Y luego que acabó de hablar, dijo a Simón: "Entra más adentro, y soltad vuestras redes para pescar". Y respondiendo Simón, le dijo: "Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, sin haber cogido nada; mas en tu palabra soltaré la red". Y cuando esto hubieron hecho, cogieron un tan crecido número de peces, que se rompía su red. E hicieron señas a sus compañeros, que estaban en el otro barco, para que viniesen a ayudarlos. Y vinieron, y de tal modo llenaron los barcos, que casi se sumergían. (vv. 5-7)
San Cirilo
Después que había enseñado bastante al pueblo, vuelve otra vez a sus obras admirables; y por medio del oficio de pescador, pesca a sus discípulos. De donde prosigue: "Y luego que acabó de hablar, dijo a Simón: Entra más adentro, y soltad vuestras redes para pescar".
Crisóstomo
Acomodándose a las circunstancias de los hombres, así como llamó a los magos por medio de una estrella, llama ahora a los pescadores por medio del arte de pescar.
Teofilacto
San Pedro no tardó en obedecer, y por esto prosigue: "Y respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, sin haber cogido nada". No añadió, pues: No te obedeceré, ni me expondré a trabajar por segunda vez en vano; sino que añade: "Mas en tu palabra soltaré la red". Y como el Señor había instruido las turbas desde el barco, no dejó sin recompensa a su dueño dispensándole beneficios de dos maneras: primero, dándole multitud de peces, y después, haciéndolo su discípulo; por lo que sigue: "Y cuando esto hubieron hecho, cogieron una copiosa multitud de peces", etc. Cogió tantos peces, que no pudo sacarlos afuera, sino que tuvo que pedir auxilio a sus compañeros que estaban en otro barco, para que viniesen. Los llama por señas, porque no podía hablar asombrado por la gran cantidad de peces que había cogido; y aquéllos le prestaron su auxilio, porque dice: "Y vinieron, y de tal manera llenaron las dos barcas", etc.
San Agustín, De cons Evang., 2, 9
San Juan parece contar el mismo milagro 1; pero es otro muy distinto, y que se verificó después de la resurrección del Señor en el mar de Tiberíades. No solamente se diferencian estos dos prodigios en cuanto al tiempo, sino también en cuanto a la misma cosa. Porque en el milagro que refiere San Juan se dice que arrojó la red a la derecha, y sacó ciento cincuenta y tres peces; grandes en verdad, y tanto, que el evangelista especificó su magnitud diciendo que, a pesar de ello, las redes no se rompieron; fijándose sin duda, en este otro prodigio que refiere San Lucas, en el que se rompían las redes, por los muchos pescados que habían cogido.
San Ambrosio
Místicamente, la barca de Pedro, que flota según San Mateo y que según San Lucas se llena de peces, figura la Iglesia flotante en su origen, y llena después hasta rebosar. No zozobra ésta que tiene a Pedro; pero fluctúa aquella que tiene a Judas: en una y otra se encuentra Pedro, pero el que permanece firme por sus virtudes es perturbado por las extrañas. Evitemos el trato con el traidor, no sea que vacilemos muchos, empujados por uno solo. Hay perturbación allí donde se encuentra poca fe; y gran seguridad donde hay perfecto amor. Ultimamente, aun cuando se manda a otros que arrojen sus redes, sólo a Pedro se le dice: "Entra más adentro"; esto es, hasta el fondo de la cuestión. ¿Qué cosa hay más elevada que conocer al Hijo de Dios? ¿Mas cuáles son las redes que se manda a los apóstoles tender sino los discursos, que como los rodeos y vueltas de las discusiones no dejan escapar a los que cogen? Los instrumentos de los apóstoles son redes de pesca que no hieren a los que cogen, sino que los reservan; y que, desde el abismo donde se agitaban, los hacen subir a lo más elevado. Dice, pues: "Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, sin haber cogido nada"; porque en realidad el fruto que ha de cogerse por medio de la predicación no depende de los hombres, sino de Dios. Los que antes nada habían cogido ahora hacen una gran pesca con la Palabra de Dios.
San Cirilo
Esto prefiguró lo que había de suceder; no trabajan en balde los predicadores de la doctrina evangélica cuando tienden sus redes, sino que aumentan siempre nuevas comunidades a la Iglesia de Dios.
San Agustín, de cuest. evang. 2, 2
Las redes que se rompían y las barcas llenas de tanta abundancia de peces, que casi se sumergían, significan que habrá en la Iglesia tal multitud de hombres carnales, que la desgarrarán con herejías, y perturbarán su paz con cismas.
Beda
Se rompe la red pero no escapa el pez, porque el Señor defiende siempre a los suyos contra los escándalos de sus perseguidores.
San Ambrosio
La otra nave es el judaísmo, de la que son elegidos San Juan y Santiago. Estos pasaron de la sinagoga a la nave de Pedro -esto es, a la Iglesia-, para que llenasen las dos naves. Todos, pues, se postran cuando se pronuncia el nombre de Jesús, ya sean judíos, ya griegos.
Beda
O la otra nave es la Iglesia de los gentiles, la cual, no siendo suficiente una nave, se llena también de peces escogidos; porque el Señor conoce quiénes son los suyos ( 2Tim 2,19), y sabe el número total de sus elegidos. Aun cuando no encontró a muchos que creyeran en El entre los judíos, sabe perfectamente quienes van a admitir la fe y van a ser premiados con la vida eterna, y busca a los suyos una colocación a propósito en otra nave, llenando también los corazones de los gentiles con la gracia de su fe. La segunda nave se llama cuando se rompe la red. Así, cuando Judas el traidor, Simón Mago, Ananías y Safira y muchos de los discípulos se retiraron, en seguida San Bernabé y San Pablo fueron agregados para el apostolado de los gentiles.
San Ambrosio
También podemos entender que la otra nave representa a otra Iglesia, pues de la única Iglesia se derivan muchas Iglesias particulares.
San Cirilo
Hace señas a sus compañeros para que le ayuden. Muchos continúan los trabajos de los apóstoles; en primer lugar aquéllos que escribieron los Evangelios; después, los que han sido constituidos en pastores y presidentes de los pueblos y en doctores de la verdadera doctrina.
Beda
Las naves de éstos se llenan con aumento cada día, y se llenarán hasta el fin del mundo. Y que después de llenas se sumergen -esto es, que son amenazadas de naufragio porque no han de ser sumergidas, aun cuando peligren-, el Apóstol lo expone, diciendo: "En los tiempos venideros habrá días peligrosos; y habrá hombres egoístas" ( 2Tim 3,1-2). Pues sumergirse las naves significa que los hombres, después que fueron elegidos por la fe, recaen en la inmoralidad del siglo.
Notas
1. Ver Jn 21, 1-14