Artículo 1:
Adán, en el estado de inocencia, ¿dominaba o no dominaba a los
animales?
lat
Objeciones por las que parece que Adán, en el estado de inocencia, no
dominaba a los animales:
1. Agustín, en. IX Super Gen. ad litt., dice:
Por el ministerio de los ángeles, los animales fueron llevados hasta
Adán para que les diera nombre. No hubiera sido necesario el
ministerio de los ángeles si el hombre por sí mismo dominara a los
animales. Por lo tanto, en el estado de inocencia el hombre no
dominaba a los animales.
2. No es fácil unir bajo un único dominio cosas
discordantes. Son muchos los animales discordantes entre sí. Ejemplo:
El lobo y la oveja. Por lo tanto, no todos los animales estaban bajo
el dominio del hombre.
3. Dice Jerónimo: Dios dio al hombre
el dominio de los animales antes del pecado, cuando no necesitaba de
ellos; pues sabía que le serían útiles después de la caída. Por lo
tanto, al menos el uso de ese dominio sobre los animales no le
competía al hombre antes del pecado.
4. Propio del señor es dar normas y preceptos. Pero el
precepto sólo se da al ser racional. Por lo tanto,
el hombre no tenía dominio sobre los animales irracionales.
Contra esto: está lo que se dice del hombre en Gén 1,26: Domine sobre
los peces del mar, sobre las aves del cielo y las bestias de la
tierra.
Respondo: Dijimos anteriormente (
q.95 a.1) que
el hombre, como pena por su desobediencia a Dios, se encontró con la
desobediencia de todo lo que le estaba sometido. En el estado de
inocencia, anterior a esta desobediencia, nada se oponía al
sometimiento natural. Todo animal está por naturaleza sometido al
hombre. Esto lo manifiestan tres hechos. 1)
El primero, el
proceso de toda la naturaleza. Pues, así como en la generación de las
cosas se detecta un orden que va de lo imperfecto a la perfecto, la
materia se ordena a la forma, y la forma inferior a la superior, así
también sucede en el uso de las cosas naturales, en el que las
imperfectas están al servicio de las perfectas: las plantas viven de
la tierra; los animales, de las plantas; los hombres, de las plantas y
animales. De donde se deduce que este dominio de los animales es
natural al hombre. Por eso dijo el Filósofo en I
Politic., que la caza de animales salvajes es justa
y natural, pues por ella el hombre reivindica lo que por naturaleza es
suyo.
2) El segundo, el orden de la divina Providencia, que gobierna
lo inferior por lo superior. Como el hombre ha sido creado a imagen de
Dios, está por encima de los restantes animales, que le están
sometidos.
3) El tercero, algo que es natural al hombre y a los animales.
En éstos se advierte, por una estimación que les es natural, una
cierta participación de la prudencia en hechos concretos; mientras que
en el hombre se encuentra la prudencia universal, razón de toda
acción. Por otra parte, todo lo que es por participación está por
debajo de lo que es esencial y universal. Por todo esto, el
sometimiento de los animales al hombre es natural.
A las objeciones:
1. Sobre una misma cosa, la
potestad superior tiene mayor dominio que la inferior. El ángel es
naturalmente superior al hombre. Por eso, sobre los animales, por
virtud angélica, se pueden producir efectos que no puede hacer el
hombre. Ejemplo: La reunión inmediata de los animales
dispersos.
2. Algunos sostienen
que los animales salvajes y carnívoros, en el estado de inocencia,
eran mansos con el hombre y con los otros animales. Pero esto se opone
a la razón, porque el pecado no cambió la naturaleza de los animales
haciendo que los que ahora son carnívoros, como los leones y halcones,
hasta entonces fueran herbívoros. La Glosa de Beda a Gén
1,30 no dice que la hierba y los troncos fueron dados como alimento a
todos los animales y aves, sino sólo a algunos. Por lo tanto, había
discordia entre los animales. Pero esto no limitaba el dominio del
hombre, como tampoco limita ahora el dominio de Dios, cuya Providencia
dirige todo esto. De esta providencia el hombre era el ejecutor, como
ahora sucede con algunos animales domésticos, como los halcones, a los
que alimenta de gallinas.
3. En el estado de inocencia, los
hombres no necesitaban animales para cubrir las necesidades
corporales; ni para sus vestidos, pues estaban desnudos y no se
avergonzaban, porque en ellos no había ningún movimiento desordenado
de la concupiscencia; ni para alimento, pues comían de los árboles del
paraíso; ni como vehículo, pues su cuerpo era robusto. Sin embargo,
los necesitaban para un conocimiento experimental tomado de su
comportamiento natural. Lo prueba el hecho que Dios le presentó a Adán
los animales para que les diera nombre, que designa su
naturaleza.
4. También los animales tienen en
su natural instinto una cierta participación de prudencia y razón.
Ejemplo: Las grullas siguen a su guía y las abejas obedecen a su
reina. Así obedecerían al hombre todos los animales
como ahora lo hacen los domesticados.
Artículo 2:
El primer hombre, ¿dominaba o no dominaba sobre todas las demás
criaturas?
lat
Objeciones por las que parece que el hombre no tenía dominio sobre
todas las demás criaturas:
1. El ángel, por naturaleza, es superior en potestad al hombre. Dice
Agustín en III De Trin.: La materia corporal no
obedecería incondicionalmente ni siquiera de los santos ángeles.
Por lo tanto, mucho menos al hombre en el estado de
inocencia.
2. En las plantas no hay más facultades del alma que la
nutritiva, la de desarrollo y la generativa. Pero éstas no están bajo
el dominio de la razón, como se ve en el hombre. Por lo tanto, porque
el dominio lo tiene el hombre por la razón, parece deducirse que en el
estado de inocencia el hombre no dominaba sobre las
plantas.
3. El dominio de una cosa implica poder cambiarla. El
hombre no podría cambiar el curso de los cuerpos celestes, algo
exclusivo de Dios, como afirma Dionisio en la carta Ad
Polycarpum. Por lo tanto, no tenía dominio sobre
ellos.
Contra esto: está lo que se dice del hombre en Gén 1,26: Domine sobre
toda criatura.
Respondo: En el hombre, en cierto modo, se
encuentra todo. Así, pues, el modo de su dominio sobre lo que hay en
él es una imagen del dominio sobre lo demás. En el hombre hay que
tener presente lo siguiente: La razón, común con los
ángeles; las potencias sensitivas, comunes con los animales; las naturales, comunes con las plantas; y el cuerpo, que le
iguala a los seres inanimados. La razón en el hombre es lo que
contribuye a hacerle dominador y no sujeto a dominio. El hombre en el
primer estado no dominaba sobre los ángeles; y lo de a toda
criatura ha de entenderse de la que no es a imagen de Dios.
En lo que se refiere a las potencias sensitivas, como la irascible y
la concupiscible, que obedecen de algún modo a la razón, el alma las
domina rigiéndolas. Así, pues, también en el estado de inocencia con
su imperio dominaba a los animales. Las potencias naturales y el mismo
cuerpo no están sometidos a su imperio, sino a su uso. Por ello el
hombre, en estado de inocencia, no tenía sobre las plantas y seres
inanimados un dominio imperativo y transmutante, sino que, libremente,
se servía de ellos.
A las objeciones:
1. La respuesta está incluida en lo expuesto.
Artículo 3:
En el estado de inocencia, ¿los hombres serían o no serían
iguales?
lat
Objeciones por las que parece que en el estado de inocencia todos los
hombres serían iguales:
1. Dice Gregorio: Donde no delinquimos, somos todos
iguales. Pero en el estado de inocencia no había delito. Por lo
tanto, todos eran iguales.
2. El mutuo amor brota de la semejanza y la igualdad, según
aquello de Ecl 13,15: Todo animal ama a su semejante, y el hombre a
su prójimo. En aquel estado abundaba el amor, que es el vínculo de
la paz. Por lo tanto, en aquel estado todos eran iguales.
3. Anulada la causa, anulado el efecto. Pero la causa de
la actual desigualdad entre los hombres deriva, por parte de Dios, de
que a unos premia por los méritos y a otros castiga; por parte de la
naturaleza, de que ésta hace a unos débiles e incapaces y a otros
fuertes y perfectos. Esto no debió ser así en aquel primer
estado.
Contra esto: está lo que se dice en Rom 13,1: Lo que existe, por Dios
está ordenado. El orden se establece entre lo dispar. Dice Agustín
en XIX De Civ. Dei: El orden es una disposición de
lo igual y desigual, cada uno en su lugar propio. Por lo tanto, en
aquel estado, tan armonioso, habría disparidad.
Respondo: Debe afirmarse que alguna disparidad
debió de haber en aquel estado, al menos la de sexos,
pues sin ésta no se da la generación. E igualmente la de edad, pues
unos nacían de otros, y en las uniones no había estériles.
Pero incluso con respecto del alma habría disparidad en lo referente
a la justicia y a la ciencia. El hombre no obraba por necesidad, sino
libremente; por eso podía dedicarse más o menos a hacer algo, a querer
o a conocer, progresando así más o menos en la justicia y en la
ciencia.
Incluso por parte del cuerpo podía haber disparidad, pues el cuerpo
no era ajeno a las leyes naturales. Por eso, los agentes exteriores
podían servir de mayor o menor ayuda o utilidad, ya que se alimentaban
comiendo. Así, nada impide decir que unos fueran más fuertes, más
altos, más guapos o de mejor complexión que otros, debido a las
influencias del clima o de los astros. Sin embargo, en los que eran
superados por otros, no había ningún defecto ni pecado en el alma ni
en el cuerpo.
A las objeciones:
1. El intento de Gregorio es
excluir la disparidad originada por la diferencia según la justicia y
según el pecado, que hace que algunos tengan que ser corregidos
penalmente por otros con castigos.
2. La igualdad hace que el amor
mutuo sea igual. Sin embargo, entre desiguales puede haber mayor amor
que entre iguales, aunque no sea igual por ambas partes. Ejemplo: El
padre ama naturalmente más al hijo que los hermanos entre sí, aunque
el hijo no le corresponda con idéntico amor.
3. La causa de la desigualdad
podría venir de parte de Dios, no porque a unos castigase y a otros
premiase, sino porque a unos los haría más sublimes que a otros, para
que así resplandeciera más la belleza del orden entre los hombres. O
también podría venir de parte de la naturaleza en el sentido ya dicho, sin que esto signifique imperfección natural
alguna.
Artículo 4:
En el estado de inocencia, ¿dominaba el hombre al
hombre?
lat
Objeciones por las que parece que en el estado de inocencia el hombre
no era dominado por el hombre:
1. Dice Agustín en XIX De Civ. Dei: Dios
quiso que el ser racional, hecho a su imagen, fuese señor sólo de los
seres irracionales; no quiso que fuese señor del hombre, sino sólo de
las bestias.
2. Más aún. Lo impuesto como pena del pecado no existía en el
estado de inocencia. El sometimiento de unos hombres a otros, como el
de la mujer al hombre, fue impuesto por el pecado, pues se dice a la
mujer en Gen 3,16: Serás dominada por tu marido. Por lo
tanto, en el estado de inocencia no estaba el hombre sometido al
hombre.
3. Sometimiento y libertad se oponen. Pero la libertad
es uno de los más altos bienes, que en el estado de inocencia no
faltó, pues en aquel estado no faltaba nada que pudiese desear la
buena voluntad, como dice Agustín en XIV De Civ. Dei. Por lo tanto, el hombre no dominaba al hombre en
el estado de inocencia.
Contra esto: la condición de los hombres en aquel estado no era más
digna que la de los ángeles. Pero entre éstos se da el dominio;
incluso hay un orden de ángeles llamado Dominaciones. Por lo
tanto, no se opone a la dignidad de aquel estado que el hombre
dominara al hombre.
Respondo: El dominio tiene doble acepción.
1)
Una, como opuesto a la servidumbre; y en este sentido domina
quien tiene un siervo. 2)
Otra, referida a cualquier modo de
tener a alguien sometido; y en este sentido domina quien tiene el
gobierno o dirección de personas libres. El dominio en el primer
sentido no se daba en el estado de inocencia; mientras que el segundo
ciertamente era posible.
El porqué de esto radica en que el siervo y el libre difieren en
que el libre es dueño de sí, como dice el Filósofo al comienzo
de Metaphys.; mientras que el
siervo depende de otros. Hay, por tanto, servidumbre cuando se retiene
a alguien para utilidad propia. Porque todos desean el bien propio y
se entristecen cuando lo propio debe ser cedido en favor de otro, este
dominio conlleva la aflicción en los sometidos. Por eso no podía darse
en el estado de inocencia.
Por el contrario, el dominio libre coopera al bien del sometido o del
bien común. Este dominio es el que existía en el estado de inocencia
por un doble motivo. 1) El primero, porque el hombre es por
naturaleza animal social, y en el estado de inocencia vivieron en
sociedad. Ahora bien, la vida social entre muchos no se da si no hay
al frente alguien que los oriente al bien común, pues la multitud de
por sí tiende a muchas cosas; y uno sólo a una. Por esto dice el
Filósofo en Politic. que, cuando muchos se
ordenan a algo único, siempre se encuentra uno que es primero y
dirige. 2) El segundo, porque si un hombre tuviera mayor
ciencia y justicia, surgiría el problema si no lo pusiera al servicio
de los demás, según aquello de 1 Pe 4,10: El don que cada uno ha
recibido, póngalo al servicio de los otros. Y Agustín, en XIX De Civ. Dei, dice: Los justos no mandan por el
deseo de mandar, sino por el deber de aconsejar. Así es el orden
natural y así creó Dios al hombre.
A las objeciones: Está incluida en lo dicho, pues parten
del dominio según el primer sentido expuesto.