Entonces (oyéndole hablar de la resurrección) se llegaron a El Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y (por medio de su madre) le hacen esta petición: "Maestro, quisiéramos que nos concedieses todo cuanto te pidamos". Díjoles El: "¿Qué cosa deseáis que os conceda?" "Concédenos, respondieron, que en tu gloria (o glorioso reinado) nos sentemos el uno a tu diestra y el otro a tu siniestra". Mas Jesús les dijo: "No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz (de la pasión) que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo (de sangre) con que yo voy a ser bautizado?" Respondiéronle: "Podemos". "Pues tened por cierto, les dijo Jesús, que beberéis el cáliz que yo bebo, y seréis bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado; pero eso de sentarse a mi diestra o a mi siniestra, no está en mi arbitrio (como hombre) el darlo a vosotros, sino a aquéllos para quienes se ha destinado (por mi Padre celestial)". (vv. 35-40)
San Juan Crisóstomo homiliae in Matthaeum, hom. 65, 2
Los discípulos oyendo hablar frecuentemente a Cristo de su reino juzgaban que no había de tener lugar éste después de su muerte, y por tanto, anunciada su muerte, se acercaron a El para hacerse luego dignos de los honores de su reino. "Entonces se acercaron a El Santiago y Juan", etc., pues avergonzados del sentimiento humano que los animaba, se acercaron a Cristo, llevándolo aparte de los discípulos. Mas como no ignoraba el Salvador lo que iban a pedirle y queriendo obligarles a que lo declaren abiertamente, les pregunta: "¿Qué cosa deseáis que os conceda?"
Teofilacto
Los discípulos citados creían que subía a Jerusalén para reinar allí y que padecería después lo que había predicho, y pensando de este modo deseaban sentarse uno a su derecha y otro a su izquierda. "Concédenos, respondieron, que en tu gloria nos sentemos, uno a tu diestra y el otro a tu izquierda".
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 64
San Mateo expresa que no fueron ellos sino su madre quien habló así, manifestando al Señor la voluntad de sus hijos. San Marcos nos hace saber brevemente que fueron ellos los que hablaron y no su madre.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 65, 2
Bien puede decirse que fueron la madre y los hijos los que hicieron esta súplica, porque, viendo que el Señor los distinguía de los otros, creían alcanzar lo que deseaban, y a fin de conseguirlo más fácilmente, empeñaron a su madre para que se lo rogara también a Cristo.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 64
En fin, el Señor, según San Marcos y San Mateo, les contestó a ellos en vez de a su madre. "Mas Jesús les replicó: No sabéis lo que pedís."
Teofilacto
Es como si dijera: No reinaré temporalmente en Jerusalén, como creéis, y todo lo que se refiere a mi reino está fuera del alcance del entendimiento humano: el sentarse a mi lado es muchísimo más que lo que corresponde al orden de los ángeles.
Beda, in Marcum, 3, 40
O bien no saben lo que piden, suplicando al Señor el asiento de la gloria que no merecían todavía.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 65, 2
O dice : no sabéis lo que pedís, como si dijera: Vosotros habláis de honor, y yo lucho y me fatigo, porque no es éste tiempo de premios, sino de combates, de peligros y de muerte. "Podéis beber, dice, el cáliz que yo voy a beber", etc. De este modo los atrae para encender más su deseo de participar de su suerte.
Teofilacto
Al cáliz y al bautismo los llama su cruz: al cáliz como una bebida tomada dulcemente por El y al bautismo por que por él nos purificamos de nuestros pecados. Pero no entendiéndolo ellos respondieron: "Sí que podemos", porque creían que hablaba de un cáliz material y del bautismo que usaban los judíos lavándose antes de comer.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 65, 2
Respondieron en el acto, esperando ser atendidos en lo que pedían. "Pues tened por cierto, les dijo Jesús, que beberéis el cáliz que yo bebo", etc. Es decir, seréis dignos del martirio y padeceréis como yo.
Beda, in Marcum, 3, 40
Pero se preguntará alguno cómo bebieron Santiago y Juan el cáliz del martirio, o cómo fueron bautizados con el bautismo del Señor, cuando la Escritura dice que sólo el apóstol Santiago fue degollado por Herodes y que Juan murió de muerte natural. Pero si leemos las historias eclesiásticas, en las que se refiere que martirizaron a Juan, echándole en una caldera de aceite hirviendo y que en seguida fue desterrado a la isla de Patmos, veremos que estuvo pronto al martirio y que bebió el cáliz de la confesión, que bebieron los tres jóvenes en un horno encendido, aunque el tirano no derramó su sangre.
"Pero eso de sentarse a mi diestra", etc.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 65, 2
Aquí se ofrecen dos cuestiones, a saber: si debe sentarse alguno a la derecha del Señor y si no tiene el Señor de todo lo creado potestad de dar este lugar a aquéllos para quienes está preparado. En cuanto a lo primero, diremos que ninguno se sentará a la derecha ni a la izquierda, porque aquel trono es inaccesible a toda creatura humana y por tanto dice: "Sentarse a mi diestra o a mi siniestra, no es mío darlo a vosotros", como si algunos hubiesen de sentarse. Contesta en verdad a los que le preguntan condescendiendo con su intención, puesto que no conociendo aquel trono excelso, ni la cátedra que está a la derecha del Padre, lo que en realidad pedían era la supremacía sobre los demás y el principal de los doce tronos, que habían oído prometer a los apóstoles. En cuanto a lo segundo, diremos que está en la potestad del Hijo de Dios el conceder tal don, por lo que dice San Mateo: "Se ha destinado por mi Padre ", es como si dijera: "Se ha destinado por mí" ( Mt 20,23), y así es que San Marcos no dice por mi Padre. Por tanto lo que dice Cristo es en resúmen: Moriréis por mí pero esto no basta para que alcancéis el primer puesto, porque el que llegue al martirio con virtud superior a la vuestra alcanzará mucho más que vosotros. Los que por sus obras lleguen a hacerse los primeros, ésos serán los destinados a la primacía. De este modo el Señor los instruye para que no se forjen ilusiones, a la vez que no quiere contristarlos.
Beda, in Marcum, 3, 40
O bien: no está en mi arbitrio el darlo a vosotros, es decir, a los soberbios, puesto que lo eran aún. Está destinado para otros: sed vosotros humildes, y será para vosotros para quienes está preparado.