"Porque no es buen árbol el que cría frutos malos, ni mal árbol el que lleva buenos frutos: pues cada árbol es conocido por su fruto: porque ni cogen higos de espinos, ni vendimian uvas de zarzas. El hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca bien, y el hombre malo del mal tesoro de su corazón saca mal: porque de la abundancia del corazón habla la boca". (vv. 43-45)
Beda
El Señor prosigue hablando contra el hipócrita de este modo: "Porque no es buen árbol el que produce malos frutos", etc. Como diciendo: Si quieres obtener la verdadera virtud y no la falsa, que ostentas por medio de tus palabras, dalo a conocer también por medio de tus obras; porque si el hipócrita quiere aparecer como bueno, no puede considerarse como bueno el que obra mal; del mismo modo que si reprende al inocente, no por eso es malo el que hace buenas obras.
Tito Bostrense
Oyendo esto, no esperes obtener premio por tu pereza; el árbol se mueve naturalmente, pero tú gozas de libre albedrío; todo árbol estéril está destinado para algo, y tú has nacido para practicar la virtud.
Isidoro, Abad
No excluye, pues, la penitencia, sino la insistencia en obrar mal; y como es mala, no puede producir buenos frutos; pero convertida a la virtud, fructificará. Lo que en el árbol es naturaleza, en nosotros es pasión. Y así, aunque el árbol malo no puede producir buen fruto, sin embargo podrá hacerlo en el futuro.
Crisóstomo, hom. 43, in Matth
Aunque el fruto nazca del árbol, sin embargo, la especie del árbol se conoce por su fruto; por lo que sigue: "Cada árbol es conocido por su fruto".
San Cirilo
Se conoce a cada uno por su vida y sus costumbres; pues no con adornos exteriores y fingidas humildades es como se da a conocer la honestidad de la verdadera virtud, sino por medio de las obras que cada uno practica. Poniendo el Salvador un ejemplo sobre esto, dice: "Porque no se cogen higos de espinos".
San Ambrosio
Entre los espinos de este mundo no puede encontrarse aquella higuera que, por lo mismo que es mejor en sus segundos frutos, es una imagen de la resurrección; o porque, como se lee: "Las higueras dieron sus primeros frutos" ( Cant 2,13), su fruto no era ni maduro, ni sano, ni útil en la Sinagoga; o porque nuestra vida no madura en el cuerpo, sino en la resurrección; y que así debemos alejar de nosotros las solicitudes terrenas, que desgarran el alma y consumen el espíritu, a fin de obtener frutos maduros con nuestros cuidados diligentes. Esto se refiere al mundo y a la resurrección. Al alma y al cuerpo se refiere lo otro, cuando añade: "Ni vendimian uvas de las zarzas". O porque ninguno puede adquirir con pecado el fruto de su alma, la cual se corrompe próxima a la tierra, como la uva, y madura en las alturas; o porque ninguno puede evitar la condenación de la carne, sino únicamente aquel a quien Jesucristo ha redimido, quien, como uva, pendió del madero de la cruz.
Beda
O acaso las espinas y la zarza son los cuidados del siglo y las picaduras de los vicios; mientras que el higo y la uva representan la dulzura de la nueva vida y el fervor de la caridad. No salen los higos de los espinos ni se coge la uva de la zarza; porque la inteligencia del hombre viejo, obligada por la costumbre, podrá afectar lo que no es, pero no podrá producir el fruto del hombre nuevo. Sépase, sin embargo, que así como el fértil sarmiento se apoya y enlaza en las zarzas, de suerte que la espina conserva para el uso del hombre un fruto que no es suyo, así los dichos y las acciones de los malos pueden alguna vez aprovechar a los buenos, lo cual no sucede por la voluntad de los malos, sino que se hace de ellos por disposición de Dios.
San Cirilo
Después que nos ha enseñado que por las obras se puede distinguir al hombre bueno del malo, como el árbol se conoce por sus frutos, ahora nos da a conocer esto mismo por medio de otra figura, diciendo: "El hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca bien; y el hombre malo del mal tesoro saca mal".
Beda
Lo mismo es el tesoro del corazón que la raíz del árbol. Todo aquel que en su corazón tiene el tesoro de la paciencia y del amor perfecto, produciendo sus óptimos frutos, ama a su enemigo y hace todo lo que el Señor manda, por el contrario el que mantiene un tesoro inútil en su corazón, obra perniciosamente.
San Basilio
El estilo de la palabra da a conocer el corazón de quien procede, manifestando claramente la disposición de nuestros sentimientos; por lo que sigue: "Porque de la abundancia del corazón habla la boca".
Crisóstomo in Mat. hom. 43
Es una consecuencia natural que cuando la malicia vive en nuestro interior, las palabras inoportunas salgan por nuestra boca; por lo que, cuando oigas a alguna persona que profiere palabras poco honestas, no creas que se oculta en él menos malicia, que la que expresa por medio de la palabra; antes bien entiende que la fuente es más caudalosa que el arroyo.
Beda
Por la boca el Señor quiso significar todo lo que de palabra, de obra, o de pensamiento, sale de nuestro corazón. Es costumbre de las Sagradas Escrituras expresar con palabras las obras.