Suma teológica - Parte Ia - Cuestión 69
Sobre la obra del tercer día
Ahora hay que tratar lo referente a la obra del tercer día. Esta cuestión plantea y exige respuesta a dos problemas:
  1. La acumulación de aguas.
  2. La producción de plantas.
Artículo 1: ¿Es o no es correcto decir que la acumulación de aguas fue hecha en el tercer día? lat
Objeciones por las que parece que no es correcto decir que la acumulación de aguas fue hecha el tercer día:
1. Todo lo hecho en los días primero y segundo es expresado con el verbo hacer. Se dice: Dijo Dios: Hágase la luz (Gén 1,3); Hágase el firmamento (Gén 1,6). Pero el tercer día constituye un solo bloque con los dos primeros. Por lo tanto, la obra del tercer día debió ser expresada con el verbo hacer y no sólo con el verbo acumular.
2. Más aún. Antes la tierra estaba cubierta de aguas y por eso era llamada invisible. Por lo tanto, no había ningún lugar sobre la tierra en el que las aguas pudieran ser acumuladas.
3. Lo que no es continuo no ocupa un solo lugar. Pero no todas las aguas son continuas entre sí. Luego no todas las aguas están acumuladas en un lugar.
4. La acumulación se debe al movimiento local. Pero parece que, por naturaleza, las aguas fluyen y corren hasta el mar. Por lo tanto, no fue necesario para esto un precepto divino.
5. La tierra también es nombrada al comienzo de su creación cuando se dice: En el principio creó Dios el cielo y la tierra (Gén 1,1). Por lo tanto, no es correcto decir que el nombre tierra se dio en el tercer día.
Contra esto: es suficiente la autoridad de la Sagrada Escritura (Gén 1,9ss.).
Respondo: Es necesario que aquí se den soluciones distintas según se siga a Agustín o a otros santos. Pues Agustín no pone en todas estas obras un orden de duración, sino sólo de origen y de naturaleza. Pues dice que primero fue creada la naturaleza espiritual informe (indicada con el nombre tierra y agua), no porque dicho estado informe precediera a la formación en el tiempo, sino sólo en el origen. Según él, tampoco una formación precede a la otra en duración, sino sólo en el orden de la naturaleza. Según este orden, fue necesario que primero se pusiera la formación de la suprema naturaleza, la espiritual, por lo cual se lee que en el primer día fue hecha la luz.

Así como la naturaleza espiritual es superior a la corporal, así también los cuerpos de allá arriba son superiores a los de aquí abajo. De ahí que, en segundo lugar, se apunte la formación de los cuerpos de allá arriba, cuando se dice: Hágase el firmamento (Gén 1,6), por el cual se entiende la impresión de la forma celeste en la materia informe, no existente con anterioridad temporal, sino sólo en el origen. En tercer lugar, se coloca la impresión de las formas elementales en la materia informe, anterior no en el tiempo, sino en el origen. Por eso, cuando se dice: Acumúlense las aguas y que se vea lo seco (Gén 1,9), hay que entender que en la impresión de la materia corporal está la forma sustancial del agua, por la cual le corresponde tal movimiento, y también la forma sustancial de la tierra, por la que le corresponde ser árida.

Pero, según otros santos, en todas estas obras está presente también el orden de duración, pues sostienen que el estado informe de la materia precede en el tiempo a la formación, y una formación precede a la otra. Pero, según ellos, el estado informe de la materia no es entendido como carencia de forma, porque ya había cielo y agua y tierra (cuyos tres nombres responden a su evidente perceptibilidad por los sentidos), sino que el estado informe de la materia es entendido como carencia de la debida diversificación y de la completa belleza de cada una. Y según estos tres nombres, la Escritura puso tres estados informes. Pues al cielo, que está arriba, pertenece el estado informe de las tinieblas, porque en el cielo se origina la luz. El estado informe del agua, que está en medio, se indica con el nombre de abismo, porque este nombre indica una cierta inmensidad descontrolada de las aguas, como observa Agustín en Contra Faustum. El estado informe de la tierra está apuntado cuando se dice que la tierra era invisible o estaba deshabitada, por estar cubierta de agua.

Así, pues, la formación del cuerpo de más arriba se hizo en el primer día. Y porque el tiempo sigue al movimiento del cielo, el tiempo es el número del movimiento del cuerpo de más arriba. Con esta formación fue hecha la diversificación del tiempo, es decir, el de la noche y el del día.

En el segundo día fue formado el cuerpo de en medio, es decir, el agua, tomando por el firmamento una determinada diversificación y orden (así como también todo lo que está comprendido en el nombre de aguas, tal como se dijo anteriormente, q.68 a.3).

En el tercer día fue formado el último cuerpo, es decir, la tierra, al quedar libre de las aguas que la cubrían. Así se hizo la diversificación en la parte más baja y que es llamada tierra y mar.

Por eso, es bastante congruente que, así como el estado informe de la tierra había sido expresado diciendo que la tierra era invisible o deshabitada, así también está expresada su formación diciendo: Y apareció seca.

A las objeciones:
1. Según Agustín, en la obra del tercer día la Escritura no utiliza como en los días anteriores el verbo hacer, para demostrar que las formas superiores, es decir, las formas espirituales de los ángeles y las de los cuerpos celestes son perfectas y estables en su ser, pero las formas de los cuerpos de aquí abajo son imperfectas y mutables. Así, con la acumulación de las aguas y la aparición de lo seco, se indica la impresión de tales formas; pues el agua es inconsistentemente fluida, la tierra firmemente estable, como dice él mismo en II Super Gen. ad litt.. Según otros, la obra del tercer día es perfecta sólo en cuanto al movimiento local. Y, así, no fue necesario que la Escritura usara el verbo hacer.
2. La respuesta viene dada por Agustín: Porque no es necesario decir que la tierra primero estaba cubierta de aguas y después las aguas fueron acumuladas. Sino que fueron producidas en tal acumulación. Según otros, y como observa el mismo Agustín en I Super Gen. ad litt., la respuesta es triple. 1) Una, que las aguas son elevadas a un lugar más alto en el que son acumuladas. Pues que el mar es más alto que la tierra se comprobó experimentalmente en el mar Rojo, como dice Basilio. 2) Dos, que se diga que el agua vaporizada, como la niebla, cubría las tierras, densificándose con la acumulación. 3) Tres, que se diga que la tierra pudo tener algunas partes cóncavas en las cuales desembocaron las aguas. De estas tres respuestas, la primera es la más probable.
3. Todas las aguas tienen un destino, el mar, en el que confluyen a través de caminos visibles u ocultos. Por eso se dice que las aguas se acumulan en un lugar. O se dice un lugar, no en cuanto tal, sino por comparación al lugar de la tierra seca. Cuyo sentido es: Se acumulen las aguas en un lugar, esto es, fuera de la tierra seca. Pues para indicar la pluralidad de lugares de agua, añade: Las acumulaciones de agua las llamó mares.
4. El mandato de Dios da a los cuerpos el movimiento natural. Por eso se dice (Sal 148,8) que con sus movimientos naturales cumplen su palabra. O puede decirse que sería natural que el agua se extendiese por doquier alrededor de la tierra, como está el aire alrededor del agua y de la tierra. Pero, por necesidad del fin, es decir, para que sobre la tierra hubiera animales y plantas, fue necesario que una parte de la tierra se viera libre de aguas. Esto algunos filósofos lo atribuyen a la acción del sol, por los vapores que secan la tierra. Pero la Sagrada Escritura atribuye esto al poder divino, no sólo en el Génesis sino también en Job 38,10, donde de la persona del Señor se dice: Rodeé el mar poniéndole límites. Y en Jer 5,22: Dice el Señor: ¿No me temeréis a Mi que con la arena delimité el mar?
5. Según Agustín, por tierra, de la que se hablaba antes, se entiende la materia prima. Ahora se entiende el mismo elemento de la tierra. O puede decirse, según Basilio, que antes se llamaba a la tierra por su naturaleza, y ahora se la llama por su principal propiedad, la aridez. Por eso se dice: A la parte árida la llamó tierra. O puede decirse, según Rabí Moisés, que siempre que se dice llamó, se indica un nombre equívoco. Por eso, antes se ha dicho que llamó a la luz día, porque también se llama día al espacio de veinticuatro horas, al decir: El día primero se hizo la tarde y la mañana. Igualmente, se dice que al firmamento, esto es, al aire, lo llamó cielo, porque también se llama cielo a lo primero que fue creado. Igualmente aquí se dice que seca, esto es, aquella parte libre de aguas, la llamó tierra, en cuanto que se distingue del mar, aun cuando con el nombre tierra en general se indica tanto la parte cubierta de agua como la libre de aguas.

Siempre que se dice llamó hay que entender: Dio la naturaleza o la propiedad para que pueda ser llamada así.

Artículo 2: ¿Es o no es correcto colocar en el tercer día la producción de plantas? lat
Objeciones por las que parece que no es correcto colocar en el tercer día la producción de plantas:
1. Las plantas tienen vida como también la tienen los animales. Pero la producción de los animales no se coloca entre las obras de diversificación, sino que pertenece a la de ornamentación. Luego tampoco la producción de plantas debió colocarse en el tercer día, que pertenece a la obra de diversificación.
2. Lo que pertenece a la maldición de la tierra no debió colocarse junto a la formación de la tierra. Pero la producción de algunas plantas pertenece a la maldición de la tierra, según aquello de Gen 3,17-18: Será maldita la tierra en tu trabajo, te dará espinas y cardos. Luego la producción de las plantas en general no debió colocarse en el tercer día, que pertenece a la formación de la tierra.
3. Así como las plantas brotan de la tierra, también lo hacen las piedras y los metales, y, sin embargo, no se mencionan en la formación de la tierra. Luego tampoco las plantas debieron ser hechas en el tercer día.
Contra esto: está lo que se dice en Gén 1,2: Produjo la tierra hierba verde. Y se añade (v.13): Hubo tarde y hubo mañana, el día tercero.
Respondo: Como se indicó anteriormente (a.1), en el tercer día desapareció el estado informe de la tierra. Dicho estado se describía de dos maneras: 1) Una, diciendo que la tierra era invisible o deshabitada, porque estaba cubierta de aguas. 2) Otra, diciendo que estaba sin componer o vacia, esto es, que no tenía una ornamentación adecuada como la que le viene de las plantas con las que está revestida. En ambos aspectos desapareció el estado informe de la tierra en este tercer día: Primero, con la acumulación de aguas en un lugar, apareciendo la tierra seca; segundo, con la producción de hierba verde.

Sin embargo, con respecto a la producción de plantas opinan de forma distinta Agustín y los demás. Pues estos dicen que las plantas fueron producidas con sus especies en este tercer día según el sentido literal del texto. Por su parte, Agustín en V Super Gen. ad litt. escribe: Se dice que la tierra produjo causalmente la hierba y los árboles, esto es, que recibió la capacidad de producir. Esto queda confirmado con la autoridad de la Escritura. Pues se lee en Gén 2,4-5: Estos son los orígenes del cielo y de la tierra cuando fueron creados. El día en que Dios hizo el cielo y la tierra, no había arbusto alguno en el campo, ni hierba en ninguna parte de la tierra. Por lo tanto, antes que afloraran sobre la tierra, fueron hechas causalmente en la tierra. Esto queda confirmado también por la razón. Porque en aquellos primeros días, creó Dios la criatura original o causalmente, después descansó. Sin embargo, después de esto, y según el plan de propagación de lo creado, siguió actuando hasta el presente (Jn 5,17). Producir plantas es algo que pertenece a la obra de propagación. Por lo tanto, en el tercer día no se produjeron las plantas en acto, sino sólo causalmente.

Aun cuando, según otros, pueda decirse que la primera institución de las especies pertenece a la obra de los seis días, la producción a partir de las primeras especies instituidas pertenece a la propagación de las cosas. Y esto es lo que dice la Escritura: Antes de que apareciera sobre la tierra, o antes de que germinara, es decir, antes de que de semejantes surgieran semejantes, como observamos que ahora se hace por inseminación. Por eso recalca la Escritura: Que la tierra germine hierba verde con semilla, pues las especies de las plantas fueron producidas de manera perfecta, y de sus semillas surgían otras. No es el momento de discutir dónde tienen su fuerza germinativa: Si en la raíz, en el tronco o en el fruto.

A las objeciones:
1. La vida en las plantas es oculta, porque carecen de movimiento local y de sentido, que es, sobre todo, lo que distingue lo animado de lo inanimado. De este modo, por estar inmóviles en la tierra, se dice que su producción es como una formación de la misma tierra.
2. También antes de aquella maldición habían sido producidas las espinas y los cardos, en potencia o en acto. Pero no habían sido producidas para desgracia del hombre, como si la tierra cultivada para dar alimentos, diera cosas estériles y dañinas. Se dijo: Germinará para ti.
3. Moisés se propuso explicar lo que se veía, según hemos dicho (q.68, a.3). Y los minerales tienen su origen oculto en las entrañas de la tierra. Además, no se distinguen claramente de la tierra, sino que parecen una especie de tierra. Por eso no los mencionó.