, a todo eso que si no estuviera Dios detrás aceptándolo sería idéntico al sacrificio de una lagartija en medio de la selva. Pero al igual que le pasa al borrachín al que Dios le dijo sí, no podemos tomar ese sí de Dios como pretexto para la carne. Que Dios haya aceptado la comunicación del hombre con él no implica que hagamos de esa comunicación un nuevo ídolo, que la convirtamos en un sustituto de la fe. Porque la religión, para los cristianos, sólo tiene algún valor si viene aceptada desde la fe. Por eso viene bien cada tanto recordar que la religión también se puede convertir en un pecado, en el peor, del momento que la corrupción de lo mejor da lo peor. Se convierte en un pecado cuando ya no pretende hablarle a Dios, con temor y temblor, esperando que él acepte nuestra palabra, sino que pretende forzarlo a decirle sí sólo a algunos, sólo a los que a nosotros nos gustan.

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