Y lo oyeron hablar dos de sus discípulos, y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: "¿Qué buscáis?" Ellos le dijeron: "¿Rabbí (que quiere decir Maestro) en dónde moras?" Les dijo: "Venid y vedlo". Ellos fueron y vieron en donde moraba, y se quedaron con El aquel día: era entonces como la hora de las diez. Y Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos, que habían oído decir esto a Juan y que habían seguido a Jesús. (vv. 37-40)
Alcuino
Habiendo San Juan dado testimonio de que Jesús era el Cordero de Dios, los discípulos que primero estaban con San Juan, cumpliendo el mandato de su maestro, siguieron a Jesús. Por esto dice: "Y le oyeron hablar dos de sus discípulos, y siguieron a Jesús".
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 17
Considérese que cuando dijo: "Viniendo después de mí, es anterior a mí", y "como no soy digno de desatar la correa de su calzado", nadie le comprendió. Mas cuando habló de sus gracias y se dirigió a lo más humilde, diciendo: "He aquí el Cordero de Dios", entonces le siguieron los discípulos, porque muchos no son arrastrados cuando se dice algo grande y elevado de Dios, como cuando oyen algo bueno y humano que contribuya a la salvación de los hombres. Debe tenerse en cuenta también que San Juan dice: "He aquí el Cordero de Dios", y Jesucristo nada contesta, porque como Esposo está presente en silencio. Y otros le traen la esposa, poniéndola bajo su potestad, de la que, ya recibida, dispone de tal modo que ella no se acuerda ni aun de los que la desposaron. Y así, cuando Jesucristo viene a unirse con su Iglesia, nada dice, sino que únicamente se le acerca su amigo Juan. Puso su mano derecha sobre la esposa, poniendo bajo su dominio las almas de los hombres por medio de su predicación, a los cuales dispuso de tal modo después de haberle recibido que ya no volvieron más a San Juan. Pero debe observarse también que así como en las bodas no es la esposa la que busca al esposo, sino el esposo quien viene a buscarla lleno de alegría (aun cuando sea el hijo del rey que toma por esposa a una vil esclava), así sucede aquí; la naturaleza humana no ascendió al cielo, sino que el Hijo de Dios bajó hasta ella y la llevó a la casa paterna. Y más adelante había también otros discípulos de San Juan que no sólo no le seguían, sino que estaban dispuestos a suscitar celos contra Jesucristo, porque envidiaban su gloria. Mas los que eran mejores en cuanto le vieron le siguieron, no menospreciando al primer maestro sino persuadidos por él, quien les ofrecía que Jesucristo los bautizaría en el Espíritu Santo. Y véase que la elección que hacían los discípulos iba acompañada de cierto recelo. Por esta razón, cuando se acercaron a Jesús no le preguntaron acerca de las cosas necesarias y más elevadas, ni en público, sino que le preguntaron en privado. Por esto sigue: "Y volviéndose Jesús y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis?" Por donde se nos da a entender que cuando nosotros queremos emprender una buena vida, Dios entonces nos presenta muchas ocasiones para nuestra salvación. Y pregunta, no para saber, sino para inspirarles familiaridad en su pregunta y mayor confianza, a fin de que ellos se consideren dignos de escuchar sus enseñanzas.
Teofilacto
Véase cómo el Señor vuelve su rostro a los que le siguen, y los mira. Porque si no se le sigue por medio de alguna buena acción, nunca podremos llegar a ver su rostro ni entrar en su casa.
Alcuino
Luego aquellos discípulos seguían detrás de Jesucristo para verle, y no pudieron ver el rostro del Señor. Por cuya razón se volvió hacia ellos. Y como descendiendo de su majestad dejó que sus discípulos pudiesen contemplar su sagrada presencia.
Orígenes
Sin duda después del sexto testimonio San Juan no en vano dejó de contestarles (o de darles testimonio). Y Jesús, como séptimo testimonio, les dice: "¿Qué buscáis?"
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 17, sparsim
Pero ellos no sólo manifestaron su amor a Jesucristo siguiéndole, sino hasta en el modo de preguntarle. Por esto sigue: "Ellos le dijeron, Rabbí (que quiere decir Maestro), ¿en dónde moras?" Cuando todavía no habían aprendido nada de El, ya le llaman Maestro, considerándose así como discípulos y manifestando la causa por la que le siguen.
Orígenes
Estas palabras, que reconocen a Jesucristo como Doctor por el testimonio de Juan y las circunstancias que le acompañaron, explican que los discípulos desean el trato del Hijo de Dios.
Alcuino
Y no quieren gozar del magisterio de una manera transitoria, sino que le preguntan dónde habita, para que en adelante puedan oír sus palabras aparte, visitarle muchas veces e instruirse mucho mejor. En sentido espiritual quieren saber en dónde habita Jesucristo, para que con el ejemplo de sus virtudes puedan presentarse dignos de que habite en ellos. O el ver que Jesús marcha y preguntar en seguida en dónde ha de parar, nos da a conocer que cuando nos acordamos de su Encarnación, debemos rogarle con solicitud que nos muestre la mansión de la eterna felicidad. Por lo cual, al ver Jesús que le piden bien, les patentiza libremente el convencimiento de sus designios. Por esto sigue: "Y les dice venid y vedlo", como diciendo: no puedo explicar mi morada con palabras, pero os la enseñaré con obras; venid, pues, creyendo y obrando, y ved entendiendo.
Orígenes
Y cuando les dice: venid, les invita a que obren. Y cuando les dice ved, les invita a la contemplación.
Crisóstomo, ut sup
Mas Jesucristo no les da señales de su casa, ni les designa lugar alguno, sino que únicamente los atrae para que le sigan, manifestándoles que ya los ha aceptado. Y no dijo: ahora no es tiempo, mañana sabréis si algo queréis aprender; sino que los trata como amigos familiares, como si hubiesen vivido con El largo tiempo. ¿Y cómo es que San Mateo y San Lucas dicen: "El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza" ( Mt 8,20), y Este dice: Venid y ved dónde vivo? Cuando dijo que no tenía dónde reclinar su cabeza dio a entender que no tenía casa propia y no que carecía de domicilio. Sigue, pues: "Ellos fueron, vieron en dónde moraba, y se quedaron con El aquel día". No añade el Evangelista con qué fin se quedaron, porque desde luego se comprende que fue para oír su doctrina.
San Agustín, ut sup
¡Qué hermoso día pasaron! ¡Qué hermosa noche! Edifiquemos asimismo nosotros en nuestro corazón, y hagamos una casa digna, adonde venga el Señor y nos instruya.
Teofilacto
No en vano el Evangelista hace notar el tiempo en que esto sucedió, cuando añade: "Era entonces como la hora de las diez", para dar a conocer, tanto a los maestros como a los discípulos, que la enseñanza no debe dilatarse a causa del tiempo.
Crisóstomo, ut sup
Demostraban, pues, gran deseo de aprender, porque no se separaron de El aunque vieron que el sol llegaba a su ocaso. Pero sucede a muchos que viven esclavos de la carne que creen que después de comer no se tiene aptitud ni aun para lo más necesario, porque el cuerpo se entorpece con las comidas. Pero San Juan, de quien éstos eran discípulos, no se encontraba en este caso, porque vivía en mayor sobriedad por la tarde que nosotros por la mañana.
San Agustín, ut sup
Este número de la hora simboliza la Ley, que ha sido dada en diez preceptos. Porque había venido el tiempo en que debía cumplirse la Ley por amor, ya que los judíos no habían podido cumplirla ni aun por temor. Así el Señor en la hora décima fue llamado Rabbí, si bien no es Maestro de la Ley, aunque verdadero legislador.
Prosigue: "Y Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído decir esto a Juan, y habían seguido a Jesús".
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 17
¿Y por qué no citó el nombre del otro? Algunos dicen: porque el que escribe era el otro de los que le seguían. Y otros aseguran que el otro discípulo no era persona de importancia. ¿Y qué utilidad sacaremos de conocer el nombre del otro? Tampoco el Evangelista hizo mención de los nombres de los setenta y dos discípulos.
Alcuino
Quizá los dos discípulos que siguieron a Jesús fueron Andrés y Felipe.