De las "Memorias" del General Paz, que empecé a leer.
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...Cuando se retiraba el ejército derrotado
en el "Desaguadero", se detuvo Castelli unos días
en Chuquisaca, y sus ayudantes, de los cuales uno era
Escobar, acompañados de otros oficiales locos,
pasando una noche por una iglesia, vieron una
cruz en el pórtico, a la que los devotos ponían luces;
alguno de ellos declamó contra la ignorancia y fanatismo
de aquellos pueblos, y otro propuso, para ilustrarlos,
arrancar la cruz y destruirla; así lo hicieron,
arrastrándola un trecho por la calle. ...
Más:
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... un ojo medianamente ejercitado puede
entrever en esos primeros partidos[*], no obstante
las infinitas y aun esenciales modifiaciones
que han sufrido, el origen de las fracciones que hasta ahora
dividen la República Argentina[**]. ... El señor Balcarce
pertenecía, como el general Don Martín Rodríguez y
otros muchos, después acérrimos unitarios, al partido
que se decía de Saavedra, mientras
el general Belgrano (dicho sea en su obsequio) no era hombre
de partido y no simpatizaba con él
....
... su valor era más bien (permítaseme la expresión) cívico que guerrero. Era como el de aquellos senadores romanos que permanecían impávidos en sus sillas curules.
En los contrastes que sufrieron nuestras armas bajo
las órdenes del general Belgrano, él fue siempre
de los últimos que se retiró del campo de batalla,
dando ejemplo y haciendo menos graves nuestras
pérdidas. En las retiradas que fueron la consecuencia
de esos contrastes, desplegó
siempre una energía y un espíritu de orden admirables.
Recuerdo que al día siguiente de la derrota de Ayohuma
hizo formar en círculo, después de la lista, los menguados
restos de nuestro ejército y, colocándose en el centro,
rezó el rosario, según se hacía ordinariamente.
Fuera de los sentimientos religiosos que envolvía esta
acción, quería hacer entender que nuestra
derrota en nada había alterado el orden de la disciplina.
...
Honor al general Belgrano! El supo conservar el orden, tanto en las victorias como en los reveses. Cuando él mandó en esos días de luto y de desgracia, los paisanos y los indios venían pasiblemente a traer las provisiones al pequeño cuerpo que se retiraba; tan lejos de manifestarnos aversión, sólo se dejaba percibir, en lo general, un sentimiento de simpática tristeza....
[**] unitarios y federales
Hace un tiempo comenté sobre la curiosa tendencia laicista que tienen los traductores on-line (Babelfish, el de Google, etc): cuando una palabra tiene una acepción "religiosa" y otra "laica" (ejemplo: spirit = espíritu/alcohol), el traductor tiende a optar por la segunda, aun cuando -como en este caso- la acepción religiosa sea sin dudas la principal.
Bueno. Ayer, viendo esto, encontré otro caso curioso:
Babelfish traduce "rezar" como "to say" (decir; que es sinónimo de rezar, pero en una acepción muy secundaria). La traducción normal sería "to pray".
No termino de entender por qué... Una posible -y pobre- justificación
que se me ocurrió (y que ya había esbozado en el otro post): por más que la acepción laica de "rezar" (sinónimo
de decir) sea relativamente infrecuente, considerando que
las páginas de internet son en su inmensa mayoría "laicas", tal vez
sin contamos el total de apariciones de la palabra en internet encontraremos
que se usa más en esa acepción. Además de ser una justificación inaceptable,
parece que la hipótesis es falsa: busco en Google
y veo que la abrumadora mayoría corresponde a la acepción
principal (religiosa).
Sigo en la perplejidad, entonces.
Estoy empezando a leer un biografía de San Francisco de Asís, de J. Joergensen.
Casualmente, Steven en Flos Carmeli, enumerando algunos de los beneficios que él ha recibido del ambiente de los blogs (de los blogs que él frecuenta, vamos...) nombraba a dos santos que aprendió a apreciar mejor -y a desconfiar menos: Santo Tomás de Aquino.. y San Francisco de Asís. A pesar de algunos tomistas o franciscanos...
- "I have a more profound understanding
for St. Francis of Assisi-
though I'm still put off by SOME of his followers.
(Don't worry-I love St. Thérèse and am
put off by the vast majority of her admirers.)"
Un fragmento sobre el poverello, de uno que escribía algo mejor que Joergersen:
-
... la venida de San Francisco
fue como el nacimiento de un niño en una mansión tenebrosa cuya
condenación viniese a levantar; de un niño que crece inconsciente
de la tragedia, y que triunfa de ella por su inocencia. En nuestro
santo, no es sólo necesaria la inocencia, sino la ignorancia. La
esencia de su historia está en que pudo arrancar la verde hierba
sin saber que crecía sobre un hombre asesinado, o subirse a un
manzano ignorando qué había sido la horca de un suicida. Lo que
el frescor del espíritu franciscano trajo al mundo entero fue
aquella reconciliación, y aquella amnesia.
...
Cada herejía ha sido un esfuerzo para limitar a la Iglesia. Si
el movimiento Franciscano hubiese acabado en nueva religión,
hubiera sido, a fin de cuentas, una religión estrecha y limitada.
En cuanto, acá y acullá, se tornó herejía, fue una herejía
estrecha.
Hizo lo que siempre hacen las herejías: levantó la
forma contra el espíritu: La forma era, originariamente, es
cierto, aquella modalidad buena y gloriosa del gran San Francisco,
pero no constituía todo el espíritu de Dios, ni siquiera el del
hombre. Y es un hecho que aquella modalidad misma fue degenerando,
y trocándose en monomanía.
Los de una secta que se llamaban
Fraticelli se declararon a sí mismos verdaderos hijos de San
Francisco, y rompieron todo lazo con Roma en favor de lo que
hubieran llamado el programa íntegro de Asís. A poco, aquellos
Franciscanos libres tuvieron un aspecto tan feroz como los
Flagelantes. Lanzaron nuevos y violentos vetos; atacaron el
matrimonio, es decir, atacaron a la humanidad. En nombre del más
humano de los santos, declararon la guerra a la humanidad.
No pereció, ninguno de ellos, aun cuando fueron perseguidos; muchos
pudieron convencerse de su error; y los pocos que quedaron,
imposibles de convencer, permanecieron sin hacer nada encaminado
a recordar a nadie el verdadero San Francisco.
Lo que ocurrió a
aquellos hombres es que eran unos místicos, místicos y nada más
que místicos; místicos no católicos; místicos no cristianos;
místicos no hombres.
Se corrompieron porque, en el sentido más
exacto, no prestaron oído a la razón. Y San Francisco, por
extravagantes y románticos que puedan parecer a muchos sus
gestos, siempre estaba atado a la razón como con un cabello
invisible e indestructible.
El gran santo estaba cuerdo; y el mismo son de la palabra cuerdo,
como la cuerda más grave de un arpa, nos conduce a algo más
profundo en él que todo lo demás, que casi semeja excentricidad
fantástica. No fue un simple excéntrico porque tendiera siempre
hacia el centro y el corazón del laberinto; tomaba los vericuetos
más singulares y tortuosos del bosque, pero avanzaba siempre hacia
su hogar.
No sólo fue demasiado humilde para convertirse en
heresiarca, sino demasiado humano para aspirar a extremista, en el
sentido de quien se destierra a los confines del mundo.
El sentido del humor que aliña todas las historias de sus correrías
fue lo que le impidió endurecerse en la solemnidad de la rectitud
sectaria. Por su naturaleza, estaba siempre dispuesto a admitir
que andaba equivocado; y si sus seguidores, en lo que toca a
ciertos puntos de orden práctico, hubieron de admitir que andaba
equivocado, sólo lo admitieron para probar que llevaba razón.
Porque han sido ellos, sus verdaderos seguidores, los que han
probado realmente que llevaba razón: y, aun superando algunas de
sus negaciones, han extendido e interpretado triunfalmente su
verdad. La Orden Franciscana no se fosilizó ni se dividió como
algo cuyo verdadero objetivo se viese frustrado por la tiranía
oficial o por la traición interna. Fue éste, su tronco central y
ortodoxo, el. que, más tarde, dio sus frutos al mundo.
...
Porque éste es el espíritu final con que nos volveremos a San Francisco: el espíritu de agradecimiento por lo que hiciera. Fue, por encima de todo, un gran donador; y buscaba especialmente la mejor manera de dar, que es la de dar gracias. Si otro grande hombre escribió una gramática del asentimiento, puede decirse. de el que escribió una gramática de la aceptación, una gramática de la gratitud. Comprendió muy a fondo, hasta sus últimas profundidades, la teoría del agradecimiento; y estas profundidades son un abismo sin fondo.
G. K. Chesterton
Simone Weil, de su última carta al padre Perrin, el dominico que infructuosamente trató de convencerla de que entrase a la iglesia y pidiera el bautismo.
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Fue un acto de bondad de su parte el haberme escrito
a pesar de todo. Me ha sido precioso tener unas palabras
afectuosas suyas en el momento de la partida [*].
Me ha citado usted espléndidas palabras de San Pablo.
Mas espero que, al confesarle mi miseria, yo no le haya
dado la impresión de que ignoro la misericordia de Dios.
Espero no haber caído, y no caer jamás, en ese grado
de cobardía y de ingratitud.
No tengo necesidad de ninguna esperanza, de ninguna
promesa, para creer que Dios es rico en misericordia.
Conozco esa riqueza con la certeza que da la experiencia:
la he tocado.
Lo que conozco por contacto sobrepasa a tal punto
mi capacidad de comprensión y de gratitud
que la promesa de felicidades futuras no podría
añadirle nada para mí, así como para la inteligencia
humana la adición de un infinito a otro no agrega nada.
...
Cuando escucho a alguno que afirma que "fulano es muy estructurado", inmediatamente juzgo que se trata de un imbécil (no me refiero a fulano sino a alguno).
Alguno me dirá que soy de hacer juicios un poco apresurados. Puede ser; algo, no mucho.
Y alguno me dirá que soy demasiado estructurado.
Fragmento de la Cenicienta chateando en MSN:
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...
cenicient@hotmail.com dice:
vivo con mi viejo, la mujer y las turritas de las hijas
elprincipe dice:
están ahí ahora?
cenicient@hotmail.com dice:
nooo. se la pasan d shoping. vos travajas?
elprincipe dice:
No, no trabajo de nada.
cenicient@hotmail.com dice:
uyy, que bajóoon. mucha gente sin laburo, fulera la cosa.
elprincipe dice:
ahá
cenicient@hotmail.com dice:
bueno, t dejo flaco. Tengo un toco d cosas ke aser. Kerés mi numero d tel así me abisás cuando ases la fiesta?
elprincipe dice:
Otro día me lo das. No hay apuro.
...
Interesante discusión se ha planteado en Disputations, disparada por Steven de Flos Carmeli (las discusiones des estos bloggers yanquis -dominico y carmelita- son de lo más jugoso que tiene el mundo del blog católico).
Brevemente: Steven dijo que rezaba por las almas de
los hijos de Saddam Husseim.
Tom respondió que él no.
En general, encuentro las argumentaciones de Tom convincentes
y -para mi gusto- firmes y equilibradas; en particular, también.
En general, concuerdo con él. En particular, en este caso, no.
O al menos, no estoy seguro.
Cuatro puntos:
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First, I happen to believe that, if anyone is damned, Odai Hussein is damned. I also happen to believe that people are damned. So...
Me resulta difícil aceptar esto como "razón" para no rezar. En todo caso, esto sería un sentimiento; y probablemente malo (de las cosas que "manchan").
No tengo problema en aceptar que el precepto de "no juzgarás" debe ser tomado en su verdadero sentido, y que no nos está prohibido (en ciertas ocasiones, nos está más bien exigido) evaluar la moralidad de un hombre. Pero se me ocurre que, cuando se trata de un muerto (y contemplado "en tanto muerto") el precepto de no juzgar se torna más absoluto, por decirlo de alguna manera.
Parecidamente: entiendo que lo de amar y rogar por los enemigos no implica un nirvana afectivo ni moral (no se trata de que no tengamos enemigos); pero creo que un muerto nunca puede ser un enemigo.
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Second, of the tens of thousands of people who died yesterday, what commends these two to my
private prayers? Nothing, except that they were infamously evil. It seems more fitting to me
to pray for those whose deaths went unmarked by The Washington Post and CNN.
Pero el hijo de Saddam no es mi prójimo, precisamente ! - me dirá alguno.
Estás seguro ? -diré yo.
No sé ... Se supone que la parábola del samaritano ("enemigo" del judío, por otro lado) es que da la pauta. Y prójimo sería aquel con quien nos cruzamos en el camino, con el que tenemos una relación "humana", un contacto. Ahora bien: creo que Steven, Tom y tantos otros se han cruzado con el muerto; tienen una relación personal con él (al punto de "juzgarlo", de horrorizarse por sus pecados, de pensar en el destino de su alma). Esto obliga, acaso, a considerarlo como "prójimo" y por lo tanto justifica (si no obliga) a rezar especialmente por él.
Eh -dirá alguno-. Con ese criterio, las personas "famosas" tienen derecho a ligar más oraciones que el resto! Esa objeción es falsa en sus 3/4 partes; y el 1/4 restante no es una objeción.
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Third, I get nowhere near the end of the list of people who have a rightful claim on my
prayers. My family, friends, relatives, co-workers, co-parishioners, co-religionists, co-
citizens; my priests and bishops and pope; the needs I encounter on the Internet. Until I
managed to pray sincerely for all these needs, it would be unjust to pray for two evil, non-
Christian souls that have no claim on me.
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Fourth, I pray daily for the souls in purgatory and leave it to God to figure out what to do
about it. In the event the Husseins' souls are in purgatory -- which, again, I don't believe
to be true, but that doesn't mean it's not -- they're welcome to their just share of that
intercession.
Y aparte de todo esto: ya que de oración se trata, acaso convenga
no perder de vista que -en buena doctrina católica-
el "mecanismo" de la oración es más
complicado y misterioso de lo que parece (o de lo que cree un idólatra... no?).
Incluso si nos restringimos a la oración de petición,
no se trata (no se trata solamente) de un pedido a Dios
para que haga algo por un tercero (y donde el que reza quedaría fuera
del efecto de la oración); la oración tiene un efecto sobre el que
reza, y sobre su relación con Dios. Hay -digamos- un sentido
inmanente en la oración, que es esencial.
Hoy, los católicos
-sobre todos los tradicionalistas- tendemos a mirar con desconfianza
esas explicaciones, que acentúan los efectos beneficiosos de la oración
sobre el que reza, porque suenan peligrosamente cercanas a
la cháchara de autoayudadores o psicoanalistas dudosos... y ya sabemos
de los estragos del inmanentismo, y de cómo esa "divinidad" termina
degenerando en un mero fantasma de la imaginación, para consumo
y consuelo personal: -"Acaso Dios no exista, pero vos rezá igual; hace bien".
Esto es una gansada. Pero toda gansada que arrastra
(toda herejía) tiene su parte de verdad, y no es cuestión de olvidarla.
«Dios no necesita que le cuentes qué cosas tenés para pedirle;
pero vos sí lo necesitás." (No fue Osho el que lo dijo, sino San Agustín).
Aplicandolo al caso: tal vez el tal Odai no necesite tus oraciones
(sea porque se ha ido derechito al cielo, sea porque se haya ido al infierno);
pero, ya que vos tenés alguna relación personal con él, ya que en algún
sentido lo conociste, ya que (certeramente o no; justificadamente o no)
lo juzgaste en vida... acaso hoy necesites rezar por él.
Por la propia salud, digamos.
Y aclaremos para concluir (pensar que yo sólo quería escribir cuatro líneas!): Que lo de Tom de Disputations es mucho más matizado que lo que acá puedo estar dando a entender. Que conviene leerlo todo, en su contexto, discusiones incluidas (lástima cierto elemento... pero bueno, por algo yo no quiero tener sistema de comentarios). Que difícilmente se deduzca de mis "argumentos" la obligación moral de rezar por tal o cual persona (en verdad, no lo creo). Que más que argumentos son objeciones o salvedades. Y que sólo sé que no sé nada. Y que si no me apuro a postear esto, y lo releo un par de veces, lo borro.
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...Ya sabéis que Dios está en todas partes. Pues claro está que adonde está el rey, allí, dicen, está la corte; en fin, que adonde está Dios, es el cielo. Sin duda lo podéis creer, que adonde está Su Majestad, está toda la gloria.
Pues mirad que dice San Agustín, que le buscaba en muchas partes y que le vino a hallar dentro de sí mismo. ¿Pensáis que importa poco para un alma derramada entender esta verdad, y ver que no ha menester para hablar con su Padre Eterno ir al cielo, ni para regalarse con Él, ni ha menester hablar a voces?
Por paso que hable, está tan cerca que nos oirá; ni ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí, y no extrañarse de tan buen huésped; sino con gran humildad, hablarle como a padre, pedirle como a padre, contarle sus trabajos, pedirle remedio para ellos, entendiendo que no es digna de ser su hija.
Se deje de unos encogimientos que tienen algunas personas y piensan es humildad. Sí, que no está la humildad, en que si el rey os hace una merced no la toméis, sino tomarla y entender cuán sobrada os viene, y holgaros con ella.
¡Donosa humildad, que me tenga yo al Emperador del cielo y de la tierra en mi casa, que se viene a ella por hacerme merced y por holgarse conmigo, y que por humildad ni le quiera responder, ni estarme con Él, ni tomar lo que me da, sino que le deje solo; y que estándome diciendo y rogando le pida, por humildad, me quede pobre, y aun le deje ir, de que ve que no acabo de determinarme!
No os curéis, hijas, de estas humildades, sino tratad con Él como con padre, y como un hermano, y como con señor, y como con esposo: a veces de una manera, a veces de otra, que Él os enseñará lo que habéis de hacer para contentarle.
Dejaos de ser bobas, pedidle la palabra, que vuestro Esposo es, que os trate como a tal. ...
Santa Teresa de Jesús (España, 1515-1582)
Camino de perfección, cap. 28
Si ud. está interesado en conocer la altura y el peso de Verbitsky, puede efectuar una medición (por ejemplo) aquí.
Varios posts instructivos sobre el matrimonio (el "civil", el "religioso", y su relación) en Dappled Things y sobre la anulaciones matrimoniales.
También allí se encuentra un link a un post de Noli Irritare Leones sobre el "casamiento homosexual" (tema de actualidad por estos lados).
Y ya que estamos, mencionemos la existencia de un blog reciente, Santificarnos (a pesar del título y de que el autor vive en España, en inglés), dedicado a los católicos divorciados.
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A la tarde te examinarán en el amor;
aprende a amar como Dios quiere ser amado
y deja tu condición.
San Juan de la Cruz, 1542-1591
Logística de domingo al mediodía.
Orden de tareas (procedimiento primitivo):
-
1. Salgo de misa
2. Voy a la casa de pastas y saco número.
3. Espero mi turno.
4. Munido de los ravioles, voy a casa.
5. Pongo agua a calentar.
6. Cuando hierve, echo los ravioles
etc
Nuevo procedimiento optimizado: (Datos: la distancia entre mi casa y la fábrica de pastas es una cuadra; la distancia de la iglesia a ambas es de cuadra y media).
-
1. Salgo de misa
2. Voy al departamento.
3. Pongo agua a calentar.
4. Voy a la casa de pastas y saco número.
5. Espero mi turno.
6. Munido de los ravioles, voy a casa.
7. Cuando el agua hierve, echo los ravioles
etc
Alguno se preguntará si de verdad estoy muy apurado;
o si estoy seguro de saber usar los tiempos ganados.
Nunca faltan los cuestionadores. Pero, claro está,
saber optimizar los tiempos es una cosa,
saber usarlos -saber vivir- es otra.
De las Confesiones de San Agustín, libro octavo:
-
...Narraba estas cosas Ponticiano, y mientras él hablaba, tú, Señor, me trastocabas a mí mismo, quitándome de mi espalda, adonde yo me había puesto para no verme, y poniéndome delante de mi rostro para que viese cuán feo era, cuán deforme y sucio, manchado y ulceroso.
Me veía yo y me llenaba de horror, pero no tenía adónde huir de mí mismo. Y si intentaba apartar la vista de mí, con la narración que me hacía Ponticiano, de nuevo me ponías frente a mí y me arrojabas contra mis ojos, para que descubriese mi iniquidad y la odiase. Bien la conocía, pero la disimulaba, y reprimía, y olvidaba.
Pero entonces, cuanto más ardientemente amaba a aquellos de quienes oía relatar tan saludables afectos por haberse dado totalmente a ti para que los sanases, tanto más execrablemente me odiaba a mí mismo al compararme con ellos. Porque muchos años míos habían pasado sobre mí - unos doce aproximadamente - desde que en el año diecinueve de mi edad, leído el Hortensio de Cicerón, me había sentido impulsado al estudio de la sabiduría, pero difería yo entregarme a su investigación, despreciada la felicidad terrena; cuando no ya su invención, pero aun sola su investigación debería ser antepuesta a los mayores tesoros y reinos del mundo y a la mayor abundancia de placeres.
Mas yo, joven miserable, miserabilísimo, había llegado a pedirte en los comienzos de la misma adolescencia la castidad, diciéndote:
«Dame la castidad y continencia... pero no ahora»,
pues temía que me escucharas pronto y me sanaras presto de la enfermedad de mi concupiscencia, que entonces más quería yo saciar que extinguir.
Y continué por las sendas perversas de la superstición sacrílega, no como seguro de ella, sino como dándole preferencia sobre las demás, que yo no buscaba piadosamente, sino que hostilmente combatía.
Y pensaba yo que el diferir de día en día seguirte a ti solo, despreciada toda esperanza del siglo, era porque no se me descubría una cosa cierta adonde dirigir mis pasos.
Pero había llegado el día en que aparecía desnudo ante mí, y mi conciencia me increpaba así:
«¿Dónde está lo que decías? ¡Ah! Tú decías que por la incertidumbre de la verdad no te decidías a arrojar la carga de tu vanidad. He aquí que ya te es cierta, y, no obstante, te oprime aún aquélla, en tanto que otros, que ni se han consumido tanto en su investigación ni han meditado sobre ella diez años y más, reciben en hombros más libres alas para volar.»
Con esto me carcomía en lo interior y me confundía vehementemente con un pudor horrible mientras Ponticiano refería tales cosas, el cual, terminada su plática y la causa por que había venido, se fue.
Mas yo, vuelto a mí, ¿qué cosas no dije contra mí? ¿Con qué azotes de sentencias no fustigué a mi alma para que me siguiese a mí, que me esforzaba por ir tras ti?
Ella se resistía. Rehusaba aquello, pero no alegaba excusa alguna, estando ya agotados y rebatidos todos los argumentos. Sólo quedaba en ella un mudo temblor, y temía, a par de muerte, ser apartada de la corriente de la costumbre, con la que se consumía normalmente.
Entonces estando en aquella gran contienda de mi casa interior, que yo mismo había excitado fuertemente en mi alma, en lo más secreto de ella, en mi corazón; turbado así en el espíritu como en el rostro, dirigiéndome a Alipio exclamé:
«¿Qué es lo que nos pasa? ¿Qué es esto que has oído?
Los ignorantes se levantan y ganan el cielo; y
nosotros, con todo nuestro saber, faltos de corazón,
mira cómo nos revolcamos en la carne y en la sangre.
¿Es que acaso nos da vergüenza seguirlos, porque ellos nos han adelantado?
¿ y no nos da más vergüenza no seguirlos?»
...
Me tomé una semanita (no de vacaciones, más bien de trabajo; y todavía no terminó, maledizione) y entretanto se murieron Compay Segundo y Celia Cruz. Y salió la revista "La otra", editada por Oscar Cuervo, ex "Parte de Guerra". Difícil que me interese tanto como su antecesora (menos cuestiones filosóficas/ideológicas/religiosas, y más cuestiones estéticas, cine sobre todo), y encima con Symms como estrellita invitada... bueh...
Pero ya que mentamos a Cuervo y ya que estamos viendo a Bresson (de paso: ir al cine no se compara con ver en video, claro está : pero... qué insoportables son los -sobre todo las- que se ríen por cualquier cosa en el cine... en soledad o -peor- en compañía. Había al lado mío que se reía viendo "Al azar Balthasar"... si las miradas mataran, en este momento yo tendría una muerte sobre mi conciencia), ... de paso, decía, saco de la misma revista difunta algunos textos del primero sobre el segundo (mezclados con textos del segundo, y alguno de un tercero):
-
«... pero no iba a escribir sobre Bresson
como quien escribe de Bresson,
como quien escribe de cine
(como los que hablan de las cosas que nunca han hecho),
sino como quien habla a un amigo
de un amor que extraña
(qué extraño camino tuve que hacer para llegar a vos),
como quien habla una lengua que no se abre al extraño
...
Nada de psicología, de aquella que sólo descubre lo que puede
explicar. La psicología es ahora para nosotros algo muy
conocido, admitido y familiar. En el cinematógrafo
en el que yo pienso nos espera siempre lo desconocido,
en él lo desconocido queda registrado, gracias a una
mecánica que lo hace surgir; y no porque hayamos
querido encontrarlo.
...
No existe una entonación que sea justa.
Por el contrario,
la mecánica es lo único válido, como en el piano.
Sólo haciendo ejercicios e interpretando de la manera
más regular y mecánica se puede conseguir emocionar.
...
Como el asno (de "Al azar Balthasar"), el cura joven
del "Diario..." no sabe hacer nada ("No eres
práctico, tus planes no funcionan. De tu experiencia
mejor ni hablemos. A cargo de tu parroquia te ves
fuera de lugar", le dice el vicario de Torcy.
El cura, hostigado por los aldeanos, se pregunta
"Qué me reprochan?". El vicario responde:
"Lo que eres. Qué quieres? Se defienden
de tu simplicidad, es como un fuego que les quema.")
Igual que el asno, tiene un función precisa en la secreta
economía del universo.
...
A través de su vida, un hombre hace un número limitado
de movimientos. Siguiendo la línea se escribe el signo
de su destino. Si mi vida terminara ahora, mi figura
sería un pequeño círculo. Desde lo alto, el observador
puede advertir delicados dislocamientos...
Puedo anticipar cómo va a terminar esta oración,
pero no puedo saber cómo sigue el relato de mi vida
(no sé en qué esquina voy a encontrarte).
No te asombres de que te haya dicho:
"tienes que nacer de lo alto".
El viento sopla donde quiere,
y oyes su voz
pero no sabes de dónde viene ni adónde va.
»
Y lo de "qué extraño camino tuve que hacer para llegar a vos" es el remate (redención, acaso "eucatástrofe") de "Pickpocket", versión libre de "Crimen y Castigo".
Doble punto de contacto personal. Porque, por un lado,
cuando leía la novela de Dostoyevsky, allá por mis
veinte años, ese final luminoso me chocó, me pareció
una nota falsa; claro que en aquel tiempo yo no creía
-en general- en la posibilidad de la redención.
Por otro lado, porque uno también puede (y suele) decir
"qué extraños caminos...".
Ojalá que al final del verdadero camino, podamos igualmente
decirlo, en su sentido más verdadero.