Y de su plenitud recibimos nosotros todo, y gracia por gracia. Porque la ley fue dada por Moisés, mas la gracia y la verdad fue hecha por Jesucristo. (vv. 16-17)
Orígenes
Estas palabras no se profirieron refiriéndose a la persona del Bautista que da testimonio de Cristo. Y se engañan muchos creyendo que desde aquí hasta donde dice: "El mismo lo contó", se habla de San Juan Apóstol. Pero sería violentar el texto y falta de ilación lógica el que -súbitamente y fuera de razón- se interrumpiesen las palabras del Bautista por las del discípulo. Y bien claro se ve por el contexto para todo aquél que sepa percibir el enlace de las ideas. Por esto, pues, había dicho: "Ha sido engendrado antes que yo, porque era primero que yo". De esto deduzco o entiendo que El es anterior a mí mismo, porque lo mismo yo que los profetas hemos recibido de su plenitud una gracia después de otra gracia, dado que también aquéllos llegaron, después de las figuras y por obra del Espíritu, a la adquisición de la verdad. De aquí también que, en virtud de la misma plenitud, hayamos comprendido que si bien la Ley ha sido dada por medio de Moisés, la gracia y la verdad ha sido, no ya dada, sino producida por Jesucristo. El Padre, ciertamente, da la Ley sirviéndose de Moisés, y obra la gracia y la verdad por Jesucristo. Pero si Jesús dice: "Yo soy la verdad" ( Jn 14,6), ¿cómo por Jesús se ha de obrar la verdad? Hay que entender en esto que de ninguna manera ha sido obrada por Jesucristo ni por algún otro ser, aquella verdad sustancial y primaria a la cual se ajustan, por vía de imagen, todas las otras verdades secundarias en razón de verdad, sino que la verdad obrada por Jesucristo es aquélla que resplandecía en San Pablo y en los apóstoles.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 13
San Juan Evangelista confirma el testimonio del Bautista con su propio testimonio, diciendo: "Y de la plenitud de El todos hemos recibido", etc. En tal caso, no son palabras del precursor sino del discípulo, que significarían: También nosotros doce y la muchedumbre toda de los fieles, los que ahora existen y habrán de existir, participamos de la plenitud de su gracia.
San Agustín, in Ioannem, tract. 3, sparsim
¿Pero qué habéis recibido? Una gracia por otra gracia. Y yo no sé qué quiere darnos a entender cuando nos dice que hemos participado de la plenitud de su gracia en primer término, y después que hemos recibido una gracia por otra gracia. ¿Qué gracia hemos recibido primero? La fe. Y se llama gracia porque se da gratis. El pecador recibió esta primera gracia para que se le perdonasen todos sus pecados. Y después recibió una gracia por otra gracia. Esto es por esta gracia, según la cual vivimos de la fe, habremos de recibir otra, esto es la vida eterna. La vida como el premio de la fe (porque la misma fe es gracia). Y la vida eterna es eterna. Por lo tanto es la gracia que se concede en virtud de aquella gracia. Esta no existía en el Antiguo Testamento, porque la Ley amenazaba y no ofrecía ayuda; mandaba, y no curaba; señalaba la enfermedad, pero no la quitaba, sino que preparaba para presentarse al médico que había de venir con la gracia y la verdad. Por esto sigue: "Porque la Ley fue dada por Moisés; mas la gracia y la verdad fue hecha por Jesucristo". La muerte de nuestro Señor mató la muerte temporal y eterna. Ella es la gracia que ha sido prometida y no manifestada en la Ley.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 13, sparsim
Hemos recibido una gracia por otra. Esto es, una nueva a cambio de otra vieja. Así como hay una justicia y otra justicia, una adopción y otra adopción, una circuncisión y otra circuncisión; así hay una gracia y otra gracia. La primera es como la figura, la segunda es como la realidad. Dio a conocer todo esto para demostrar que los judíos se salvaban por la gracia, pero que todos nosotros también somos salvados con la gracia. Fue, por lo tanto, un acto de caridad y de gracia recibir la Ley. Por lo que cuando dijo: "Gracia por gracia", manifestó la magnitud relativa de los beneficios concedidos, añadiendo: "Porque la Ley fue dada por Moisés, mas la gracia", etc. Y más adelante, comparándose el Bautista con Jesucristo, dice: "Ha sido engendrado antes que yo". Mas el Evangelista compara también a Jesucristo con aquél que a la sazón era para los judíos objeto de mayor admiración aun que el mismo Bautista, esto es, con Moisés. Y véase su prudencia; no hace comparación de las personas, sino de las cosas, oponiendo la gracia y la verdad a la Ley. Y a esto añade: "Ha sido dada" (lo cual supone oficios de servidor); mas a este "Ha sido hecha" (lo cual es propio de un rey, que todo lo hace con propia facultad). Decimos que con gracia, porque con potestad perdonaba todos los pecados. Con verdad porque confirmaba los dones de su benignidad, ostentándose esta gracia, ora por el don de su bautismo, ya por la adopción que de nosotros hace el Espíritu, ya, finalmente, por otra multitud de cosas. Conoceremos mejor la verdad si conocemos las figuras de la Ley antigua. Todas aquellas cosas que habían de cumplirse en el Nuevo Testamento las cumplió Jesucristo con su venida, por lo cual la figura ha sido dada por Moisés y la verdad ha sido hecha por Jesucristo.
San Agustín, De Trin., 13, 19
Debemos comparar la gracia con la ciencia y la verdad con la sabiduría. En las cosas temporales se encuentra aquella suma gracia, porque en Cristo el hombre se unió con Dios en unidad de persona. Y en las cosas eternas, la suma verdad se atribuye rectamente al Verbo de Dios.