"Vosotros sois la sal de la tierra. Y si la sal se desvaneciere, ¿con qué se salará? No vale ya para nada, sino para ser echada fuera y pisada por los hombres". (v. 13)
San Juan Crisóstomo, in Matthaeum, hom. 15,6
Cuando Jesús había dado a sus discípulos preceptos sublimes, para que no dijesen: "¿cómo podremos cumplirlos?" los calma con alabanzas, diciéndoles: "Vosotros sois la sal de la tierra". Demuestra así que les añade esto por necesidad, como si les dijese: "No os envío por vuestra vida, ni por una nación, sino por todo el mundo. Y si al herir el corazón humano, éste os injuria, alegraos". Ese es el efecto de la sal, morder lo que es de naturaleza laxo y lo reduce. Por ello, la maldición de otros no os dañará, sino que será testigo de vuestra virtud.
San Hilario in Matthaeum, 4
Debemos ver aquí cuán apropiado es lo que se dice, cuando se compara el oficio de los Apóstoles con la naturaleza de la sal. Esta se aplica a todos los usos de los hombres, puesto que cuando se esparce sobre los cuerpos, les introduce la incorrupción y los hace aptos para percibir un buen sabor en los sentidos. Los Apóstoles son los predicadores de las cosas celestiales y son como los saladores de la eternidad. Con toda razón, pues, se les llama sal de la tierra, porque por la virtud de su predicación preservan los cuerpos salándolos para la eternidad.
Remigio
La sal también cambia de naturaleza por medio del agua, el ardor del sol y la violencia del viento. Así los varones apostólicos, por el agua del bautismo, por el ardor del amor y por el soplo del Espíritu Santo se transforman en una naturaleza espiritual. La sabiduría celestial, predicada por los Apóstoles, purifica las obras materiales, quita el mal olor y podredumbre de la mala conversación y el gusano de los malos pensamientos, a quien se refiere el profeta cuando dice: "El gusano de ellos no muere" ( Is 66,24).
Remigio
Los Apóstoles son sal de la tierra, esto es, de los hombres terrenos, que amando la tierra, se llaman tierra.
San Jerónimo
Los Apóstoles se llaman también sal de la tierra porque por ellos se condimenta el género humano.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Mattheus, hom 10
Cuando un sabio está adornado de todas las virtudes mencionadas, entonces se le considera como una sal perfecta y todo el pueblo se condimenta de él viéndolo y oyéndolo.
Remigio
Debe saberse que no se ofrecía a Dios ningún sacrificio en el Antiguo Testamento ( Lev 2) si primero no se condimentaba con sal, porque ninguno puede ofrecer un sacrificio que sea agradable a Dios si no se lo ofrece con el sabor de la sabiduría celestial.
San Hilarioin Matthaeum. 4
Pero como el hombre está sujeto a la conversión, por eso nos advierte que los Apóstoles, llamados sal de la tierra, persisten en la virtud de potestad que les ha sido dada, añadiendo: "Y si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada?"
San Jerónimo
Esto es, si el doctor se equivoca, ¿por qué otro doctor será enmendado?
San Agustín, de sermone Domini, 1, 6
Y si vosotros, por quienes deben ser condimentados los pueblos, perdiéreis el Reino de los Cielos por miedo de las persecuciones temporales, ¿qué harán los hombres que debieron ser libres del error por vosotros? También dice "si la sal se desvaneciese", manifestando que deben considerarse como necios todos aquellos que, siguiendo la abundancia o temiendo la escasez de los bienes temporales, pierden los eternos, que no pueden ser dados ni arrebatados por los hombres.
San Hilario in Matthaeum, 4
Si los maestros se vuelven necios, nada salan, y aun ellos mismos, habiendo perdido el sentido del saber recibido, no pueden vivificar lo corrompido, quedan inútiles. Por ello sigue: "No vale ya para nada, sino para ser echada fuera y pisada por los hombres".
San Jerónimo
El ejemplo está tomado de la agricultura. La sal es necesaria para condimento de las comidas y para secar las carnes, pero no tiene otro uso. Ciertamente leemos en las Escrituras ( Jue 9,45) que algunas ciudades sembradas de sal por los vencedores, quedaron inutilizadas para que en ellas no pudiese brotar germen alguno.
Glosa
Después que aquellos que son cabezas de otros faltan, no aprovechan para nada, sino para ser arrojados de su oficio de enseñar.
San Hilario in Matthaeum, 4
Separados de los oficios de la Iglesia, sean pisoteados por todos los que pasen.
San Agustín, de sermone Domini,, 1, 6
No es pisado por los hombres el que sufre persecuciones, sino aquel que se acobarda temiendo la persecución. No puede ser pisado sino el que está debajo, y no puede decirse que está debajo aquel que, aun cuando sufre muchas cosas en su cuerpo mientras dura esta vida, tiene su corazón fijo en el cielo.