"Y dígoos, que todo aquél que repudiare a su mujer, sino por la fornicación, y tomare otra, comete adulterio; y el que se casare con la que otro repudió, comete adulterio". (v. 9)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,2
Después de haber hecho callar el Señor a los judíos, expone con autoridad su ley diciendo: "Y dígoos, que todo el que repudiare a su mujer", etc.
Orígenes, homilia 7 in Matthaeum
Pudiera creer alguno que Jesús por las palabras: "Todo aquel que repudiare a su mujer, sino por la fornicación", etc. permitió el repudiar a la mujer, como Moisés, de quien hemos hablado, lo permitió a causa de la dureza del corazón de los judíos. Pero nosotros debemos responder a esto que el adulterio, crimen por el que debía ser apedreada la mujer, no era la causa por la que Moisés dio el libelo del repudio ( Dt 24). En la causa del adulterio no era conveniente dar el libelo del repudio. Sin duda quería Moisés designar, por esta cosa fea, toda la falta de la mujer y prescribir que, en este caso, se le diese el libelo del repudio. También debemos investigar, si sólo por la fornicación manda el Señor repudiar a la mujer, o si también se puede hacerlo por otras causas, como por ejemplo, a la mujer que no ha fornicado, pero que ha cometido otros crímenes muy graves, como el de envenenar, o el de quitar la vida a sus hijos. El Señor, al tratar en otro lugar ( Mt 5,32.) esta cuestión, dijo: "El que repudiare a su mujer, excepto por causa de fornicación, la hace que caiga en el adulterio" y la expone a segundas nupcias.
San Jerónimo
Sólo la fornicación vence al cariño por la esposa. Cuando ella dividiere la unidad esponsal al entregarse a otro y se separase por la fornicación de su marido, éste debe dejarla, si no quiere que recaiga sobre él aquella maldición de la Escritura ( Prov 18,22): "El que posee a una mujer adúltera, es insensato e impío".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Así como es un cruel y un malvado el que repudia a la mujer casta, así también es insensato e inicuo el que posee a una meretriz, porque patrocina la torpeza y encubre el crimen de su mujer.
San Agustín, de adulterinis coniugiis, 2,9
Sin embargo, la reconciliación del esposo con la mujer adúltera que después de haber consumado el crimen se purifica de él, no debe ser un obstáculo, ni tenerse como cosa que rebaja al hombre, puesto que no puede haber duda de que, por el poder de las llaves del Reino de los Cielos, ha sido perdonado su pecado. De manera que es adúltera después del divorcio pronunciado por el marido y deja de serlo después que se ha unido a Cristo.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Perecen todas las cosas por las causas mismas que les dieron origen y no siendo la unión conyugal sino más bien la voluntad la que constituye el matrimonio, aparece con claridad que no se disuelve el matrimonio por la separación del cuerpo; de donde resulta que si un hombre deja a su mujer y no toma otra, aún es marido de ella. Porque aunque esté separado de ella en el cuerpo, sin embargo, aún está unido a ella por la voluntad. Luego, tomando a otra, repudia completamente a la primera. Por eso no dice el Señor: "El que repudia a su mujer", comete el adulterio, sino el que "tomare otra". 1
Rábano
Por consiguiente, para repudiar a la mujer, hay una causa carnal: la fornicación; y otra espiritual: el temor de Dios; mas no hay ningún motivo para tomar otra mujer, viviendo la primera.
San Jerónimo
Podría suceder que alguno calumniase a su mujer inocente y -a causa de un segundo matrimonio- imaginase un crimen en el primero. Por esto el Señor manda que el hombre pueda repudiar a su mujer; pero imposibilitándole de que pueda tomar otra mientras aquella viva y como ocurre esto con respecto a la mujer, también a ésta la incapacita de que pueda tomar otro marido mientras viva el primero. Y como una mujer prostituída y que ha cometido el adulterio no teme el oprobio, por eso el segundo marido que tomare a esa mujer comete el crimen de adulterio, según las palabras del Señor: "Y el que se casare con la que otro repudió, comete adulterio".
Glosa
Amenaza al que la toma, porque la adúltera no teme el oprobio.
Notas
1. "El vínculo matrimonial es establecido por Dios mismo, de modo que el matrimonio celebrado y consumado entre bautizados no puede ser disuelto jamás. Este vínculo que resulta del acto humano libre de los esposos y de la consumación del matrimonio es una realidad ya irrevocable y da origen a una alianza garantizada por la fidelidad de Dios". Catecismo de la Iglesia Católica, 1640.