"A todo el que me confesare, pues, delante de los hombres, también le confesaré Yo delante de mi Padre, que está en los cielos; y al que me negare delante de los hombres, también le negaré Yo delante de mi Padre, que está en los cielos". (vv. 32-33)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 34,3
Después de disipar el Señor el temor que tanto angustiaba el alma de sus discípulos, vuelve de nuevo a darles fuerzas con las cosas que han de conseguir; no solamente les desvanece todo temor, sino que los eleva, con la seguridad de mayores recompensas, en la libertad de predicar la verdad, diciendo: "A todo el que me confesare delante de los hombres, confesaré Yo también delante de mi Padre, que está en los cielos".
San Hilario, in Matthaeum, 10
Esta es la conclusión de lo que precede: el que estuviere firme en esta doctrina debe tener la constancia de confesar libremente a Dios.
Remigio
Esta confesión es aquella de que habla el Apóstol: "Se cree con el corazón para la justicia y se confiesa con la boca para la salvación" ( Rom 10,10). A fin, pues, de que nadie tenga la idea de que sin la confesión de boca puede uno salvarse, no solamente dice: "El que me confesare", sino que añade: "Delante de los hombres" y vuelve a insistir: "Y al que me negare delante de los hombres, también negaré Yo delante de mi Padre, que está en los cielos".
San Hilario, in Matthaeum, 10
En estas palabras nos declara que de la manera que nosotros fuéremos testigos de su nombre delante de los hombres, de esa misma manera nos servirá su testimonio delante de Dios Padre.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 34,3
Debe considerarse aquí que la pena sobreabunda en el castigo y el bien en la recompensa, que es como si dijera: "¿Sobreabundasteis primero confesándome o negándome aquí?" También Yo sobreabundo infaliblemente dándoos mayores bienes, porque Yo os confesaré o negaré allí. Por esta razón no os debéis preocupar si hiciéreis algún bien y no recibiéreis la recompensa, porque esta recompensa os espera con creces en el tiempo venidero y no despreciéis el castigo si hiciéreis alguna cosa mala y no fuéreis castigados aquí, porque os espera allí el castigo, a no ser que mudéis de conducta y os hagáis mejores.
Rábano
Es preciso saber que hasta los mismos paganos no pueden negar la existencia de Dios; pero pueden los infieles negar que Dios sea Padre e Hijo. Luego el Hijo confesará a alguno delante del Padre, porque por el mismo Hijo tendrá entrada al Padre y porque el Hijo dice: "Venid los bendecidos de mi Padre" ( Mt 25,34).
Remigio
Y negará al que le niegue a El, porque no tendrá por El mismo entrada para con el Padre y será rechazado de la presencia de su divinidad y de la del Padre.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 34,3
Y no solamente exige la confesión mental, sino también la oral, a fin de que nos anime a una intrépida predicación y a un amor más grande, haciéndonos superiores a nosotros mismos. Y no solamente se dirigen estas palabras a los Apóstoles, sino a todos los hombres en general, porque, no sólo a los Apóstoles, sino también a sus discípulos les da la fortaleza. Y el que observa esto ahora, no sólo tendrá la gracia de hablar en público, sino que tendrá también la de convencer con facilidad a un gran número, porque por la obediencia a su palabra ha hecho de muchos hombres apóstoles.
Rábano
O bien: confiesa a Jesús con aquella fe que viene del amor, todo el que observa sus mandamientos y la niega el que no obedece sus preceptos.