"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! que diezmáis la yerba buena, y el eneldo, y el comino, y habéis dejado las cosas que son más importantes de la ley, la justicia y la misericordia y la fe. Esto era menester hacer, y no dejar lo otro. Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello". (vv. 23-24)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 73,1
Había dicho el Señor que ataban las cargas más pesadas, y las imponían sobre otros, huyendo ellos aun el tocarlas. Y ahora manifiesta, otra vez, que los que andan diligentes en las cosas pequeñas menosprecian las grandes; y por esto dice: "¡Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas! que diezmáis", etc.
San Jerónimo
Los fariseos, pues, como el Señor había mandado que se ofreciesen diezmos de todas las cosas en el templo, para alimento de los sacerdotes y de los levitas, cuya parte es el Señor, y para que prescindamos de interpretaciones espirituales, únicamente cuidaban de que llevasen lo mandado, menospreciando lo mayor. Por esto sigue: "Y habéis dejado las cosas que son más importantes", etc. Con estas palabras vitupera la avaricia de aquellos, porque exigían con el mayor interés las décimas, hasta de las más humildes legumbres, sin ocuparse de discutir los asuntos, de tener caridad con los pobres, y fe para con Dios, todo lo que es de la mayor importancia.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
Como los sacerdotes estaban poseídos de la avaricia, si alguno no ofrecía décimas, aun de la cosa más pequeña, lo castigaban como si hubiese cometido algún crimen grande. Pero si alguno perjudicaba a otro, o pecaba contra Dios, no se cuidaban de reprenderlo, andando solícitos únicamente de su ganancia, y cuidándose poco de la gloria de Dios y de la salvación de los hombres. Obrar en justicia, hacer caridad y tener fe, era lo que Dios había mandado para su gloria. Pero ofrecer los diezmos, únicamente era para utilidad de los sacerdotes, para que los sacerdotes cuiden del pueblo en los asuntos espirituales y los pueblos suministren el alimento material a los sacerdotes. Así sucede ahora que todos se cuidan de sus honores, y ninguno se cuida del honor de Dios. Defienden con celo lo que les corresponde, pero no se fijan en cuidar como deben del servicio de la Iglesia. Si el pueblo no ofrece décimas, todos murmuran, pero si ven que el pueblo peca, nadie lo reprende. Pero como algunos de los escribas y los fariseos a quienes se dirigía eran populares, no es inoportuno hacer otra exposición acerca de los que pagaban los diezmos. Porque tanto el que los da, como el que los recibe, se llaman diezmeros. Los escribas y los fariseos ofrecían diezmos de las cosas más pequeñas, en ostentación de su religiosidad. Pero en los juicios eran injustos, sin caridad con sus hermanos, e incrédulos.
Orígenes,
homilia 25 in Matthaeum
Y como era probable que los que oían estas palabras del Señor llegaran a despreciar las décimas de las cosas pequeñas, añade el Señor con toda previsión: Es conveniente hacer todas estas cosas, esto es, juicio, caridad y fe, y no omitir aquellas otras prácticas, esto es, "los diezmos de la yerba buena, y el eneldo y el comino".
Remigio
También manifiesta el Señor, por medio de estas palabras, que deben cumplirse todos los preceptos de la ley, lo mismo los mayores que los menores. Son reprendidos aquéllos que dan limosna de los frutos de la tierra, creyendo que así se libran del pecado. A éstos nada aprovechan las limosnas, si no procuran apartarse de sus pecados.
San Hilario,
in Matthaeum, 24
Y como es de menor importancia la decimación de la verdura que los oficios de caridad, el Señor los pone en evidencia diciendo: "Guías ciegos, que coláis el mosquito", etc.
San Jerónimo
Yo creo que se debe entender por camello los grandes preceptos: la justicia, la caridad y la fe. Por mosquito, las décimas de la yerba buena, del eneldo, del comino y de las demás hortalizas despreciables. Nosotros nos tragamos y despreciamos estos preceptos grandes de Dios, y bajo el pretexto de religión desplegamos un gran celo por las cosas pequeñas, que nos reportan alguna utilidad.
Orígenes,
homilia 25 in Matthaeum
Por un lado se preocupan por el mosquito, esto es de los pecados de menor importancia, a los que llama mosquito. Pero por otro lado, se traga al camello, esto es, comete delitos más graves, a los que llama camellos, y que son animales grandes y tortuosos. Son escribas, moralmente hablando, aquéllos que nada creen que hay en las Sagradas Escrituras, sino lo que demuestra sencillamente la palabra. Son fariseos todos los que se justifican a sí mismos, y se distinguen de los demás diciendo: "no te acerques a mí, porque estoy limpio". La yerba buena, el eneldo y el comino, que aprovecha para condimentar las comidas, no son, en verdad, los alimentos más esenciales. Así, también en nuestro trato, hay algunas cosas que son necesarias para salvarse, como son la justicia, la caridad y la fe. Otras también contribuyen a sazonar nuestros actos, haciéndolos más llevaderos: como son la abstinencia de la risa, el ayuno, el doblar la rodilla, y otras cosas por el estilo. ¿Y cómo no considerar como ciegos a aquéllos que no ven? Porque de nada aprovecha que ande con cautela en la observancia de las cosas pequeñas, el que menosprecia las principales. Las palabras citadas confunden a éstos. No porque les prohibe la observancia de lo que es sencillo, sino porque les manda cumplir con más cuidado lo que es esencial.
San Gregorio Magno,
Moralia, 1,14
De otro modo: el mosquito hiere ya cuando va zumbando; pero el camello se inclina voluntariamente para recibir la carga. Pues bien, los judíos colaron el mosquito pidiendo que fuese puesto en libertad el sedicioso ladrón, y se tragaron al camello porque se empeñaron en dar muerte a aquel que había bajado espontáneamente a llevar el peso de nuestra mortalidad.