"O ¿quién de vosotros es el hombre a quien si su hijo le pidiere pan le dará una piedra, o si le pidiere un pez le dará una serpiente? Pues si vosotros siendo malos sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará bienes a los que se los pidan?" (vv. 9-11)
San Agustín, de sermone Domini, 2, 21
Así como dijo antes, tratando de las aves del aire y de los lirios del campo para que la esperanza subiese de lo menor a lo mayor, así ahora, cuando dice: "O ¿quién es de vosotros el hombre?", etc.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 18
Para que alguno, considerando la diferencia que hay entre Dios y el hombre, y ponderando sus pecados, no desespere de alcanzar lo que pide y no deje de pedir. Por eso citó la semejanza de los padres y de los hijos, para que si desesperamos por nuestros pecados, esperemos en la bondad de nuestro Padre.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 24,4
Dos cosas son necesarias al que ora: pedir con fervor y pedir lo que conviene, esto es, cosas espirituales. Por eso Salomón obtuvo bien pronto lo que pedía, porque pidió lo que era conveniente.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 18
Bajo la semejanza de pan y de peces nos manifiesta el Señor qué es lo que debemos pedir. El pan es el Verbo, que nos da noticia del Padre. La piedra es toda mentira, que produce escándalo de ofensa al alma.
Remigio
Por pez podemos entender la palabra de Cristo, y por serpiente el diablo. O bien por pan se entiende la doctrina espiritual, y por piedra la ignorancia. Por pez puede entenderse también la gracia del bautismo y por serpiente la astucia del diablo o la infidelidad.
Rábano
O también el pan, que es alimento común, significa la caridad, sin la cual las demás virtudes nada valen. Pez significa la fe que brota de las aguas del bautismo y que vive en medio de las olas de esta vida que la agitan. San Lucas añade una tercera figura: el huevo, que es la esperanza del animal, y por ello significa esperanza. Opone a la caridad la piedra, esto es, la dureza del odio. A la fe la serpiente, esto es, el veneno de la perfidia. A la esperanza el escorpión, esto es, la desesperación, que pica por la espalda como este animal.
Remigio
Este es el sentido: no debe temerse que, si pedimos a Dios Padre pan, esto es, enseñanza o caridad, nos presente una piedra, esto es, que permita que nuestro corazón sea afligido o por la frialdad de los odios, o por la dureza de la inteligencia, o si pedimos la fe, permita que sucumbamos con el veneno de la infidelidad. De aquí se sigue: "Si, pues, vosotros siendo malo sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos", etc.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 24,5
Dijo esto, no humillando la naturaleza humana ni declarando malo a todo el género humano, sino, llamando malicia al amor de los padres de la tierra, a diferencia de su bondad, tal es la sobreabundancia de su amor hacia los hombres.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 18
En cuanto a la comparación de Dios (el único que puede llamarse bueno), todos parecen malos, como en comparación del sol toda luz es oscura.
San Jerónimo
O bien en la persona de los apóstoles se condena a todo el género humano, cuyo corazón está inclinado al mal desde la infancia, como se lee en el Génesis ( Gén 8,21). No debe extrañar que los hombres del mundo sean llamados malos, cuando también el Apóstol recuerda: "porque los días son malos" ( Ef 5,16).
San Agustín, de sermone Domini, 2,21
Llama malos a los que aman este mundo y a los pecadores. He aquí que los bienes que dan, esto es, los temporales, son buenos para sus sentidos, puesto que los tienen por tales, y lo son también por su naturaleza, pero pertenecen a esta vida enferma.
San Agustín, sermones, 61,3
El bien que te hace bueno es Dios. El oro y la plata son un bien, no porque te hagan bueno, sino que con ellos puedes obrar el bien. Siendo, pues, malos y teniendo un Padre bueno, no siempre seamos malos.
San Agustín, de sermone Domini, 2,21
Si siendo nosotros malos sabemos dar lo que se nos pide, ¿cuánto más debe esperarse que Dios nos concederá los bienes que le pidamos?
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 18
Como el Señor no concede siempre todo lo que se le pide, sino sólo lo que es bueno, por eso añade oportunamente los bienes.
Glosa
De Dios sólo recibimos bienes, aunque muchas veces no los consideramos como tales, pues todo concurre al bien de sus amados.
Remigio
Y téngase en cuenta que donde San Mateo dice: "Dará los bienes", San Lucas dice: "Dará un buen espíritu" ( Lc 11,13). Pero en ello no debe verse contradicción alguna, porque todos los dones que el hombre recibe del Señor se le conceden por medio de la gracia del Espíritu Santo.