Y estando ellos en la Galilea, les dijo Jesús: "El Hijo del Hombre ha de ser entregado en manos de los hombres. Y lo matarán, y resucitará al tercero día". Y ellos se entristecieron en extremo. (vv. 21-22)
Remigio
Muchas veces el Señor había predicho a sus discípulos los misterios de su pasión, con el objeto de que cuando acontecieran, los tuvieran por tanto más ligeros, cuanto que ellos ya los conocían de antemano. Por esta razón se dice aquí: "Y estando ellos en la Galilea, les dijo Jesús: el Hijo del hombre ha de ser entregado, etc."
Orígenes, homilia 4 in Matthaeum
Es a primera vista lo que se dice en este pasaje, una cosa tan parecida a lo que se ha dicho más arriba, que cualquiera diría, que el Señor no ha hecho más que repetir lo mismo; pero no es así porque se dijo más arriba que sería entregado y aquí no sólo se dice que será entregado, sino que será entregado a las manos de los hombres. Refiere el apóstol, "que el Hijo fue entregado por Dios Padre" ( Rom 8), pero también es verdad, que fue entregado a manos de los hombres por sus poderosos enemigos.
San Jerónimo
Siempre van unidas las tristezas y los consuelos. Decimos esto porque si nos entristece la muerte del Señor, debe alegrarnos lo que a continuación se dice: "Y resucitará al tercer día".
San Juan Crisóstom, homiliae in Matthaeum, hom. 58,1
No dijo el Señor que estaría mucho tiempo muerto, sino que resucitaría al tercer día.
Orígenes, homilia 4 in Matthaeum
Cuando el Señor predijo estas cosas a sus discípulos, se llenaron de tristeza. "Y ellos se entristecieron en extremo", no teniendo presente lo que a continuación les añadió: "Y resucitará al tercer día", ni considerando, que al que debía morir, le bastaban tres días para destruir la muerte.
San Jerónimo
La tristeza extrema que tenían los discípulos, no era resultado de su incredulidad, sino del amor que tenían a su maestro, que no les permitía oír con paciencia de El cosa alguna siniestra y humillante.