"Y nadie recibe su testimonio. El que ha recibido su testimonio, confirmó que Dios es verdadero. Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; porque Dios no le da el espíritu por medida. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas puso en sus manos. El que cree en el Hijo, tiene vida eterna: mas el que no da crédito al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él". (vv. 32-36)
Crisóstomo, In Ioannem hom., 29
Había dicho San Juan: "Y lo que vio y oyó, testifica", como explicando para que no fueran consideradas falsas las cosas que Jesucristo dijese, porque habían de ser pocos los que creerían. Por esto añade: "Y nadie recibe su testimonio", esto es, pocos; pues tenía discípulos que recibían su testimonio respecto de lo que les decía. Mas en esto se refería a los discípulos, que aún no creían en El. Y asimismo manifiesta la insensibilidad de los judíos, como se había dicho en el principio del Evangelio: "Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron", porque especialmente los judíos eran los que le pertenecían.
San Agustín, ut supra
De otro modo: hay cierto pueblo preparado para sufrir el castigo de Dios y que ha de ser condenado con el diablo; de éstos ninguno recibe el testimonio de Dios 1. Fijaos en la separación que hay en el espíritu dentro del conjunto del género humano; pues lo que aun no está separado en cuanto al lugar, lo ha distinguido con la separación mental, y ha visto a dos pueblos: el de los fieles y el de los infieles. Se refiere al de los infieles y dice: "Y nadie recibe su testimonio". Pero se separa de la izquierda, mira a la derecha, y dice a continuación: "El que ha recibido su testimonio, lo confirmó".
Crisóstomo, ut supra
Esto es, lo demostró. Y a fin de aumentar el temor, añade: "Porque Dios es verdadero"; manifestando que no de otra manera puede alguno dejar de creer en El, sino llamando mentiroso a Dios que le envió, porque no habla cosa alguna que no corresponda al Padre. Y esto es lo que añade: "Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla".
Alcuino
De otra manera: lo ha sellado, esto es, puso una señal en su corazón, como un signo singular y especial de que era verdadero Dios el que padeció por la salvación de los hombres.
San Agustín, ut supra
¿Por qué se dice que Dios es veraz sino porque el hombre es mentiroso y Dios es veraz? Porque ninguno de los hombres puede decir qué es la verdad si no es iluminado por Aquél que no puede mentir. Luego, si Dios es veraz, Jesucristo es Dios. ¿Quieres probarlo? Examina el testimonio que de El se da, y lo encontrarás. Pero si aun no conoces a Dios, no has recibido todavía su testimonio. Entonces el mismo Jesucristo es Dios, es veraz, lo envió Dios. Dios envió a Dios: únelos a ambos y tendrás a un solo Dios. Esto que San Juan decía de Cristo, que Dios le había enviado, lo decía para distinguirlo de sí mismo. ¿Cómo pues, acaso no envió Dios al mismo Juan? Pero observa lo que dice a continuación: "Porque Dios no le da el espíritu por medida". A los hombres sí se lo da con limitación, pero no a su único Hijo. A unos se les concede por medio del Espíritu la palabra de la sabiduría, a otros la de la ciencia; unos poseen un don, otros poseen otro distinto ( 1Cor 12). Esta medida es cierta distribución de los dones, pero los que da Jesucristo no los ha recibido por medida.
Crisóstomo, ut supra
Espíritu quiere decir aquí la acción del Espíritu Santo, y quiere significar que todos nosotros recibimos las acciones del Espíritu Santo con su medida. Mas Jesucristo recibió la gracia del Espíritu Santo; ¿cómo, pues, podrá nadie creerle digno de sospecha? Nada dice que no sea de Dios, ni del Espíritu. Y al paso que nada dice del Dios Verbo, fundamenta y confirma su doctrina en el Padre y en el Espíritu. Pues sabían que Dios existe y conocían asimismo la existencia del Espíritu, aunque no tenían formado de él un concepto conveniente, e ignoraban que existiera el Hijo.
San Agustín, ut supra
Y como había hablado del Hijo, y había dicho que Dios le había dado el Espíritu sin medida, añade: "El Padre ama al Hijo", y a continuación: "Y todas las cosas puso en sus manos". Para que se conociese que dijo aquí de distinto modo: "El Padre ama al Hijo". Porque si el Padre ama a Juan o a Pablo, y sin embargo no lo ha entregado todo a su dominio. El Padre ama a Hijo, pero como un padre ama a su hijo, y de ninguna manera como un dueño a su criado; como a su Unigénito, y no como a un hijo adoptado. Y así todo lo ha entregado en sus manos, para que sea tan grande el Hijo como grande es el Padre. Luego, cuando se ha dignado enviarnos a su Hijo, no creamos que Este, al ser enviado, es menos de lo que es el Padre.
Teofilacto
En este concepto, el Padre lo entregó todo al Hijo en cuanto a la divinidad, por naturaleza y no por gracia; y todo lo entregó a su dominio, en cuanto a la humanidad. Domina, pues, sobre todo aquello que existe en el cielo y en la tierra.
Alcuino
Y como todo está en su mano, también está la vida eterna. Por esto añade: "El que cree en el Hijo, tiene vida eterna".
Beda
No debe entenderse aquí la fe que se limita a palabras solas, sino la que se completa por medio de las obras.
Crisóstomo, In Ioannem hom., 30
No dice aquí que es bastante creer en el Hijo para obtener la vida eterna, puesto que El dice en otro lugar: "No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos" ( Mt 7,21). Y además, refiriéndose a la blasfemia contra el Espíritu Santo, la juzga suficiente por sí sola para llevar al infierno. Y si alguno cree en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, no pensemos que esto es bastante para alcanzar la salvación. Necesitamos también de una vida buena y de costumbres rectas. Además, conociendo que muchos no se dejan llevar tanto por la promesa de los beneficios como por el riesgo de sufrimientos terribles, concluye su discurso diciendo: "Mas el que no da crédito al Hijo, la ira de Dios estará sobre él". Véase cómo refiere al Padre lo que dice respecto del castigo 2, porque no dijo que la ira del Hijo de Dios (aun cuando éste sea juez), sino que citó al Padre como juez, queriendo aterrarlos más. Y no dijo "estará con él", sino "sobre él", dando a conocer que nunca se separará de él. Y para que no se crea que habla de la muerte temporal, dijo: "No verá la vida".
San Agustín, ut supra
Tampoco dijo: "la ira de Dios viene a él", sino: "permanece sobre él", porque todos los mortales que nacen traen consigo la ira de Dios, la que recibió el primer Adán. Vino el Hijo de Dios sin tener pecado alguno, y se vistió de nuestra mortalidad. Murió para que tú vivas. Por lo tanto, el que no quiere creer en el Hijo, tiene sobre sí la ira de Dios, de la que dice el Apóstol "que éramos hijos de ira por naturaleza" ( Ef 2,3).
Notas
1. Aparece aquí la perspectiva del Dios castigador. La fe de la Iglesia enseña que Dios es Ser y Amor, y que se acerca a nosotros con un amor misericordioso que supone la justicia y va más allá de ella.
2. Aparece aquí la perspectiva del Dios castigador. La fe de la Iglesia enseña que Dios es Ser y Amor, y que se acerca a nosotros con un amor misericordioso que supone la justicia y va más allá de ella.