"Mas de aquel día ni de aquella hora nadie sabe, ni los ángeles de los cielos, sino sólo el Padre. Y así como en los días de Noé, así será también la venida del Hijo del hombre; porque así como en los días antes del diluvio se estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no lo entendieron hasta que vino el diluvio, y los llevó a todos; así será también la venida del Hijo del hombre. Entonces estarán dos en el campo: el uno será tomado y el otro será dejado; dos mujeres molerán en un molino: la una será tomada y la otra será dejada: dormirán dos en un lecho: el uno será tomado y el otro será dejado". (vv. 36-41)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 77,2
Habiendo indicado el Señor todas las cosas que precederán a la venida del Cristo, y habiendo llevado la narración hasta las mismas puertas, quiso guardar silencio acerca del día; por esto dice: "Mas de aquel día ni de aquella hora nadie sabe", etc.
San Jerónimo
Mas en algunos códices latinos se ha añadido: "Ni el Hijo", mientras que en los ejemplares griegos, especialmente en los de Ademancio y Pierio no se encuentra añadido esto. Mas como quiera que se lee en algunos, parece que debe discutirse acerca de ello.
Remigio
El evangelista San Marcos ( Mc 13,32), dice que no solamente lo ignoran los ángeles, sino que también el Hijo.
San Jerónimo
En lo que se regocijan Arrio y Eunomio: pues dicen, no puede ser igual el que sabe y el que ignora. Contra ellos diremos brevemente, que habiendo hecho Jesús, es decir, el Verbo de Dios, todos los tiempos (pues todas las cosas fueron hechas por El), y sin El nada se hizo ( Jn 1,3) y hallándose contenido el día del juicio en todos los tiempos, ¿cómo puede deducirse que ignora una parte del mismo el que conoce el todo? También hay que decir esto. ¿Qué es más, el conocimiento del Padre o el conocimiento del juicio? Si conoce lo que es más, ¿cómo ignora lo que es menos?
San Hilario, in Matthaeum, 26
¿Acaso también Dios Padre pudo denegar al Hijo el conocimiento de aquel día, habiendo dicho éste: "Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre" ( Lc 10,22)? Luego no le han sido entregadas todas las cosas, si hay alguna que se le niega.
San Jerónimo
Así, pues, habiendo probado que el Hijo no ignora el día de la consumación, se ha de manifestar la causa por qué se diga que lo ignora. Interrogado después de la resurrección por los apóstoles acerca de este día, bien claramente respondió ( Hch 1): No toca a vosotros saber los tiempos y los momentos que puso el Padre en su propio poder. Con ello da a entender que El lo sabe, pero que no conviene sea conocido por los apóstoles, para que estando siempre inciertos de la venida del Juez, vivan de tal manera todos los días como si hubiesen de ser juzgados en el mismo día.
San Agustín, de Trinitate, 1,12
De consiguiente cuando dice que ignora, se ha de entender que lo hace para que queden ignorantes, esto es, que no lo sabía para darlo a conocer entonces a sus discípulos. Como fue dicho a Abraham ( Gén 22,12): Ahora conozco que temes a Dios, esto es, ahora he hecho que lo conocieras. Porque también él mismo se conoció por medio de aquella prueba.
San Agustín, sermones, 97,1
Al decir que el Padre sabe, dijo que en el Padre también el Hijo sabe, pues ¿qué puede haber en el día que no esté hecho en el Verbo, por quien se hizo el día?
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 60
Bien, por tanto, se interpreta lo que se dijo (que sólo el Padre lo sabe) según el predicho modo de saber, porque hace que el Hijo lo sepa. Pero se dice que el Hijo ignora, porque no hace que los hombres sepan.
Orígenes, in Matthaeum, 30
O de otro modo: hasta la Iglesia (que es el cuerpo de Cristo) ignora el día aquel y la hora, y por lo tanto, se dice que ni el mismo Hijo sabe aquel día y la hora. Mas se dice que lo sabe en un sentido propio, según la costumbre de las Escrituras: pues el Apóstol ( 2Cor 5) presenta al Salvador, no conociendo el pecado porque no pecó. Mas el Hijo prepara el conocimiento de aquel día y la hora, a los coherederos de sus promesas, para que todos a un mismo tiempo lo sepan (esto es, lo experimenten por la misma cosa) en la hora y en el día que preparó Dios para los que le aman ( 1Cor 2).
San Basilio
He leído también, en cierto libro, que este Hijo se debe entender que es, no unigénito, sino adoptivo, pues no hubiera antepuesto los ángeles al Hijo unigénito. Porque dice así: ni los ángeles de los cielos ni el Hijo 1.
San Agustín, epistola 80
Dice por tanto el Evangelio de este modo: "De aquel día y hora nadie sabe". Y tú dices: Pero yo digo, que ni puede saberse el mes ni el año de su venida. Pues esto parece indicar que no se puede saber en qué año ha de venir, pero que se puede saber en qué semana de años, o en qué década; como si pudiera decirse y darse por sentado que ha de venir en el periodo de siete años, o de diez, o de cien, o de cualquier otro, bien sea de mayor o menor número. Y si presumes que no has comprendido esto, estás acorde conmigo.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 77,2
Y para que comprendas que no es efecto de su ignorancia lo que calla, acerca del día y de la hora del juicio, aduce otro pronóstico cuando añade: "Y así como sucedió en los días de Noé, así será también la venida del Hijo del hombre". Esto lo dijo dando a entender que vendrá repentina e inopinadamente, y cuando muchos estarán entregados al pecado. Esto mismo dice San Pablo ( 1Tes 5): porque cuando digan: paz y seguridad, entonces les sobrecogerá una muerte repentina. Por lo que añade también aquí: "Porque así como en los días antes del diluvio se estaban comiendo y bebiendo", etc.
Rábano
Y no es que aquí se condenen los matrimonios o las comidas, según el error de Marción y de Manes (siendo así que en los primeros están establecidos los auxilios de la sucesión, y en las segundas los de la conservación de la naturaleza), sino que lo que se increpa es el uso inmoderado de lo que es permitido.
San Jerónimo
Se trata de averiguar, cómo se ha dicho anteriormente: "Se levantará gente contra gente y reino contra reino, y habrá pestilencia, y hambres, y terremotos". Y al mencionar ahora las cosas que han de suceder, se diga que son indicios de paz. Pero hay que tener en cuenta que, después de las guerras y de todo lo demás que ha de desolar al género humano, ha de seguir una paz corta, que aparente estar ya tranquilo todo, para que sea probada la fe de los creyentes.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 77,2
O bien paz y disipación para aquéllos que insensiblemente están dispuestos al placer. Por este motivo no dijo el Apóstol: cuando haya paz, sino cuando digan: paz y seguridad ( 1Tes 5,3), indicando la insensibilidad de aquéllos semejantes a la de los que vivieron en los días de Noé, cuando los malos se entregaban a la disolución. Mas no así los justos que vivían constantemente en la tribulación y en la tristeza. Con esto da a entender que, cuando venga el Anticristo, los apetitos más indecentes tendrán aceptación en aquéllos que a la sazón serán hombres inicuos, quienes desesperarán de su propia salvación. Y por lo mismo pone un ejemplo que viene muy a propósito a este caso: cuando, pues, se construía el arca estaba puesta a la vista de todos, prediciendo los males futuros. Mas los hombres malos no lo creían, y se entregaban a la disipación (como si ningún mal hubiese de venir). Y dado que muchos no dan crédito a las cosas futuras, el ejemplo de las pasadas hace creíble lo que se predice.
Fija después otra señal, por la que da a conocer también que aquel día vendrá de una manera impensada, y que no ignora aquel día, cuando dice: "Entonces estarán dos en el campo: el uno será tomado, y el otro será dejado". Con estas palabras da a entender que serán tomados y dejados los siervos y los señores, los ociosos y los que trabajan.
San Hilario, in Matthaeum, 26
O el día del Señor sorprenderá a dos en el campo, a saber, los dos pueblos de los fieles y de los infieles en el siglo, como en el trabajo de esta vida. Serán, con todo, separados, y el uno dejado y tomado el otro; en lo cual se da a conocer la separación de los fieles e infieles. Porque al agravarse la ira de Dios, los escogidos se ocultarán en sus moradas; mas los pérfidos serán dejados para combustible del fuego del cielo. Lo mismo hay que decir, respecto de los que muelen; de donde sigue diciendo: "Dos mujeres molerán, etc." La muela es la obra de la ley, mas, porque una parte de los judíos, así como creyó por los apóstoles, ha de creer también por Elías y ha de ser justificada por la fe; por eso, una parte será tomada por la misma fe, a causa de sus buenas obras, y la otra será dejada en el trabajo infructuoso de la ley, moliendo en vano, y no amasará el pan del manjar celestial.
San Jerónimo
O dos se encontrarán a un tiempo en el campo, teniendo la misma labor, y como igual sementera; pero no recibirán igualmente el fruto de su trabajo. También en las dos que muelen a un tiempo, debemos entender la sinagoga y la Iglesia, que parecen moler a un tiempo en la ley, y obtener de las mismas Escrituras santas la harina de los preceptos de Dios. O las demás herejías que, o bien de ambos testamentos, o bien de uno de ellos, parecen moler la harina de sus doctrinas.
Continúa: "Dos en un mismo lecho: uno será tomado y otro será dejado".
San Hilario, in Matthaeum, 26
Mas dos en un lecho son los que predican el descanso de la pasión del Señor, acerca de la cual es una misma la confesión de los herejes y de los católicos. Pero como quiera que la fe de los católicos predicará la unidad de la Divinidad del Padre y del Hijo, e impugnará la falsedad de los herejes, el juicio de la voluntad divina comprobará la fe en la confesión de unos y otros, dejando a los unos y tomando a los otros.
Remigio
O por estas palabras se da a conocer los tres órdenes de la Iglesia. Por dos en el campo, el orden de los predicadores, a quienes se ha confiado el campo de la Iglesia; por dos en el molino, el orden de los casados, que cuando por sus diversos cuidados son llamados ora a estos asuntos, ora a los otros, parece que llevan a su alrededor piedras de molino; por dos en el lecho el orden de los que guardan continencia, cuyo descanso es designado con el nombre de lecho. En estos órdenes están los buenos y los malos, los justos y los injustos, y de consiguiente unos de ellos serán dejados y otros serán tomados.
Orígenes, in Matthaeum, 31
O de otro modo: el cuerpo está como enfermo en el lecho de las pasiones carnales; y el alma muele en la pesada muela de este mundo; mas los sentidos corporales obran en el campo del mundo.
Notas
1. San Basilio está refiriéndose a una doctrina errónea. La frase "ni el Hijo" es una variante dudosa que San Basilio consideraba una adición inauténtica.