Tomando después Juan la palabra, le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que lanzaba los demonios en Tu nombre, que no nos sigue, y se lo prohibimos". Y dijo Jesús: "No se lo vedéis: porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, y que pueda luego hablar mal de mí. Porque quien no es contra vosotros, por vosotros es. Y cualquiera que os diere a beber un vaso de agua en mi nombre, atento a que sois discípulos de Cristo, en verdad os digo que no será defraudado de su recompensa. Y al contrario, al que escandalizare a alguno de estos pequeñitos que creen en mí, mucho mejor fuera que le ataran al cuello una de esas ruedas de molino que mueve un asno, y le echaran al mar". (vv. 37-41)
Beda,
in Marcum, 3, 39
Amando San Juan al Señor con singular devoción, juzgó que debía ser privado de recompensa el que no cumpliera bien con su oficio. "Tomando
después Juan la palabra, le dijo: Maestro, hemos visto a uno que andaba", etc.
Pseudo-Crisóstomo
Muchos de los creyentes habían recibido ciertos poderes aunque no estaban con Cristo, como era el de lanzar los demonios, pero no todos los habían recibido por orden, puesto que unos habían recibido el de una vida simple, no teniendo el de comunicar su fe, y otros al contrario.
Teofilacto
O también, viendo algunos incrédulos el poder que llevaba consigo el nombre de Jesús, le pronunciaban y hacían milagros, aunque fuesen indignos de la gracia divina, porque quería el Señor que se extendiese su nombre aun por los que no eran dignos de ello.
Pseudo-Crisóstomo
No era, pues, por envidia o celo por lo que quería San Juan impedir que lanzase aquel hombre los demonios, sino porque deseaba que todos los que invocaban el nombre del Señor siguiesen a Cristo y formasen como un solo cuerpo con sus discípulos. Pero el Señor por medio de éstos que hacen milagros, aunque sean indignos de ello, llama a otros a la fe, y por esta inefable gracia los induce a hacerse mejores.
"No hay para qué prohibírselo, respondió Jesús", etc.
Beda,
in Marcum, 3, 39
En esto nos dice que no sólo no nos opongamos al bien de cualquier parte que venga, sino que por el contrario le procuremos cuando no exista.
Pseudo-Crisóstomo
Y añade para manifestar que nadie debe oponerse al bien: "Ninguno que haga milagros en mi nombre podrá luego hablar mal de mí". Y lo dice por aquéllos que habían de caer en la herejía, como Simón, Menandro y Cherinto, los que por otra parte, no obraban milagros en nombre de Cristo, sino que los simulaban con ciertos engaños. Estos aunque no nos siguen -dice- no podrán verdaderamente decir nada importante contra nosotros, puesto que haciendo milagros honran mi nombre.
Teofilacto
¿Cómo ha de hablar mal de mí quien encuentra en mi nombre motivo de gloria, y hace milagros invocándolo?
"Que quien no es contrario vuestro, continúa, de vuestro partido es".
San Agustín,
de consensu Evangelistarum, 4, 5
Es de observar que estas palabras no están en contradicción con la sentencia del Señor: "El que no está conmigo está contra mí" (
Lc 11,23), porque hay quien encuentra diferencia entre las primeras, dirigidas a sus discípulos:
quien no es contrario vuestro de vuestro partido es, y las últimas que se refieren a El mismo:
el que no está conmigo está contra mí; como si fuera posible que no estuviera con El, estando unido a sus discípulos como a sus propios miembros. De otra suerte ¿cómo podía haber verdad en estas palabras: "El que os acoge, a mí me acoge?" (
Mt 10,40). Por otra parte, ¿puede no ser contra El el que fuera contra sus discípulos, habiendo dicho: "El que os desprecia me desprecia"? (
Lc 10,15).
Así que la verdadera significación de esto es que tanto no está el hombre con El cuanto está contra El y viceversa. Así por ejemplo, el hombre que hacía milagros en nombre de Cristo y no era de la compañía de los discípulos, estaba con ellos y no contra ellos en tanto que hacía los milagros, y no estaba con ellos y sí en su contra cuando no se unía a ellos. Pero como le prohibieron que hiciera aquello por lo cual estaba con ellos, les dijo el Señor: "No hay para qué prohibírselo". Lo que debieron prohibirle fue lo que no era de su compañía, porque así le hubieran exhortado a la unidad de la Iglesia, y no aquélla en que estaba con ellos, a saber, la honra que daba a su Señor y maestro expulsando a los demonios. Así es como obra la Iglesia católica, no reprobando en los herejes lo que tienen de común con ella, sino lo que de ella les separa, o bien alguna doctrina que sea contraria a la paz y a la verdad, en lo cual están contra nosotros.
Pseudo-Crisóstomo
O de otro modo: esto se refiere a los creyentes que, por la relajación de su vida no siguen a Cristo, mientras que las palabras anteriores se refieren a los demonios que procuran alejar de Dios a todos y disolver su unidad.
"Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre", etc.
Teofilacto
Es como si dijera: No solamente no le prohibo que haga milagros en mi nombre, sino que os anuncio que tendrá su recompensa el que os diere aunque sea la cosa más pequeña en mi nombre u os reciba en mi nombre y por mí, y no por vanagloria o por intereses.
San Agustín,
de consensu Evangelistarum, 4, 6
Manifiesta así que aquél de quien había tratado San Juan, no se había separado de la compañía de los discípulos como para reprobarle como a los herejes, sino como suelen separarse los que no atreviéndose a recibir los sacramentos de Cristo, se muestran benévolos con los cristianos sin otro objeto que el de honrar su nombre. De estos tales dice que no perderán su recompensa, no porque deban considerarse a salvo y seguros con esta benevolencia que tienen para con los cristianos -no estando aún lavados con el bautismo de Cristo ni incorporados a su unidad- sino para que se guíen por la misericordia de Dios a fin de que lleguen a ella, y salgan así seguros de este mundo.
Pseudo-Crisóstomo
Y para que nadie alegue su pobreza, propone lo que no falta ordinariamente, un vaso de agua. Y por él ofrece también recompensa, que no es el valor de lo que se ofrece, sino la dignidad del que recibe y el afecto del que da lo que hacen digna de recompensa la obra. Y no solamente ofrece la recompensa codiciada a los que honren a sus discípulos, sino el castigo en caso contrario. "Y al que escandalizare a algunos de estos pequeñitos", etc. Que es como si dijera: Así como los que os honren por mí tendrán recompensa, así también los que no os honren, esto es, los que os escandalizaren, recibirán el castigo último. De este modo, pues, nos prepara para que comprendamos el terrible tormento que describe haciendo mención de la inmersión con la rueda de molino, y no dice
que le aten al cuello una rueda de molino, sino
mejor le fuera que le ataran, demostrando así que le espera otro mal más grave. Llama pequeñitos a los creyentes y también a los que invocan su nombre, aunque no le sigan, incluso hasta a los que ofrecen un vaso de agua por El, aunque no hayan hecho nunca nada mejor. Y no quiere que ninguno de éstos sea escandalizado ni repudiado, porque ésto sería como prohibir que invocasen su nombre.
Beda,
in Marcum, 3, 39
Y con razón se llama pequeñito al que puede ser escandalizado, porque el que es grande aunque tenga que padecer, no abandonará su fe, mientras que el pequeño y pobre de espíritu busca ocasiones de escándalo. Por tanto debemos ocuparnos principalmente de los que son pequeños en la fe, para que por causa nuestra no se ofendan y se aparten de la fe, perdiendo la salvación.
San Gregorio Magno,
sobre Ezeq. homil. 7
Es de notar, sin embargo, que en nuestras buenas obras a veces debemos tener en cuenta el escándalo del prójimo, aunque a veces no debemos tampoco pararnos en esto, porque debemos evitar el escándalo cuando podemos hacerlo sin pecar, mas cuando el escándalo nace de la verdad, es más conveniente permitirle que abandonar ésta.
San Gregorio,
regula pastoralis, 1, 2
En sentido místico, en la rueda de molino movida por un asno se representan las vueltas y trabajos de la vida del mundo, así como la condenación eterna en lo profundo del mar. En su consecuencia hubiera valido más para el que revestido de santidad destruye a los demás con la palabra o el ejemplo, que sus actos le hubiesen conducido a la muerte bajo su hábito exterior, que haber sido elevado al sagrado ministerio para perder a los demás con su ejemplo, puesto que cayendo sólo, su pena en el infierno hubiera sido en verdad más tolerable.