Y cuando estaba El aún hablando se dejó ver una cuadrilla de gente: y el que era llamado Judas, uno de los doce, iba delante de ellos: y se acercó a Jesús para besarle. Mas Jesús le dijo: "Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?" Y cuando vieron los que estaban con El lo que iba a suceder, le dijeron: "Señor, ¿herimos con espada?" Y uno de ellos hirió a un siervo del príncipe de los sacerdotes, y le cortó la oreja derecha. Mas Jesús, tomando la palabra, dijo: "Dejad hasta aquí". Y le tocó la oreja, y le sanó. Y dijo Jesús a los príncipes de los sacerdotes y a los magistrados del templo, y a los ancianos que habían venido allí: "¿Como a ladrón habéis salido con espadas y con palos? Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora, y el poder de las tinieblas". (vv. 47-53)
Glosa
Una vez terminada la oración se ocupa de su aprehensión, llevada a cabo por su discípulo. Dice, pues: "Y cuando estaba El aún hablando se dejó ver una cuadrilla de gente, y el que era llamado Judas".
San Cirilo
Dice, pues, que se llamaba Judas, que quiere decir el que aborrece. Y añade: "Uno de los doce", para dar a conocer la perfidia del traidor; porque habiendo sido honrado como los demás apóstoles, se convirtió en causa de muerte para su Maestro.
Crisóstomo
Así como las heridas incurables no obedecen a las medicinas más eficaces, ni a los más exquisitos cuidados, así el espíritu, una vez aprisionado y entregado a algún pecado, no puede salir de ese estado por medio de exhortaciones ni consejos. Esto mismo le sucedió a Judas por no haber dejado a tiempo sus intenciones de ser traidor, aunque esto tantas veces había sido prohibido por el Salvador cuando predicaba a las gentes. Por ello sigue: "Y se acercó a Jesús para besarle".
San Cirilo
Olvidándose de la gloria de Cristo, creyó que podría llevar a cabo en secreto su abominación, atreviéndose a convertir en traición el signo de cariño.
Crisóstomo., orat. seu conc. 1, De Lazaro
No debemos dejar de amonestar a los hermanos, aunque no consigamos nada con nuestras palabras, porque los manantiales, aun cuando nadie beba, siempre están brotando. Y si no llegas a persuadirlo hoy, lo persuadirás mañana. Un pescador, sin haber sacado nada en todo el día, al fin llena sus redes a la caída de la tarde. Por esto el Señor, aun cuando sabía que Judas no se convertiría, no dejó de procurar que no pereciese. Sigue, pues: "Mas Jesús le dijo: Judas, ¿con beso entregas al Hijo del hombre?", etc.
San Ambrosio
Creo que hablando por medio de interrogación se propone enmendar al traidor con el afecto de amigo.
Crisóstomo
Le llama con su verdadero nombre, lo que más debió moverlo a arrepentirse y desistir de su traición, que a provocar su enojo.
San Ambrosio
Dice, pues: "¿Entregas con beso?", es decir, ¿con el signo del amor infieres una terrible herida, y con el signo de paz produces la muerte? Siendo el siervo, entregas a tu Señor; siendo el discípulo, a tu Maestro; y habiendo sido elegido, a tu elector.
Crisóstomo
No dijo, pues: entregas a tu Maestro, ni entregas a tu Señor, ni a tu bienhechor, sino al Hijo del hombre, esto es, manso y humilde. Quien aunque no fuese Maestro ni Señor, habiéndose portado contigo con tanta amabilidad, no debió haber sido entregado por ti.
San Ambrosio
Gran manifestación del poder divino, gran prueba de virtud. Se da a conocer la determinación de prenderle, y no se niega. Dice quién lo entrega, manifestando lo que hasta entonces estaba oculto. Especifica a quién entrega, cuando dice al Hijo del hombre, porque es la carne la apresada, no la divinidad. Y esto, sin embargo, agrava más su ingratitud, porque al que entregaba, siendo Hijo de Dios, se quiso convertir en Hijo del hombre, como diciendo: Ingrato, por ti he tomado lo que entregas con tanta hipocresía.
San Agustín., de cons. Evang. 3, 5
Dijo Jesús primeramente cuando iba a ser apresado, lo que especifica San Lucas: "¿Con beso entregas al Hijo del hombre?". Después lo que dice San Mateo (26,50): "¿Amigo, a qué has venido?". Luego lo que dice San Juan (18,4): "¿A quién buscáis?".
San Ambrosio
También lo besó el Señor, no para enseñarnos a fingir, sino para que se viese que no huía ni siquiera del que lo entregaba, y para ganar al traidor a quien no negaba los testimonios de amor.
Teófil
Se enardecen los discípulos y desenvainan las espadas. Por ello sigue: "Y cuando vieron los que estaban con El lo que iba a suceder, dijeron: Señor, ¿herimos con espada?". Pero, ¿cómo es que tenían espadas? Porque habían matado al cordero y se levantaban de la mesa. Algunos discípulos preguntan si hieren con espada, pero San Pedro, ferviente siempre por el Salvador, no espera órdenes, sino que inmediatamente hiere a un siervo del pontífice. Por esto sigue: "Y uno de ellos hirió".
San Agustín. De conc. evang. ut supra
El que hirió, según San Juan, fue San Pedro. El herido se llamaba Malco.
San Ambrosio
Como San Pedro estaba instruido en las Sagradas Escrituras, y amaba mucho al Señor, recordando que se alabó mucho la acción de Finees porque mató a los sacrílegos, hirió al criado del pontífice.
San Agustín. De conc. evang. ubi supra
Dice San Lucas a continuación: "Mas Jesús, tomando la palabra, dijo: Dejad hasta aquí". San Mateo (26,52) dice así: "Vuelve tu espada a su lugar". Y no se crea que esto contradice lo que refiere San Lucas, cuando expresa que el Señor respondió: "Dejad hasta aquí", como si lo hubiera dicho después de ser herido para probar lo hecho hasta ese momento, pero no queriendo se hiriese más. Pero las palabras que refiere San Mateo, dan a entender que al Señor le disgustó el que San Pedro hiciera uso de la espada. Y es verdad que, habiéndole preguntado sus discípulos: "Señor, ¿herimos con espada?", respondió: "Dejad hasta aquí". Es decir, no os espante lo que va a suceder. Debe tolerarse todo hasta que yo acabe mi carrera, esto es, hasta que me prendan y se cumpla en mí cuanto se ha escrito. No se dice que contestó Jesús más que a la pregunta que se le hizo, y no al acto de San Pedro. Pero entre que los discípulos preguntaron al Señor y éste respondió, San Pedro, instado por su deseo de defender, hirió. Pero no pudieron decirse simultáneamente las cosas que sucedieron a la vez. Entonces, como dice San Lucas, curó a aquél que había sido herido. Sigue: "Y le tocó la oreja y le sanó".
Beda
El Señor nunca se olvida de su bondad. Sus enemigos procuran la muerte del justo, y Este cura las heridas de los que lo persiguen.
San Ambrosio
Pero cuando el Señor cura las heridas ensangrentadas, se refiere a un misterio. Porque el siervo del príncipe de este mundo (no por condición de su naturaleza, sino por su culpa), recibió una herida en su oreja, no oyendo las palabras de sabiduría. Y cuando San Pedro cortó voluntariamente la oreja dio a conocer que no debemos fijar nuestro oído en las cosas superficiales, sino en los misterios. Pero, ¿por qué es San Pedro quien hiere? Porque había recibido el poder de atar y desatar. Por ello toma la espada espiritual y corta con ella el oído interno del que oye mal. Pero el Señor vuelve a poner la oreja en su sitio, dando a entender que si se convierten, podrán salvarse todos los que pecaron, en la pasión del Señor. Porque todo pecado se perdona por los misterios de la fe.
Beda
Este siervo es el pueblo judío que perdió la oreja derecha. Es decir, la inteligencia espiritual de la ley, por el mal papel que representó en la Pasión del Señor, instado por los príncipes de los sacerdotes. Su oreja fue cortada por la espada de San Pedro, no porque privara de la inteligencia a los que quieren oír, sino porque da a conocer que, por juicio divino, ésta les fue quitada a los negligentes. Pero la misma oreja derecha es restituida por la dignación del Señor, a todos los de aquel pueblo que creyeron.
Prosigue: "Y dijo Jesús a los príncipes de los sacerdotes... ¿Como a ladrón habéis salido con espadas y con palos?", etc.
Crisóstomo
Vinieron de noche temiendo el alboroto de la multitud. Por eso les dice: ¿Qué necesidad teníais de armas para prender a aquel que siempre habéis tenido con vosotros? Y esto da a entender cuando prosigue: "Habiendo estado cada día con vosotros", etc.
San Cirilo. Incat. grace. patr
En esto el Señor no culpa a los príncipes de los sacerdotes porque no habían preparado bien las asechanzas para matarle, sino que les echa en cara que creyeran haberlo atacado así contra la voluntad de El, como diciendo: "Entonces no me prendisteis, porque yo no quise, ni ahora podríais si yo no me quisiere entregar voluntariamente a vuestras manos". Y prosigue: "Pero ésta es vuestra hora"; esto es, el poco tiempo que se os ha concedido para que descarguéis sobre mí todo el furor de vuestra malicia, habiendo accedido el Padre a mis ruegos. Dice también que se ha concedido a la vez este poder a las tinieblas, esto es, al diablo y a aquellos judíos, para que puedan levantarse contra Cristo. Y esto es lo que añade: "Y el poder de las tinieblas".
Beda
Como diciendo: Por lo tanto, os congregáis contra mí en las tinieblas, porque en ellas está vuestro poder -con el que os armáis en contra de la verdad-. Se pregunta que cómo pudo ser que Jesús hablase a los príncipes de los sacerdotes, a los magistrados y a los ancianos del pueblo, que habían venido a prenderle cuando, según los demás evangelistas, ellos esperaban en el atrio de Caifás, y enviaron desde allí sus ministros. Pero se responde a esta contradicción, diciendo que ellos vinieron no en persona, sino en la de aquellos que ellos mandaron, y se presentaron a prender a Jesús.