“Pobres”

Los pobres, a menudo olvidados en nuestras literaturas clásicas, ocupan en la Biblia un puesto considerable. El vocabulario concreto del hebreo permite ya evocar su lastimoso cortejo: al lado de ras, «el indigente», tenemos dal, el «flaco» o el «raquítico», ebyón, el «mendigo» insaciado, 'ani y 'anav (en plural 'anavim), el hombre «abajado» y afligido. Pero la «pobreza» de que habla la Biblia no es solamente una condición económica y social, sino que puede también ser una disposición interior, una actitud del alma; el AT nos revela así las riquezas espirituales de la pobreza, y el NT reconoce en los verdaderos pobres a los herederos privilegiados del reino de Dios.

AT

I. EL ESCÁNDALO DE LA POBREZA

Israel, lejos de considerar espontáneamente la pobreza como un ideal espiritual, veía más bien en ella un mal menor que había que soportar, y hasta un estado despreciable, en la medida en que una concepción durante largo tiempo imperfecta de la retribución divina miraba las riquezas materiales como recompensa cierta de la fidelidad a Dios Sal 1,3 112,1.3.

Existen, sin embargo —los sabios lo saben—, pobres virtuosos Prov 19,1.22 28,6 Ecl 4,13, pero la experiencia enseña que la miseria es a menudo consecuencia de la pereza Prov 6,6-11 10,4s o del desorden 13,18 21,17, o también que la misma se convierte en ocasión de pecado. El ideal parece ser un justo medio, «ni pobreza ni riqueza» Prov 30,8s Tob 5,18ss.

II. LAS CONSIDERACIONES DEBIDAS A LOS POBRES

Otro hecho se impone también con no menos evidencia: muchos pobres son sobre todo víctimas de la suerte o de la injusticia de los hombres, como el proletario rural cuya terrible aflicción describe Job 24,2-12. Estos desheredados hallaron en los profetas a sus defensores natos. Después de Amós, que «ruge» contra los crímenes de Israel Am 2,6ss 4,1 5,11, los portavoces de Yahveh denuncian sin tregua «la violencia y el bandidaje» Ez 22,29 que inficionan el país: fraudes desvergonzados en el comercio Am 8,5s Os 12,8, acaparamiento de las tierras Miq 2,2 Is 5,8, esclavizamiento de los pequeños Jer 34,8-22 Neh 5,1-13, abuso del poder y perversión de la justicia misma Am 5,7 Is 10,1s Jer 22,13-17. Una de las misiones del Mesías será la de defender los derechos de los míseros y de los pobres Is 11,4 Sal 72,2ss.12ss.

Por lo demás, en este punto coincidían los profetas con la ley Ex 20.15ss 22,21-26 23,6; en particular el Deuteronomio prescribe todo un conjunto de actitudes caritativas y de medidas sociales para atenuar el sufrimiento de los indigentes Dt 15,1-15 24,10-15 26,12. Tampoco los sabios dejan de recordar los sagrados derechos del pobre Prov 14,21 17,5 19,17, cuyo defensor poderoso es el Señor Prov 22,22s 23,10s. Y es sabido que la limosna es un elemento esencial de la verdadera piedad bíblica Tob 4,7-11 Eclo 3,30-4,6.

III. LA ORACIÓN Y EL ALMA DE LOS «POBRES DE YAHVEH»

«El grito de los pobres» que se eleva hasta los oídos de Dios Job 34,28 resuena con frecuencia en los salmos. Es cierto que en ellos no oímos sólo los lamentos de los indigentes, sino también la oración de los perseguidos, de los desgraciados, de los afligidos; todos éstos no dejan de formar partes de la familia de los pobres, cuya alma común nos revelan los salmos Sal 9-10 22 25 69. Se da el caso de que expresen violentamente sus aspiraciones, sus ansias de un mañana mejor, en el que se inviertan las situaciones 54,7ss 69,23-30, pero esperan su salvación de Yahveh, del que se reconocen solidarios, como el «pobre» Jeremías, que le confiaba su causa Jer 20,12s. Sus enemigos son los de Dios, los soberbios Sal 18,28 y los impíos 9,14-19. Y su aflicción es un título a su amor 10,14.

El pobre de los salmos aparece así como el amigo y el servidor de Yahveh 86,1s, en quien se refugia con confianza, al que teme y busca 34,5-11. Los traductores griegos del salterio comprendieronbien que no se trata aquí de la sola miseria material: para traducir 'anav no pensaron en utilizar ptókhos, «indigente», o penes, pobre «menesteroso», sino que prefirieron praus, que evoca la idea de un hombre «manso», «sosegado» aun en la prueba. Con toda razón podemos nosotros también con frecuencia traducir 'atavint por «humildes» Sal 10,17 18,28 37,11 Is 26,5s. En efecto, su disposición fundamental es la humildad, esa anavah que ciertos textos del AT relacionan con la justicia Sof 2,3, con el «temor de Dios» Prov 15,33 22,4 y con la fe o la fidelidad Eclo 45,4 heb. 1,27 Num 12,3.

Los que sufren y oran con tales sentimientos merecen, sí, el nombre de «pobres de Yahveh» Sal 74,19 149,4s: son objeto de su amor benévolo Is 49,13 66,2 y constituyen las primicias del «pueblo humilde y modesto» Sof 3,12s, de «la Iglesia de los pobres» que reunirá el Mesías.

NT

I. EL MESÍAS DE LOS POBRES

Al comenzar Jesús su sermón inaugural con la bienaventuranza de los pobres Mt 5,3 Lc 6,20, quiere hacer que se reconozca en ellos a los privilegiados del reino que anuncia Sant 2,5. Como lo cantaba María, la humilde sierva del Señor Lc 1,46-55, ha llegado ya la hora en que se van a realizar las promesas de otros tiempos: «los pobres comerán y quedarán saciados» Sal 22,27, son convidados a la mesa de Dios Lc 14,21. Jesús aparece así como el Mesías de los pobres, consagrados por la unción para llevarte la buena nueva Is 61,1 Lc 4,18 Mt 11,5.

Por lo demás, el mismo Mesías de los pobres es también un pobre. Belén Lc 2,7, Nazaret Mt 13,55, la vida pública 8,20, la cruz 27,35 son otras tantas formas diversas de la pobreza, abrazadas y consagradas por Jesús hasta el desamparo total. Y a todos los que penan puede invitarlos a acudir a él, pues es «manso y humilde de corazón» Mt 11,29: praus y tapeinos, 'anav y 'ani en los salmos. Incluso en su triunfo del domingo de Ramos es el rey «modesto» anunciado por Zac 9,9 (= Mt 21,5). Y sobre todo en su pasión asume el sufrimiento y repite la oración de todos los pobres de Yahveh Sal 22 Mt 27,35.43.46.

II. LA POBREZA ESPIRITUAL

Si ya bajo el AT una minoría religiosa selecta consideraba la pobreza como una actitud espiritual, es normal que se diga lo mismo de los discípulos de Jesús, y tal es sin duda el aspecto subrayado por san Mateo: «Bienaventurados los pobres de espíritu» 5,3, es decir, «los que tienen un alma de pobre». Jesús pide a los suyos el desasimiento interior respecto a los bienes temporales (ya los posean o ya estén desprovistos de ellos) a fin de ser capaces de desear y de recibir las verdaderas riquezas Mt 6,24.33 13,22 Ap 2,9 3,17. Por lo demás, las posesiones materiales no son sino uno de los objetos de la renuncia total que hay que aceptar, por lo menos interiormente, para ser discípulo de Jesús Mt 10,37ss. Pero para esbozar la fisonomía completa de los «pobres de espíritu», herederos de los 'anavim, hay que notar también la conciencia que tienen de su miseria personal en el plano religioso, de su necesidad del auxilio divino. Lejos de manifestar la suficiencia ilusoria del fariseo confiado en su propia justicia, comparten la humildad del publicano de la parábola Lc 18,9-14. Por el sentimiento de su indigencia y de su debilidad se asemejan así a los niños y, como a éstos, les pertenece el reino de Dios Lc 18,15ss Mt 19,13-24.

III. LA POBREZA EFECTIVA

El acento que pone el Evangelio en el aspecto espiritual de la pobreza no debe hacer olvidar el valor religioso de la pobreza efectiva, en la medida en que ésta es signo y medio de desasimiento interior. Esta pobreza material es buena cuando es inspirada por la confianza filial en Dios, por el deseo de seguir a Jesús, por la generosidad para con nuestros hermanos; puede servir para acoger con más libertad el don de Dios y consagrarse más completamente al servicio de su reino: otros tantos motivos que sobre todo san Lucas, entre los escritores del NT, se complace en recordar (p.c. Lc 12,32ss).

1. La pobreza voluntaria.

Si Jesús pone en guardia a todos sus discípulos contra el peligro de las riquezas Mt 6,19ss Lc 8,14, a los que quieren seguirle más de cerca, y en primer lugar a sus apóstoles, les pide que abracen la pobreza efectiva Lc 12,33 Mt 19,21.27 p, y así los misioneros de «la casa de Israel» no deben llevar consigo «oro, plata ni cobre» Mt 10,9 Act 3,6. Es cierto que la aplicación literal de semejante consigna no será siempre posible, y así san Pablo tendrá un presupuesto misionero y caritativo 2Cor 8,20 11,8s Act 21,24 28,30; con todo, el Apóstol sigue anunciando gratuitamente el Evangelio 1Cor 9,18 Mt 10,8, y sabe vivir en la carencia de todo Flp 4,11s. La comunidad de los primeros cristianos agrupados en Jerusalén en torno a los apóstoles se esforzaba también por imitar su pobreza, y la Iglesia conservó siempre la nostalgia y la práctica de esta vita apostolica, en la que «ninguno tenía por propia cosa alguna» Act 4,32 2,44s.

2. «La eminente dignidad de los pobres».

Al igual que los pobres «voluntarios», aquellos cuya pobreza efectiva es debida a las circunstancias o a la persecución son también bienaventurados en el reino de Dios, si por lo menos son generosos en su indigencia Mc 12,41-44 y si aceptan de buena gana su suerte «con miras a una riqueza mejor y estable» Heb 10,34.

Lucas puso en claro las maravillosas compensaciones que Dios les reserva en la vida futura Lc 6,20s; como el pobre Lázaro hallarán cerca de Dios una eterna consolación 16,19-25.

Pero no por eso deja de ser la miseria una condición inhumana, y así el Evangelio tiene las mismas exigencias de justicia social que los profetas Mt 23,23 Sant 5,4. Los ricos tienen acá en la tierra imperiosos deberes para con los pobres y serán asociados a su felicidad eterna si saben acogerlos a ejemplo de Dios Lc 14,13.21 y hacerse de ellos amigos con el «dinero de mala ley» 16,9. Más aún, ahora ya el servicio de los pobres es expresión de nuestro amor a Jesús: en ellos le socorremos verdaderamente a él mientras se aguarda su retorno glorioso Mt 25,34-46 26,11. «Si alguien.. ve a su hermano en necesidad y le cierra las entrañas ¿cómo morará en él el amor de Dios?» 1Jn 3,17.

Desde los profetas hasta Jesús se interesó la Biblia por el sufrimiento de los pobres, y sobre todo nos reveló su sentido. Hay una pobreza espiritual y bienaventurada, que está abierta al don de Dios en la fe confiada y en la humildad paciente. La pobreza real es ciertamente un camino privilegiado para esta pobreza de alma. Pero su principio y su fin es la comunión en el misterio de la «liberalidad de nuestro Señor Jesucristo»: «siendo rico, se hizo pobre por vosotros a fin de enriqueceros con su pobreza» 2Cor 8,9.

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hjg.com.ar - Última actualización: 14-junio-2009
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